Domingo, 13 de marzo de 2016 | Hoy
ARTE > GACHI HASPER Y MARIELA SCAFATI
El diálogo que establecen las artistas Gachi Hasper y Mariela Scafati en su nueva muestra conjunta, Doble de mujeres, es tan heterogéneo como complementario. Scafati hace preguntas materiales y melancólicas mientras las pinturas de Hasper brillan con alegría y contundencia. Con curaduría de Philippe Cyroulnik, quien las llama “grandes damas de la abstracción argentina”, las artistas hacen un uso de la ropa y el color que cuestiona el binarismo y ensayan gramáticas diferentes.
Por Eugenia Viña
No hay palabras, ni títulos ni fechas. Ni una letra, ni un número. Tampoco hay nombres propios ni aclaraciones técnicas. Es la potencia de las obras, que como artefactos, se arman y desarman, o vibran a través de una gramática de los colores. Bastidores como cuerpos, colores como grafías, que caminan mirando de costado el axioma que afirma que la geometría es un saber universal, cuestionando el binomio de los géneros –femenino/masculino– como aquella instancia que marca “el” sentido de la producción de obra, que le preguntan a la misma pintura qué es un cuadro, a las polleras vacías qué es ser mujer, poniendo en duda que haya una diferencia entre una mesa de luz y un bastidor.
Pero es tan heterogéneo como complementario el diálogo que las artistas Gachi Hasper y Mariela Scafati construyen en Doble de mujeres. Porque ante las preguntas materiales y melancólicas de Scafati, las pinturas de Hasper brillan con una alegría y una contundencia que no permiten que caigamos en algún abismo, tan oscuro como seductor.
Doble por complicidad, y doble porque permanecen siendo dos. Una y la otra, así las nombra el curador de la muestra Philippe Cyroulnik: “Una se destaca en el arte de ligar y desligar el color en un juego sutil de la línea. La otra se apropia ropa para crear pinturas. Una activa los quiebres de ritmos y los entrelazamientos de formas para hacer vibrar los colores y las formas. La otra transforma los objetos en cuadros y los cuadros en objetos…dos grandes damas de la abstracción argentina”, sintetiza.
Los proyectos colectivos y el trabajo en colaboración es un modo que Scafati ejercita. A fines del año pasado expuso en conjunto con la artista Ariadna Pastorini Las cosas amantes. En este caso, la punta del ovillo está en manos de los artistas argentinos Raúl Lozza (1911) y Manuel Espinoza (1912) –presentes en la muestra– para quienes la abstracción era ruptura y era pensamiento, gesto en el que configuraban a las artes visuales como un cuerpo de ideas.
Lozza decía querer “traducir toda la pintura, hacer la revolución en el arte y presentar un hecho nuevo capaz de conmover a todos los públicos”. Recurrió a la construcción de obras concretas mediante la combinación de figuras geométricas, que reunía en configuraciones irregulares a las que ajustaba el marco. Apuesta que fue profundizada luego en el arte concreto y el perceptivismo.
Algunos creen que a pesar de que Lozza integró las pinturas en muros, en la práctica no logró establecer vínculos necesarios para instalarla en el espacio arquitectónico. Para Mariela Scarfati (1973) ese desafío está resuelto. Piso o pared, podría ser también el techo. Caballetes encastrados con bastidores y ropa de mujer colgando entre ellos. No hay sogas, pero hay ganchos. La ropa cae como una sombra en esos cuadrados marrones como muebles, marrones como la madera, marrones como tumbas, como la piel, aunque articulados al rosa, rosa de chica, rosa de género, rosa puro maquillaje y pose impuesta. Cyroulnik los llama “objetos híbridos”. Lo cierto es que la geometría sigue presente en ellos: cajas, cajones, mesitas, patas de caballetes, bastidores pueden ser leídos como líneas, cuadrados y rectángulos. La ropa de mujer, que cuelga como en la práctica sexual del bondage, sin el cuerpo, o con el cuerpo ausente, ropa vacía que desinflada inquieta con su quietud.
A su lado, la fuerza explosiva de las pinturas de Hasper (1966), formas geométricas de colores vibrantes –“topografía de formas” lo llama el curador– continuando con sutiles desviaciones la tradición abstracta de las artes visuales en la Argentina, instalando el universo compositivo de la gramática del color, nombre de la retrospectiva que la artista hizo el año pasado en el Museo de Arte Moderno, testimoniando la posibilidad de que método y poesía convivan, inclusive se potencien. Desafiando la creencia, y toda la tradición que la sostiene, de que el color es algo secundario e inclusive ”femenino”, la artista se mete de lleno en ese imaginario personal compuesto por colores que encarnan en figuras geométricas.
Los elementos del universo cotidiano, las estructuras corpóreas de Scafati que incluyen a sus propios fantasmas, bajo el poder de las constelaciones aéreas de Hasper, hacen de la una y la otra, un Ellas diferente, no previsible.
Doble de mujeres de Gachi Hasper y Mariela Scafati se puede visitar en Galeria Del infinito, Av. Quintana 325, de lunes a viernes de 10 a 19.
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