Domingo, 8 de mayo de 2016 | Hoy
HISTORIETA > EL WAIBE
Un elegido con cabeza de culo, que al tocar a la gente le saca literalmente la mierda de adentro. Esa es la premisa de Defecaciones humanas, de El Waibe, un delirio escatológico y religioso que quiso ser Astérix pero terminó ambicionando crear una extraña mezcla entre Peter Bagge y Joann Sfar, todo condimentado por una admiración confesa por César Aira. El resultado es una historieta distinta dentro del panorama local, visceral y noble, cuyas ambiciones funcionan por despreocupadas.
Por Juan Manuel Domínguez
En las primeras diez páginas de Defecaciones humanas, el segundo libro de El Waibe, se puede ver a un sujeto abandonado en su living, rodeado de latas de cerveza, llaves, pizzas de antaño. De repente, la típica escena slacker es alterada: el hombre sentado en la penumbra, en calzones, con un joystick de Playstation en sus manos, posee –para sorpresa de sus lectores ocasionales– una cabeza de culo. Un ano allí donde debería haber pelo. Una literal raya al medio. En un instante, todo cambia: Dios, ese Dios, se le aparece en forma del fuego que sale de la abusada consola y sentencia: "Debes liberar a mi pueblo". Acto seguido, superado el instante bendito, Hombre Culo sale a la calle. Un hincha de River en plena golpiza y euforia troglodita toca al Hombre Culo. El resultado: un volcán fecal sale del "elegido" y el hincha ahora está "limpio", reconociendo la brutalidad de sus modos y adorando a su salvador para siempre.
Desde esa premisa, Leandro Weisberg –El Waibe– crea un historieta distinta en el panorama argentino, que toma la premisa escatológico-religiosa para generar no tanto la comedia soez que cualquiera imaginaría sino una extraña aventura, que bordea el thriller, el drama, la grosería y una idiosincrasia porteña palpable: allí están, por ejemplo, esos templos donde se habla portugués. Lo divertido es cómo el mismo Waibe veía la historieta en un comienzo: "La había pensado como algo apto para todo público. Yo quería hacer una historieta tipo Astérix y me salió eso. No quería poner sexo o violencia. Se la mostré a editoriales para chicos. Se la mande a una editorial para chicos clásica, ya que les habían gustado mis dibujos. No me hablaron más. No era mi intención hacerlo más under o más rockero. Me salió eso."
La bizarra premisa de Defecaciones humanas nació de la confluencia de dos ideas, según explica su autor: "Una es la historia de alguien que, por tener esa forma particular en la cabeza, un culo, tiene la habilidad especial de tocar a alguien y sacarle la mierda de adentro, literalmente. Y la otra es que a este personaje se le aparece un Dios mientras está jugando a la Playstation. Así arranqué. Y desde un comienzo supe que tenía que tener 48 páginas." ¿Cómo se define entonces un cómic que quería ser Astérix y que contiene finalmente un Godzilla de caca paseándose por Buenos Aires? "La veo más como una comedia dramática. Pasan cosas jodidas, si bien el humor está ahí. Parto de gags, pero es más un drama lo que le pasa al personaje. La subida y la caída del Hombre Culo. La religión aparece porque, cuando él cura a alguien por primera vez, me pregunte: ¿qué pasaría? Y la respuesta fue que surgía un culto."
Hay algo en Defecaciones humanas que no aparece mucho en las historietas: un instinto real. Es decir, una visceralidad que, por noble, por sincera, termina teniendo una ferocidad singular. Y sus ambiciones, gracias a tal condición, no se leen pretenciosas sino despreocupadas. "Me gustan las historietas que son naturales, sin editar tanto, que salen de un flujo, de sentarse a crear. Confiar en lo que aparece. No me gusta mucho cranearla. Lo intenté, pero nunca fue a buen puerto. Se me ocurre relacionarla con Hate, de Peter Bagge, que tiene un héroe similar. O, por otro lado, vincularla de alguna forma con Joann Sfar, el historietista francés que me hizo dar cuenta que se podía dibujar sin que quede todo perfecto. Sfar, Christophe Blain y otros dibujantes franceses me ayudaron a abrir la cabeza con nociones como que ni siquiera hace falta el personaje se vea igual en todas las viñetas, que puede haber cambios de registro, que puede haber deformidades. Y en esta historieta metí todo adentro, ya que pensé podía ser mi último libro."
Defecaciones humanas o al menos la idea del hombre con la cabeza de culo "sale de unas tiras, que están en Waibero, el libro que editamos junto a Brian Janchez en Editorial Noviembre. Hasta ahí era un chiste medio chato. Pero cuando se me ocurrió esa idea de la sanación, ahí surgió de otra forma el personaje." Entonces apareció el desafío: que el volcán escatológico que el personaje sufre no defina la personalidad ni la lectura de todo el libro: "Si bien llama mucho la atención, no quería que dominara el relato. Me decían que era desagradable, me sugerían que la pintara de azul. Yo ni pensé que era algo directamente chocante. Pensé que tenía un culo en la cabeza y le sale caca, algo natural, no quería algo repugnante o asqueroso. Lo hice un par de escenas y no quise tocarlo más."
Hay otro factor, no menor, que ayuda a la personalidad del libro de El Waibe: es el color. "Para mí era imposible hacerla sin color. A nivel costo, te sale cinco o seis veces más en una imprenta. Cuando edité Waibero me metí más en el mundo de la historieta. Defecaciones humanas fue carta de presentación a todo el mundo. Antes de ambos libros, a Defecaciones... lo imprimí en tapa dura, como un álbum francés. Y lo hacía circular por todos lados. Lo mandé también por mail. Ahí lo vio Brian Janchez, me dijo que lo quería sacar en blanco y negro. Yo no quería. Estaba seguro que esta historieta tenía que ser a color."
En sus proyectos a futuro, El Waibe tiene una historieta "a lo House of Cards", pero protagonizada por un pato que leyó Darwin en el Riachuelo y es candidateado como presidente por María Julia Alsogaray. También la segunda vida de Supermalo, un villano creado durante su niñez, que El Waibe rescató y con el cual hace "páginas sueltas y autoconclusivas, al estilo de Wilson, de Daniel Clowes." Y, claro, la segunda parte de la trilogía aún sin nombre protagonizada por los mismos personajes de Defecaciones humanas, pero ubicada en la Francia medieval. El Waibe cita, para sorpresa de algunos (no para los seguidores de su vida en fanzines, donde recomienda lecturas varias) a Cesar Aira, "que tiene cosas ordinarias y de repente pasa algo extraño y está inmediatamente naturalizado." Así, precisamente, se mueven sus exabruptos: como un hecho extraño que, por alguna mutante razón, inmediatamente parecen devenir naturales, poderosamente cercanos y reconocibles.
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