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Domingo, 24 de marzo de 2013

VALE DECIR

Para chuparse los dedos

Hay muchas maneras de describir el trabajo de la escultora Elena Kliment, pero dos son las más evidentes: su arte mancha y endulza. No de manera simbólica o representativa sino en una forma de lo más literal. Es que la última pieza de la mujer oriunda de Bielorrusia es una habitación de veinte metros cuadrados confeccionada íntegramente con... chocolate. Perdición de golosos y prueba del “buen gusto”, el lugar –un mal recuerdo para Hansel y Gretel– incluye sillas, una mesa, una chimenea, gavetas y hasta un florero, entre otras minucias fabricadas con el dulce más estimado del planeta. ¿Ver para creer? Mejor pasar la lengua. El desafío le requirió a Kliment unos 600 kilos de chocolate belga, dos meses de preparación y dos semanas transformando cacao en decoración casera. La instalación –con base en el ALL Shopping Center, de Minsk– fue puesta al descubierto para los curiosos transeúntes el pasado 8 de marzo y estará en exposición hasta el 14 de abril, cuando será destruida en pequeños pedazos que los visitantes podrán degustar. Si se animan... Porque, después de tanto manoseo industrial, sólo un valiente del paladar puede arriesgarse a tamaña empresa. Aunque peculiar, Elena no es la primera en volcarse a la creación de habitaciones dulces. En 2011, sin ir más lejos, el escultor Mindaugas Tendziagolskis, en Lituania, hizo lo propio pero, para orgullo de Kliment, su cuartito fue de menor envergadura: necesitó apenas 300 kilos de chocolate. Ninguna competencia para la proeza de Kliment, el sueño dorado –marrón, en realidad– de Willy Wonka.

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