Domingo, 22 de mayo de 2005 | Hoy
NOTA DE TAPA
¿Qué lugar ocupa Antonio Berni en el arte argentino hoy? ¿Cuánto queda por descubrir en su obra? ¿Cuál es su influencia sobre los artistas contemporáneos? ¿Por qué es el máximo artista argentino del siglo XX? En el año del centenario de su nacimiento, el Centro Cultural Rojas produjo especialmente (bajo la coordinación de Eva Grinstein) el documental Berni por los otros, en el que convocó a una treintena de artistas, críticos, coleccionistas y curadores para que dijeran lo que quisieran sobre el padre de Juanito Laguna y Ramona Montiel. Radar reproduce algunos de los testimonios más sobresalientes del resultado.
Una vez cruzado el umbral de la consagración nacional e internacional, lo más lógico es que el artista se deshumanice. Que ascienda a la categoría de leyenda o de mito, y que esas proporciones heroicas lo alejen cada vez más de las razones concretas, terrestres y cotidianas que contribuyeron a empujarlo hacia la cima. Antonio Berni es, sin duda, el modelo ejemplar del artista argentino consagrado: su nombre es sinónimo de incuestionable y su obra es saludada entre los máximos aportes culturales del siglo XX argentino.
La figura de Antonio Berni recibe este año numerosos homenajes a raíz del centenario de su nacimiento. En este contexto, el Rojas se propone rendirle tributo alimentando y a la vez desmenuzando su condición de mito. ¿Cuáles son los motivos puntuales que los protagonistas del arte contemporáneo local encuentran hoy para rescatar el legado de Berni? ¿Qué cuadros o qué detalles de sus cuadros; qué aspectos biográficos; qué colores, qué influencias y acaso qué misterios convierten a Berni en una figura tan importante? El video Berni por los otros intenta recortar un archivo de opiniones –entre muchos otros posibles– sobre el creador rosarino.
Una treintena de testimonios de artistas, curadores, coleccionistas y otros integrantes del circuito del arte argentino actual confluyen y se contradicen en esta suerte de rompecabezas donde las piezas no son necesariamente las correctas, pero donde el resultado final es contundente. Berni revisado, Berni reconstruido en las voces de los otros. Argumentos sobre Berni en las palabras de Jorge Macchi, Roberto Jacoby, Marcelo Pacheco, Orly Benzacar, Mauro Herlitzka, Gustavo Bruzzone, y muchos otros. Algunas alabanzas, algunas críticas, ningún cuadro ni foto. Sólo opiniones. Un registro de ideas que hablan de Berni, y al mismo tiempo, un documento sobre los otros que hablan sobre él.
Mildred Burton (artista): Antonio, el mayor artista argentino. De toda la historia argentina.
Mauro Herlitzka (coleccionista): Maestro de maestros.
Ana Quijano (crítica): Desde que murió en 1981 ha dejado un lugar vacante que ningún artista ha vuelto a ocupar.
Alberto Passolini (artista): En este momento se puede pensar que ese sitial que se construyó Berni tiene a alguien sentado, pero creo no, que todavía esa silla sigue vacía y está bueno que así sea. Que haya otros artistas que se construyan otros lugares.
Rafael Cippolini (crítico): Nadie le quita su podio, es una silla ganada y eso me parece que es lo peligroso: es una silla muy ganada. Ya la tiene, es él, él es el Siglo XX.
Jorge Macchi (artista): No todo me parece maravilloso. Hay partes que realmente no me interesan, pero en el conjunto de obra, quizás con algunas incoherencias, me parece fantástico.
Marcelo Pombo (artista): No me interesan demasiado los temas de las pinturas de Berni, me parecen convencionales, mientras que como estilista me resulta apasionante.
Roberto Jacoby (artista): No me gusta tanto cuando es muy anecdótico, cuando trata de meter la anécdota de Juanito que va a la villa, que tira el Sputnik, toda esa parte me parece lo más floja de todo.
Miguel Rothschild (artista): Es un artista muy literario, que cuenta historias.
Martín Di Girolamo (artista): Son cuadros en que no sentís al tipo diciendo: “Bueno, acá vos tenés que ver la trágica vida de Juanito”. Lo sentís directamente, no hacés un esfuerzo por leer eso.
Jorge Helft (coleccionista): Fui a Estados Unidos y volví habiendo comprado en Bonino un cuadro importante de Antonio que sigue gustándome muchísimo y que tengo desde hace años en mi comedor. Se lo comenté. Y me dijo: “¿Pero qué cuadro era ése? Porque esos cuadros que dejé en Nueva York y que hice para la última muestra, eran bastante infames. Bonino me presionó porque no tenía gastos para llevar los cuadros desde aquí, entonces a último momento, tres semanas antes de la muestra, compré latas y desperdicios y armé una docena de cuadros que eran bastante malos. Me extraña mucho de que vos con tu ojo hayas comprado eso”. Antes de que le pudiera contestar me dijo: “Bueno, había un solo cuadro, que fue el primero que hice allá, que es una obra fuerte, que es Juanito Laguna y su familia mirando televisión”. Y bueno, era ése el que había comprado yo. Le dije y me contestó: “Ah, menos mal, me sacaste una espina, pensé que te habías dejado engatusar por uno de esos cuadritos que no valen nada”.
Roberto Jacoby: Él manejaba el mercado con mucha habilidad: tenía cosas para un mercado y cosas para otro.
Patricia Rizzo (curadora): Finalmente fui al taller de Berni, al de la casa de su hijo José Antonio, y estaba todo exactamente como lo había dejado él: las telas desenrolladas, un montón de óleos, una pila de latitas, una pila de alambre aplastado, un rincón de cartones. Todo dividido por rubros como si los hubiera armado Juanito Laguna.
Ana Longoni (investigadora): Carpani consideraba a Berni y a los pintores comunistas como “pintores de la miseria”, usaba esta expresión para hablar de pintores que representaban a personajes marginales, pero lo hacían en técnicas que lo único que propiciaban era que finalmente decoraran los livings de los pequeños burgueses.
Magdalena Jitrik (artista): La gran paradoja es el cuadro Los desocupados, que está en una colección privada de un financista, cuya relación con el capital es la creación de desempleo.
Luis Linder (artista): Él podía hacer algo con un Juanito Laguna, pero ahora ningún artista podría hacer algo con un Juanito Laguna. Antes había una feria americana del intelecto con unos restos de compasión o de un humanismo secularizado que permitían no decir: “Esta gente elemental y primitiva que es posible rescatar” y demás... Hoy en día vamos a comer y está la gente pobre aquí al lado y son como figuras transparentes. No sé si estoy diciendo una gran cosa. Hablo de la realidad de Buenos Aires.
Jorge Macchi: Otra cosa que me llama mucho la atención de Berni y del momento actual es cómo en algún momento se percibió a Berni como un artista cuyos temas hablaban de una determinada época de la historia argentina: las villas miserias, la basura y la cultura de la basura. Y cómo de repente en los últimos años todo eso volvió a aparecer como si fuera un tema muy presente en la cultura argentina.
Ana María Batistozzi (crítica): En los ‘90, Berni tuvo muchísimo que decir a la gente de los ‘90. De nuevo aparecía con Desocupados, con esa especie de irrupción tan brutal de la miseria. Por eso me gusta mucho, y en especial La gran tentación, porque es esa obra en la que la seducción del pop art está utilizada como un recurso muy especial relativo a los fines de Berni.
Laura Bartkis (historiadora del arte): Dicen que Berni decía que el arte no depende de los ingredientes sino del sentido con el que se los usa. Hay una buena cocina del arte y esa cocina tiene que ver con el sentido. Ese significado lo puede materializar plásticamente de un modo que hace que la pintura de Berni tenga una doble entrada: una pintura muy popular por un lado, y muy culta a la vez.
Ana María Batistozzi: La obra de Berni cuenta una historia de la Argentina. Desde la inmigración, las casas italianas, el espacio del barrio, el almacén de la esquina, la madre que cose y la niña que da sus primeros pasos. Que podría haber sido cualquier niña de barrio que en los años ‘30, ‘40 iba a aprender piano, danza en el Conservatorio de la esquina. Todas esas obras de Berni son posibles para alguien que ha prestado muchísima atención a esa forma de manifestarse de lo auténticamente argentino en ese momento.
Miguel Rothschild: Me interesa cómo él utiliza géneros populares. Viendo las series de Ramona Montiel y Juanito Laguna, pero también los grabados y los Monstruos. En todo tiene una fuerza increíble. Ya de chico me envolvió mucho eso.
Roberto Jacoby: La serie de Los Monstruos todavía hoy me molesta. No la puedo ver como un objeto estético tranquilo. Me irrita, cosa que es muy raro que alguien de esa generación te irrite; en general te aburren o te producen veneración.
Luis Linder: Si tengo que decir algo picante o atrevido sobre Berni, no sé si lo voy a encontrar. Le tengo una especie de admiración. Incluso la obra que se considera académica es de todas maneras muy respetable desde el punto de vista académico.
Rafael Cippolini: Yo creo que Berni es un artista central, quizás el artista argentino central del Siglo XX, pero ya es demasiado igual a sí mismo.
Alberto Passolini: Ahora está de moda hablar mal de Berni.
Diana Aisenberg (artista): Para mí Berni no existe. Picasso tampoco.
Claudia del Río (artista): Yo nunca llegué a Picasso, a Berni sí.
Diana Aisenberg: A mí me llevaban a Ital Park y me llevaban a ver Juanito Laguna. Conocí a Ramona y a Juanito Laguna, pero a Berni no.
Claudia Del Río: Yo copié a Berni en alguna época. ¿No copiaste nunca a Berni?
Diana Aisemberg: No.
Claudia del Río: Choreabas materias.
Gustavo Bruzzone (coleccionista): Yo quería, allá por el ‘97, ‘98, que existiera una revista de artes visuales, y empecé a pensar cómo la podíamos hacer y me reuní con mucha gente. Una vez coincidimos en casa con Jorge Gumier Maier y Rafael Cippolini, justo antes que apareciera la revista. A mí parecía que la revista tenía que tener un nombre emblemático de las artes visuales argentinas: el nombre de un cuadro famoso, de un artista argentino. Ese día entre Rafael y Jorge empezaron a tirar ideas y de pronto salieron Juanito Laguna y enseguida Ramona Montiel, Ramona. Quedó Ramona. Un año antes de que con Roberto Jacoby hiciéramos el primer número ya sabíamos el nombre de la revista. Ramona cumplió 5 años el 27 de abril. Y en realidad es un poco y en mucho un homenaje a Antonio Berni.
Martín Di Girolamo: Berni presenta la vida de este personaje de Juanito Laguna, remontando un barrilete y siendo feliz en su micromundo que desde afuera es visto como tremendo, marginal y opresivo, y sin embargo, está contando una realidad cotidiana del pibe que no está sufriendo, está en su mundo. Punto.
Ana Quijano: Cuando la encumbrada Marta Traba criticó a su personaje de Juanito Laguna y lo calificó de antihéroe, Berni dijo: “Una cosa es ser un chico pobre y otra cosa muy diferente es ser un pobre chico”.
Mildred Burton: Me enteré por uno de estos señores que compran obras: Berni se había accidentado y había llegado a una sala de guardia y había sido internado en un lugar común. No es que murió por eso, muere tal vez por hacerle una traqueotomía en la primera sala, se le produce un infarto. El señor me dijo: “Corro para allá porque tengo un montón de obras de él que no me ha firmado”. Una cosa de locos. No nos dejaron entrar porque no éramos familiares, pero hicimos como una guardia. Pero no lo soportó.
Gachi Hasper (artista): Ninguna relación con mi obra.
Mildred Burton: Es mi mayor maestro o influencia. Interna, eh. Siempre me emociona.
Magdalena Jitrik: No me siento una seguidora de Berni, pero me encanta.
Miguel Rothschild: Nunca me puse a pensar si él influenció directamente mi obra.
Dalila Puzzovio (artista): No sentí que conscientemente él haya influenciado mi obra.
Juan Carlos Romero (artista): La mejor época de Berni o la que me afectó más directamente a mí fue la parte de los grabados. Yo había sido alumno de Fernando López Anaya en la Universidad de La Plata y él nos había introducido en el concepto de imprimir los objetos encontrados, el collage gráfico. Esto se unió con los trabajos de Berni, de collage, de Juanito Laguna y Ramona Montiel.
Leonel Luna (artista): La época que más me pegó de Berni fue la de los años ‘50, cuando él va a Santiago del Estero a ver lo que era el interior, la situación social. Yo hice una experiencia interesante: fui a Santiago del Estero a la misma zona que él había retratado en su obra La comida. Les mostraba a los santiagueños el cuadro y ellos se sonreían e identificaban el lugar, pero no se sentía muy identificados ellos con las figuras que estaban ahí. Quise recrear el mismo cuadro e hice posar a la gente en las mismas actitudes. Pero cuando agarraba la cámara de fotos ellos se ponían su mejor ropa y posaban muy alegres. Contrariamente al cuadro de Berni, donde están todos angustiados, deprimidos, con las caras magras, flacas. Sólo se puede replicarlo formalmente.
Rafael Cippolini: Con respecto a las influencias, tanto en aquellos que se consideran herederos como en los que no se consideran herederos de Berni, lo que más me interesa es lo que no tienen de Berni.
Orly Benzacar (galerista): Berni fue un personaje que estuvo en mi vida desde muy chica, él personalmente. Cuando mi mamá empezó con toda esta actividad, Berni fue de los que la impulsó y la acompañó mucho. Yo iba de la manito de mi mamá a todos lados. Y cada vez que nos encontrábamos con él siempre expresaba su deseo de hacerme un retrato. Finalmente una vez mi mamá me dijo: “Vamos a lo de Berni a ver si te hace un retrato”.
Jorge Helft: Finalmente me traen una niña de unos 15 años, la mamá medio atimorada a ver qué va a hacer Berni con su hija.
Orly Benzacar: Y me sentó y de pronto sacó una caja de pasteles o algo así y en diez minutos me hizo un retrato, de esos retratos de los que hay millones.
Jorge Helft: Entonces me explicó cómo hacía esos retratos: “Tomo una foto de la chica, pero finalmente pongo en el taburete a uno de mis asistentes santiagueños y le pinto siempre la misma cara con esos grandes ojos”.
Orly Benzacar: Mi retrato es uno más, no tiene ninguna particularidad, sólo que es mío.
Jorge Helft: Entonces empiezan los comentarios: “Es parecida”, “No es muy parecida”. Y muchas veces las madres dicen: “Pero mi chica está muy aniñada. Parece una niña y ya es una señorita”. Y Berni me contaba: “Yo no digo nada porque pagan ellos. Pero pienso ‘Bueno, querés más tetas, te voy a poner más tetas’.”
Orly Benzacar: Debo confesar que detesto estos retratos de Berni. Adoro sus collages y cuando se pone más bizarro y oscuro. Paralelamente, en ese período, en los ’60, él hacía los collages, pero no los mostraba ni se los vendía a nadie porque nadie entendía qué hacía este tipo con toda la chatarra. Era muy loco, sacaba estos retratos porque claramente le daban de comer.
Jorge Helft: Y al final decía: “Lo tengo que hacer porque me pagan bien y con esto vivo mejor.”
Orly Benzacar: Por otro lado estaba haciendo un cuerpo de obra como la que dejó, de una densidad, de unos tamaños... Para mí era medio Disneylandia ir a su taller y ver esas obras monumentales.
Mildred Burton: Lo tengo presente siempre, como si estuviera vivo. El apretón y esa cosa que cuando llegábamos de la calle estiraba un camastro, y nos servía vino o café en unos tachitos y otras cosas que volcaba ahí, en su casa de la calle Lezica.
Patricia Rizzo (curadora): Viví varios años con Oscar Boni, que era ayudante de Berni cuando era muy joven, a los veintipico de años. Y yo le decía: “¿Por qué no me contás un poco cómo era Berni, cómo era la relación cuando vos y Pablo Suárez eran ayudantes?”. Él me decía: “El viejo era un hijo de puta, le encantaban las minas”. Eso fue lo más sobresaliente que me contó: que estaban armando la serie de Juanito Laguna y que Suárez decía: “Mirá lo que pasa por ahí”, ellos se acercaban y Berni decía “¡Qué tetas!”.
Mildred Burton: Recuerdo un lugar que él tenía, medio secreto, especialísimo, no puedo decir dónde es porque por ahí meto la pata, donde se reunía con un hombre extrañísimo, Polonio, y hacían pequeños dibujos muy eróticos con chicas en vivo.
Dalila Puzzovio: Le pedimos a Antonio que participara con nosotros en la ambientación de Save Valentino que era en un conventillo en la avenida Libertador y Antonio, con su gran generosidad, nos mandó una obra que no nos gustó mucho y que en nuestra locura y falta de respeto se la empezamos a retocar. La estábamos retocando y justo llegó Antonio, que le pareció de lo más normal y no reprimió nada.
Mildred Burton: Fue gracias a Berni que pude mantenerme en Europa, al principio. Él me daba obras y decía: “¿Y esto para qué lo quiero?”. Yo las vendía y con eso me mantenía.
Adriana Lauría (curadora): Era proteico. Nunca paró de trabajar, era como una especie de –y malditas las comparaciones– Picasso argentino. Después de trabajar casi 10 años con su obra sigo pensando que es inabarcable, inconmensurable, alucinante, multifacético, no deja de asombrarme.
Rafael Cippolini: No vamos a conocer a otros Berni, vamos a seguir conociendo al mismo. La historia ya está muy escrita, muy subrayada.
Mauro Herlitzka (coleccionista): Hay un mundo todavía para revisar y trabajar en la obra de Berni. Es un campo infinito y sólo una parte está trabajada. Hay mucho material para investigar de lo que fue el siglo pasado con su más importante y destacado artista.
Ana Longoni: De lo mucho que circula sobre Berni hay todavía una dimensión no conocida sobre la relación que él sostuvo durante más de 30 o 40 años con el Partido Comunista. Y es una cuestión aplicable también a muchos artistas argentinos. Es una historia pendiente.
Gachi Hasper: Romero Brest decía que es llamativo que un artista haga un cambio importante en su obra después de los 50. Berni hizo cambios hasta que se murió. Y para mí ése es el síntoma de un gran artista, de un tipo que está trabajando, que está vivo.
Marcelo Pombo: Las pinturas que hizo a partir de los 70 años son milagrosas. Para los parámetros de un maestro del siglo XX no hay puntos tan altos. Muchos se quejan de la falta de reconocimiento internacional de Berni. Él pintó una Argentina latinoamericana. La América latina que pintó no era americanista ni indigenista sino cocoliche y cambalache. No sé si estamos preparados para aceptarlo ni siquiera nosotros.
Marcelo Pacheco (curador): Visitando sus exposiciones, Berni siempre me devolvía algo que tenía que ver con cierta incomodidad, con cierta molestia. Berni me enfrentaba con cierta sensación de algo que estaba desubicado, con algo que yo estaba viendo y que no debería estar ahí puesto. Y era una incomodidad relacionada con la sensiblería, la ternura o el mal gusto. Me costó muchos años acostumbrarme a que Berni venía con eso.
Roberto Jacoby: Berni se atrevía a lanzarse en el mal gusto con una tranquilidad que muy pocos se atreven. En el fondo Berni era realmente kitsch, no se hacía, como otros.
Luis Linder: Berni era más avanzado para su época que yo para la mía. Yo soy uno de los que transpiran para no quedarme atrás, y él, en cambio... Era uno de los pocos que tenía algo para decir.
Berni por los otros se proyecta de lunes a viernes de 11 a 19 hs. hasta el 27 de mayo en el Centro Cultural Rojas (Corrientes 2038).
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