Domingo, 18 de septiembre de 2016 | Hoy
ARTE > HAZLO Tú MISMO
Desde hace varios años funciona, con epicentro en Buenos Aires y extendida a toda la región sudamericana, la Fundación para la Difusión del Arte Contemporáneo en el Mercosur y Alrededores (las siglas son, no muy cómodamente pronunciables, FDACMA), un espacio que nuclea muestras, intervenciones y jornadas colectivas no convencionales y siempre pensadas por el joven artista Lino Divas. Ahora el Museo de Arte Moderno presenta Hazlo tú mismo, una muestra que exhibe algunas de las gestiones más ocurrentes de la FDACMA en fotos, esculturas y collages de diversos artistas. A continuación, una historia de este colectivo lúdico que también supo insertar discusiones políticas y económicas hacia adentro del mundo del arte.
Por Leopoldo Estol
La FDACMA (Fundación para la Difusión del Arte Contemporáneo en el Mercosur y Alrededores) tiene una sigla difícil, casi imposible de pronunciar, y como su nombre lo indica es un espacio que busca aunar la producción simbólica de su región. Aunque desde el vamos aparecen algunos indicios que dan a pensar que no se trata de una fundación tradicional: en principio el logo es una banana pelada parecida a la que Warhol proyectó para el famoso disco de la Velvet Underground. Otro dato: la Fundación no tiene un espacio físico definido, su hábitat es internet o para ser más específicos, cierto aire serio de la web que funciona como neblina porque en la medida que empezamos a seguir las muestras, las intervenciones y las jornadas colectivas de la FDACMA nos damos cuenta de que lo que trasciende es un entrañable espíritu amateur.
Por estos días una verdadera yuxtaposición de gigantes se vive en San Telmo, donde el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires recibe algunas de las gestiones más ocurrentes de la FDACMA. En la pequeña sala del primer piso del Moderno se puede ver Hazlo tú mismo, exhibición que comparte la Fanzineteca, una ínfima parte de una frondosa colección de fanzines marcada con los inquietos dedos del público; la siguen de cerca fotos, esculturas y collages de la colección de la FDACMA que incluyen una codiciada camiseta de fútbol en donde Diego Maradona y Claudio Caniggia sellan su profusa complicidad con un beso. También obras del carismático artista peruano Daniel Alva que retratan escenas cotidianas de su vida en La Carbonilla, un barrio de casas de ladrillo a la vista en pleno Chacarita. La muestra es una caja llena de sorpresas porque a medida que se va avanzando surgen zungas, figuritas intervenidas, afiches que plasman en pocas palabras las alternativas para una votación en curso, guiños que invitan a abordar el arte de nuestra región como un cohete que se encuentra en la cuenta regresiva o como un enigmático fractal que siempre tiene algo más para mostrarnos.
La FDACMA puede parecer la obra de un númeroso equipo de trabajo pero detrás de esa gran fachada institucional está Lino Divas. Solo o acompañado, dependiendo de la ocasión, pero siempre cauto, coordinando, asistiendo a los demás con parsimonia, invitando a participar, repartiendo los roles de un gran juego. Lino nació en Buenos Aires en 1981 y a los seis años se fue a vivir a Monte Grande donde su familia vislumbró la posibilidad de disfrutar de una casa con jardín. Aprendió a dibujar por aquella época: le gustaba copiar las caricaturas de jugadores de fútbol que venían en el diario. Y como copiaba bien, después aprovechaba su propia producción para hacerles regalos a sus primos cuando cumplían años. En la adolescencia el dibujo perdió ese lugar mágico; así fue como al terminar el secundario Lino se anotó en Administración de Empresas para abandonar la carrera al poco tiempo y probar con Psicología en la UBA. “En las clases en vez de tomar apuntes siempre dibujaba. Me di cuenta con el pasar de los meses: mejor me dedico a dibujar que es lo que me gusta”. Como no tenía referencia de un familiar o alguien que se dedicarla al arte, elegirlo fue un paso difícil.
Era la época en la que Claudia de Río, a través del Club del Dibujo, invitaba a dibujar en las nochecitas de verano. La época del libre albedrío que cobijaba Appetite en un gigantesco local venido abajo y el final del Proyecto Venus, todas instancias que Lino reconoce entre sus influencias. “La Fundación la empecé para legitimarme a mi. Yo quería tener un sello institucional que dijera ‘lo que hace este chabón es válido’ aunque no me conociera nadie.” Entonces, junto a un amigo que viajaba a Alemania armaron una carpeta con obra de ambos y también de otra gente que se entusiasmó para exhibirlas en Europa respondiendo a una convocatoria de la que se habían enterado vía internet. Pero la muestra en tierra teutona naufragó y no llegó a concretarse. Entonces su amigo regresó de viaje y mostraron el material en varios lugares. “Hacíamos fiestas y aprovechábamos para mostrar las obras de la carpeta. En esa época, alrededor de 2007, hicimos muestras sobre arte frutal, sobre el apocalipsis, otra sobre arte digital en el recordado espacio Rayo Lazer de Avenida Lacroze. Como en toda movida colectiva algunas obras iban quedando en mi casa y los artistas no pasaban a buscarlas. Les pregunté si querían donar las obras y formar parte de la colección de la FDACMA y ahí empezó a tomar forma.”
Las muestras aprovechaban las rendijas de la ciudad. Las fiestas incentivaban el cruce entre tribus, otras veces el fracaso de las negociaciones con una galería podía activar abordajes más inmediatos (como en Chile, donde se utilizó un departamento en alquiler para mostrar las obras por unas horas). Algunas artistas que Lino conoció en el IUNA, junto a otros con quienes entabló un vínculo a través de la web, se repartían las paredes temporarias: Andrés Aizicovich, Gala Berger, Mario Scorzelli (que en el Moderno actúa como curador de la FDACMA), Cotelito y los chilenos Anibal Bley y Martín Bruce. Viajar, ampliando la geografía cotidiana fue siempre parte del plan y en poco tiempo se concretaron muestras en la galería Rusia de Tucuman, en la Universidad de Córdoba y en el Museo Pettoruti de La Plata.
Le siguieron unos mensajes misteriosos escritos en pasacalles y distribuidos a lo largo y ancho de varias ciudades del país: San Miguel de Tucumán, Bahía Blanca, Oberá o Buenos Aires. “Telepatía es amor”, “Soy tu voz de la consciencia macanuda” y “Toque bocina si usted cree que Jesús era enano”. En todas calles se repetía la cara de sorpresa de los transeúntes y una misma pregunta: ¿quién diablos colgó ese mensaje ahí? Ingeniosos juegos de palabras, sutiles quejas con humor y arengas al ciudadano desconocido fueron pedidas a partir de una convocatoria en las redes. El objetivo, según Lino, es buscar el extrañamiento en el ciudadano a través de una textualidad original. Obra que tiene su ascendente flaneur al igual que su potencia poética intacta. Se votaron las mejores frases y luego se pintaron pasacalles elevándolos en lugares especialmente elegidos para generar esos misteriosos señuelos que más de una vez terminaron siendo viralizados. Mensajes que ya sólo el recorte y su ampliación los vuelve insoslayables provocaciones grouchomarxianas. Otro de los proyectos de la FDACMA que surgen de este ánimo que va en pos de lo absurdo buscando una excusas para juntarse y hacer algo tuvo al dibujo como epicentro.
Desde las 18 del 30 abril del año en curso a las 18 del 1º de mayo se extendió una sucesión de actividades y talleres gratuitos sin pausa que Lino bautizó como la Maratón del Dibujo. El encuentro tuvo lugar en los apretados tres ambientes de La Sede, un espacio cultural del barrio porteño Villa Crespo. “Quería hacer una jornada de 24 horas, medio cansadora, que el cuerpo este ahí metido, que sientas el esfuerzo, algo medio deporte-arte, y subdividir y entregar el espacio a otros, porque ese es el modus operandi de la Fundación. Invitamos a cualquiera que quiera hacer una actividad vinculada al dibujo y así armamos la programación. Me gustaba que cualquier persona pudiese ir en cualquier horario e iba a encontrarse con algo. También, salir del horario de siete a diez de las muestras. ¿Qué pasaba si se hacía algo a las 5 de la mañana?” El encuentro tuvo sus altibajos. A las 5 de la mañana eran 4 personas pero a la noche explotó y después conforme fueron pasando las horas de la mañana empezó a volver la gente.
Escribir un artículo sobre la práctica artística de Lino Divas parece una labor interminable, la diversidad de sus búquedas recuerda a como los niños juegan en las puertas giratorias de los antiguos bancos. Al espíritu celebratorio de las reuniones que promueven un retorno activo al dibujo, se suman las intervenciones callejeras y los experimentos curatoriales de los cuales su muestra actual es un buen referente. En Hazlo tú mismo la FDACMA se presenta a elecciones, cinco distintas listas se anuncian mediante afiches que promueven un abanico de posibles nuevas autoridades. Cada una tuvo que realizar un spot de campaña, un afiche artesanal y explicitar su plataforma electoral, y serán los asistentes a la sala de exhibición los que finalmente voten y decidan sobre el futuro de la Fundación. Consultado acerca de este escenario, Lino cuenta que él se pondrá al servicio de quién resulte ganador o ganadora. Pero esta propuesta democrática en el seno de su proyecto no se trata de mero formalismo: en julio Lino Divas representó a Plataforma La Unión y presentó sus ideas en un encuentro que Ana Gallardo y el equipo de La Verdi gestióno en La Boca y en donde se evaluaron estrategias grupales en pos de definir entre los presentes un horizonte común de acción en la defensa de los derechos de los artistas. “Es muy evidente que el artista esta en una situacion muy desprotegida, en la relación con la galería, con el museo y primeramente en una disputa discursiva con los propios artistas que todavía no se consideran trabajadores. Un paso previo a la organización es tener conciencia de que estamos en la misma. Hasta que no se plantean esas discusiones hay que aprovechar las instancias de visibilidad para volver público el debate.” Una de las acciones que fomentó Lino fue la utilización de un sello que se pueda estampar sobre materiales diversos y que llama la atención sobre contextos en los que los artistas se ven obligados a invertir más de lo que les corresponde. El sello es sencillo y dice “Artistas patrocinando institucionales culturales”. En la muestra hay otro sello con el que los visitantes pueden estampar a piaccere, “El arte también es un trabajo” que parece ser una buena vuelta de tuerca sobre las dudas que invadieron al fundador de la FDACMA a la hora de comenzar su camino en el arte. La muestra que cobija el Moderno es difícil de definir, dentro de ella conviven obras y sensibilidades de artistas poco conocidos con distintos artilugios que tironean de los resortes de una institución apócrifa con lucidez. Porque la legitimidad de esa urna también puede ser extendida a lo métodos de elección que se utilizan para elegir las autoridades en el Moderno y los demás museos públicos donde son pocos los concursos y demasiados los cargos que se eligen a dedo. La FDACMA se ganó su merecido pedazo de atmósfera, siendo una exposición cuestionadora y crítica que no relega el clima de ensoñación que hace falta para abstraerse y viajar más lejos de lo habitual.
La muestra Hazlo tú mismo se puede ver hasta el 1° de octubre en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Av. San Juan 350. Martes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19. Sábados y domingos, de 11 a 20. Entrada: $20. Martes gratis.
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