Domingo, 25 de marzo de 2012 | Hoy
MúSICA > EL DISCO ELECTRóNICO QUE CAETANO VELOSO COMPUSO PARA GAL COSTA
No hay un solo disco de Gal Costa que no tenga al menos una canción de Caetano Veloso. Pero desde Domingo, el disco que hicieron juntos en 1967, que no volvían a grabar uno entero de a dos. Lejos de la nostalgia o la autocelebración, Recanto fue compuesto especialmente por Caetano para vestir a la voz de su generación con el inesperado ropaje de la electrónica.
Por Martín Pérez
“No fui a conocer a una persona, sino a una voz.” Así es como Caetano Veloso resumió para el periódico O Globo su primer encuentro con Gal Costa. Algo que sucedió en 1963, arreglado por una profesora de danza, Laís Salgado Goes, y que se llevó a cabo en Bazarte, un bar del centro de Salvador de Bahía, según contó Gal en una de las tantas notas que concedió por la salida de su nuevo disco. Pero hasta ahí llega su recuerdo, al punto de preguntarse ante el periodista Eduardo Logullo: “¿Llevé yo mi guitarra o Caetano llevó la suya?”. Lo que nadie se puede dar el lujo de olvidar es que quien llevó en realidad a Caetano hasta Gal fue una alumna de Laís Salgado, Dedé Gadelha, la mejor amiga de Gal, casi su hermana. “Alguna vez me contaron que antes de conocerme bromearon entre ellas, preguntándose: a ver de cuál de las dos se enamora”, cuenta Caetano, que cuatro años más tarde se casó con Dedé. Pero Gal fue quien terminó siendo, para él y para la Tropicalia, su mejor voz. Debutaron juntos con un disco titulado Domingo (1967). Cuarenta y cinco años más tarde, el álbum treinta y seis de la cosecha de Gal –escrito y producido por Veloso para ella– estuvo a punto de llamarse Segundo, en un claro guiño a aquel comienzo conjunto, ya que para los brasileños, segunda –o segunda-feira– es lunes.
En la contratapa de Domingo, Caetano escribió: “Gal participa de esa misteriosa cualidad que habita en los raros grandes cantores de samba: la capacidad de innovar, de violentar el gusto contemporáneo, lanzando el samba hacia el futuro, con la espontaneidad de quien recuerda viejas cancioncitas”. En un fascinante diálogo con aquel lejano retrato, Veloso logra que Gal demuestre seguir estando a la altura de aquellas palabras, con canciones modernas que al mismo tiempo suenan clásicas. Porque Recanto –un título más amplio que el original, pero en el que sigue funcionando el mismo guiño– es un disco electrónico, pero que no suena a electrónica. Caetano lo escribió en Río, teniendo a su lado a Kassin, el productor elegido por su hijo Moreno Veloso para traducir sus ideas. Y Moreno estuvo al lado de Gal, en Bahía, pasándole los temas y acompañándola mientras grababa versos como: “Sexo o dinero son la medida de nuestro egoísmo”. O: “Vivir es un desastre que le sucede a algunos”. Y también: “El autotune no alcanza para hacer que el canto camine”.
“Las letras son al mismo tiempo muy directas y un tanto enigmáticas”, escribió Caetano. “No lo pude evitar. Lo atribuyo al hecho de estar pensando en sonidos electrónicos envolviendo la voz de Gal.” Recorriendo la discografía de Gal, las canciones de Caetano que llegó a grabar son casi un centenar. De hecho, nunca ha faltado alguna en ninguno de sus discos. “Nunca le pedí un tema, nunca le encargué una canción”, asegura. “Siempre compuso lo que quiso, y después yo voy y grabo.” Pero cuando Caetano le contó por primera vez su proyecto electrónico, Gal confiesa que ingenuamente le preguntó si quería que volviese otra vez a gritar, si la idea era hacer un disco para bailar. “No me imaginé esto”, asegura, refiriéndose a Recanto. “Hicimos un disco valiente y necesario. Apostamos de nuevo, sin miedo a equivocarnos.” Por eso Gal asegura que quienes leen las nuevas canciones como mensajes que llegan desde la vejez de ambos, de Caetano y de ella, son lecturas demasiado lineales. “Yo pienso lo contrario: es un disco vital, energético, innovador y sin lamentos.”
Lo que le sobra a Recanto es actitud. Desde esa tapa, primerísimo primer plano de la cantante, sin pelos, sin nada que la esconda. Los pelos jóvenes, los de ella y Caetano, se mezclan en la hermosa foto de contratapa, sacada en el legendario Festival de la isla de Wight, en 1970. Pero la foto de portada es cruda, anticipo del contenido del disco, donde lo electrónico no es maquillaje, sino que subraya el hecho de que la voz es el mensaje. Tanto Caetano como Moreno aseguran que la interpretación de Gal fue cambiando el concepto sonoro del disco. Las maquetas iniciales eran demasiado crudas, recuerda Gal. Pero sus primeras grabaciones lo fueron aún más, al punto de que su primera voz de referencia, la del atrapante tema que abre el disco (y lo bautiza), “Recanto oscuro”, terminó siendo la definitiva. Gal le termina ganando –tema por tema, round a round– a la electrónica, así como su rostro se impone ante esa pequeña nube de dibujos eléctricos que la acompaña en la portada. Un disco fascinante en el que Caetano escribe y Gal canta en su tema más bailable: “Soy Dimas, Robin Hood, y el año ‘45, todos bailando conmigo”.
Soy yo era el otro nombre que Caetano y Gal imaginaron para el álbum, en referencia a esa frase de Rimbaud en la que el poeta aseguraba ser el otro. Un bautismo que hubiese sugerido una clave para entender el irresistible tema de difusión del disco, el más tradicionalmente electrónico, titulado “Neguinho”. Allí se habla de alguien que no quiere saber, que compra tres plasmas, un GPS y cree que es feliz. Alguien que quiere que la justicia y la armonía sean posibles para todos, pero cuya neurosis arruina todo. Ese “Neguinho” que somos nosotros. “El alcohol sólo me hace llorar, convídenme a cambiar el mundo”, dice la letra del inaugural “Recanto oscuro”. “Es fácil: no hay que pensar, y tampoco mirar hacia abajo.” Algo que siguen haciendo aquellos jóvenes de medio siglo atrás, del domingo al lunes. Una y otra vez, cantando y recantando.
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