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Domingo, 15 de noviembre de 2015

ENTREVISTA > LICHIS

SALIR A LA ARENA

Entrevista En su primera visita a Buenos Aires, el español Lichis, ex líder de La Cabra Mecánica, presenta su debut Modo avión

 Por Martín Pérez

Al otro lado del teléfono, Miguel Angel Hernando lanza una carcajada. “Soy una mezcla extraña de catalán y madrileño. Así que, tal como van las cosas, calculo que terminarán fusilándome en Zaragoza”, bromea el músico, haciendo referencia a la candente polémica sobre la independización de Cataluña. Nacido en Barcelona y criado en el barrio de Graciá, pero mudado de pequeño a Madrid junto a sus padres, Miguel Angel se ganó su apodo durante su adolescencia. “Viene de acampadas que hacíamos a los 14 años con mis amigos, en las que el uso de substancias poco recomendables fueron descomponiendo mi nombre hasta llegar a Lichis”. Así es como se lo conoce dentro del mundo del rock español a Hernando, ex líder del grupo La Cabra Mecánica, reconvertido a solista para un demorado debut bautizado como Modo avión. “Es una alegoría sobre el mundo interior, ese que olvidamos al estar conectados todos el tiempo gracias a internet y el celular, proyectando permanentemente una imagen idealizada de nosotros mismos”. Modo avión es la forma de recepción en que se puede poner el celular para que no reciba ni envíe señales, ideal para no interferir con la conducción de la nave durante el vuelo. Algo parecido a lo que hizo Lichis luego de abandonar su grupo, justo cuando estaban a punto de alcanzar la masividad, casi una década atrás. “Si renuncias a algo que todos quieren, van a hacértelo pagar, no te puede salir gratis”, asegura Lichis, con tono de saber bien de qué está hablando. “Aquí en España el referente del arte son los toros, es lo que aquí más se respeta. Porque el artista pone en peligro su vida”

¿Decís que mientras buscás el éxito sos el torero, y sino pasas a ser el toro?

–Algo así. O mejor: si esquivás el exito, te tiene que pillar el toro. Te tienes que ligar la cornada.

A su manera, Lichis esquivó la cornada. Claro que, primero, debió saltar a la arena. Antes de tomarse en serio este asunto de escribir canciones, se dedicó a tocar el bajo como músico de sesión en toda clase de bandas, especialmente dentro de cierto submundo de bandas de country y blues, algo así como la segunda división de la Liga de grupos españoles que se pueden nombrar de este lado del Atlántico. “Siempre existió por aquí un circuito de ese tipo de bandas, que tenían su repertorio, pero también complejo de cantar blues o rock en castellano”, intenta explicar Lichis, que aclara que fue a mediados de los 90, cuando el trabajo empezó a escasear, que las canciones propias comenzaron a aparecer. “Por entonces vivía en el barrio madrileño de Lavapiés, rodeado de guineanos, ghaneses y andaluces... ¡era una orgía continua aquella casa!” Eran los tiempos del mestizaje, según recuerda Lichis. “Pero nosotros con La Cabra no éramos tan Mano Negra”, apunta. “En las letras íbamos siguiendo el rastro del rock argentino, que llegaba en manos de los músicos que venían a probar suerte en España. Y musicalmente estábamos más cerca de Radio Futura o Victor Coyote, que hicieron su propio rock con aire latino antes de este mestizaje”.

Más cerca de “Sin Documentos” que de Manu Chao, entonces, La Cabra Mecánica se labró un camino pleno de rumbita, cachondeo y son canalla. “No creo en hadas ni en quinielas/ y más desde que el Corte Inglés legalizó la marihuana/ por una compra superior a doce gramos/ de regalo un poster del Che Guevara”, cantaba Lichis en el debut, de 1997, donde suena la guitarra el argentino Julian Kanevsky, hoy en la banda de Calamaro. Fue con el tercero, Vestidos de domingo (2001), producido por Alejo Stivel, que el grupo alcanzó el pico de su popularidad, pero a partir de ahí empezó una lenta retirada, cuyo prólogo fue Hotel Lichis (2005), su último album de estudio. “Debió haber sido mi primer disco en solitario”, asegura hoy Lichis, que antes de abandonarlo todo llegó a decir se sentía como un cover de él mismo. “Tomé todo lo que había ganado y lo invertí en un estudio de grabación. Estuve ahí casi diez años, trabajando como productor, estudiando música, muy metido en el blues y el country”. Salvo algunas salidas a tocar para pagar las cuentas, renovar algún micrófono o comprar una nueva guitarra, aquellos fueron los tiempos del modo avión. Del que lo trajeron de vuelta las canciones. “Recién cuando tuve diez con las que me sentía seguro, me lancé a esta aventura”, explica Lichis, que terminó grabándolas en Woodstock, de la mano de Joe Blaney, el productor de Calamaro y Charly García, entre tantos otros. Con Blaney entró en escena un elenco de músicos de lujo, entre ellos nada menos que Marc Ribot, Pete Thomas y Jerry Marotta. El resultado es un disco personal e intenso, definitivamente alejado de la rumbita y cercano al rock más clásico, que recuerda el camino de artistas españoles como José Ignacio Lapido o Quique González. “Al lado de ellos yo soy un recién llegado en esto”, casi que se disculpa Lichis, que ya lleva un año presentando el disco en España, y ha terminado de convencer a su público. “Al comienzo había quienes se mosqueaban, porque no tocaba lo que habían venido a escuchar, las rumbitas de La Cabra. Si hubiese vendido muchos discos seguro me acusaban de traidor, pero ahora que soy un artista respetado e independiente, supongo que la acusación será de pedante, quién sabe. Como dice aquel dicho español que tanto utilizó Almodóvar: Hagas lo que hagas, ponte bragas”. De bragas y en modo avión, entonces, Lichis llegará esta semana a Buenos Aires, una ciudad que hace años asegura querer conocer. “En la época de La Cabra queríamos venir, pero como nuestro éxito era más de público que de ventas, la compañía no quiso editar el disco acá y tampoco nos permitió licenciarlo. Eran como el perro del hortelano. Pero ahora que me edito yo, decidí que ya era hora. Porque si sigo esperando, sólo voy a venir jubilado y de vacaciones”, bromea Lichis, fanático confeso de los Redondos, Fito Páez y, especialmente, de Charly García. “Me influyó mucho con su lenguaje muy abierto, que oscila entre lo poético y lo procaz con mucha facilidad, dentro de un contexto musical muy cuidado”, detalla el español, que acaba de grabar su versión de “No soy un extraño”, aunque no puede prometer que vaya a tocarla en sus shows porteños. No sabe si tendrá tiempo de ensayarla con su banda, intenta disculparse Lichis, el hombre que atravesó del desierto, torero y toro, y ahora hará lo mismo con el océano para dejar de ser un extraño en Buenos Aires.

Lichis tocará este jueves en Boris (Gorriti 5568), el viernes junto a Albert Pla en el Teatro Caras y Caretas (Sarmiento 2037) y el sábado junto a Martín Elizalde en Ultra (San Martín 678).

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