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¿Puede la transpiración estar a la moda? Para el artista conceptual neoyorquino Daniel Peltz, es posible. Según cómo se la use. Y cómo se la lleve. En su caso, la intención es resignificar la transpiración convirtiéndola en perfume. “Lo he refinado en una receta secreta”, avisa el hombre que, para deleite de los coleccionistas de rarezas, no piensa usar cualquier materia prima: sólo recolectará las gotitas de los sopladores de vidrio de Rejmyre, Suecia, donde suele veranear.

Cuenta la “leyenda” que el (también) profesor asociado de Cine en la Rhode Island School of Design tuvo su momento de iluminación al notar que cada pieza de vidrio producida en la fábrica sueca local tenía un poco de sudor de su creador, “algo que los turistas aprecian cuando van y miran”. De allí que llegase a una particular (y discutible) conclusión: “No hay gran diferencia entre vender el sudor del soplador y el vidrio acabado”.

Aunque aún no se sabe cuándo estará disponible el primer frasquito, los trabajadores del vidrio ya le han dado el visto bueno al proyecto y se ofrecen a colaborar. Tal es el caso de Elin Jonsson, quien –entrevistado por un periódico sueco local– reconoció que el concepto era “muy diferente”. “Normalmente perseguimos la perfección; aquí se está en el proceso de alcanzarlo”, expresó el soplador.

Mientras Peltz adelanta que habrá una única excepción en el caso (también usará un poquito de su propio sudor), las respuestas a la idea son variadas. Pero no todos se horrorizan ante la pregunta de cuál será el aroma propuesto. “Los fabricantes de perfumes cuentan con todo tipo de ingredientes extraños a la hora de la manufactura; el ámbar gris, por ejemplo, una forma de vómito de ballena, sirve para extender la vida útil de los aromas”, informa la web.