Domingo, 2 de abril de 2006 | Hoy
FOTOGRAFíA > EL PARAKULTURAL EN IMáGENES
Para Adrián Rocha Novoa, el Parakultural en cada una de sus sedes fue como su propia casa. Cuando fotografió las noches del mítico semillero del under porteño, no pensó en dimensión histórica alguna. Por eso, su muestra privilegia fotos que, antes que mostrar caras conocidas, buscan recuperar un ambiente, una atmósfera, una época. Pero esos rostros famosos están allí, por supuesto, en sótanos y galpones, sobre el escenario, entre tragos y humedad.
Por Cecilia Sosa
Si hay lugares que hacen historia, el Parakultural debería llevar la suya escrita en tinta limón. Este miércoles inaugura Los 90, el Parakultural, una muestra de fotografías de Adrián Rocha Novoa que retrata el mítico-centro-de-la-cultura-no-oficial desde un ángulo distinto. Atención: la muestra no pretende ser cronológica, ni exhaustiva; tampoco mostrar las caras más conocidas regresadas a una anacrónica lozanía. Muy por el contrario, busca recuperar un clima, ambiente, texturas y colores, más allá de los personajes que conmovieron sus escenografías precarias y zumbonas. Una suerte de backstage anónimo de lo que supo ser el centro oficial de perturbaciones de la cultura demiurga y que hoy sigue guiñando un ojo desde algún zapping distraído por la TV local.
La historia es harto conocida. 1986, Omar Viola y Horacio Gabin alquilan un sótano oscuro y húmedo en Venezuela al 300. Es el comienzo de los ensayos abiertos de las Gambas al Ajillo, Batato Barea, Alejandro Urdapilleta. El espacio se abre al público bajo el nombre de “Centro Parakultural” y comienzan las trasnochadas de teatro, música en vivo y artes plásticas de esa estética aún imprecisa que despuntaba en medio de una democracia vacilante. En 1990, el Sindicato de Porteros compra el edificio y se niega a renovar el contrato. El Parakultural continúa sus actividades en el Galpón del Sur con “las citas Parakulturales” y en las varietés del Parakafe. A fines del ’91 abre un nuevo Parakultural “New border”, un galpón en Chacabuco al 1000 donde una segunda camada se suma a lo que por entonces había devenido institución. Alfredo Casero, Marcelo Mazzarello hacen sus primeras apariciones en los “jueves experimentales” y también se pasean Mariana Briski, Valeria Bertucceli, Orge, Graciela Mescalina, Pinchevsky, Damián Dreizik y Carlos Belloso, que venían de Venezuela. A mediados de los ’90 triunfan los vecinos y el Parakultural cierra definitivamente.
En el momento de colgar las fotos, el curador Alejandro Montes de Oca tuvo dos opciones: o atenerse a lo documental, a los nombres, a las fechas, a la época, y entonces dar ciertas explicaciones; o tratar de recuperar algo de aquella atmósfera. Y optó por la segunda. En total, se exhibirán 25 imágenes inéditas, sacadas entre 1988 y 1993 en ambas sedes (Venezuela y Chacabuco), y arrinconadas por Rocha Novoa por más de quince años. Dípticos, trípticos o individuales a gran escala. “Cuando saqué esas fotos no pensaba en la dimensión histórica. Tenía un pase libre que me había dado Omar Viola y estaba ahí permanentemente. Era como la casa de uno, podías fotografiar todo sin que nadie hiciera cuerpo a tierra. Las fotos son eso, gente tomando en una barra o un corte de pelo. A esta altura no importa mucho quiénes son”, dice Rocha, que además de fotógrafo estable hacía luces, sonidos y pasaba música en una y otra sede.
Aunque hasta último momento, autor y curador se resistieron a colgar imágenes de personajes conocidos, algunas caripelas famosas se filtraron. Se recomienda dar una vuelta por el primer piso de la Alianza Francesa y espiar un poquito cómo era todo antes de que lo raro se volviera oficial. Aquí, un anticipo comentado por el autor que el 26 de abril, a las 19.30, tendrá un encuentro abierto con el público.
Del 5 al 28 de abril en la galería de la Alianza Francesa,
Córdoba 946, 1º piso. Gratis.
Público de Chacabuco. / Vista de Chacabuco. Apréciese la precariedad. / Una obra en acción, imposible descifrar cuál.
Vista del galpón de Chacabuco. Escenografías a la espera. En las mejores épocas había tres funciones de teatro por noche. Después sesión trasnoche y a eso de las tres de la mañana, banda en vivo. Los vecinos, re podridos. Por esa época, los shows ya se anunciaban en los diarios. Era una institución con nombres fuertes que habían trascendido el underground. Los actores jóvenes iban sólo a dejarse ver. /
Ignatz, músico de Los Apestosos, una de las bandas que tocaban casi exclusivamente en el Parakultural. A veces, durante los shows subía al escenario Luca Prodan. Le gustaba mucho la banda y además vivía a dos cuadras. También en la última noche de Venezuela.
Fiesta despedida Horacio Gabín, Eduardo Bertoglio y Alejandro Urdapilleta en la última noche del mítico sótano de Venezuela. Fiesta despedida. Después vendrían las citas parakulturales en el Galpón del Sur, y el Parakafé, Humberto Primo al 600, lugares completamente impensables después de Cromañón.
Omar Viola O el artífice de todo en el bar de Chacabuco. Perfil oscilante, pero siempre dispuesto a mostrar lo que sea. Anfitrión de la primera camada (Gambas al Ajillo, Batato Barea, el Club del Clown, Vivi Tellas) y de todos los que la siguieron. No sólo para los amantes del arte escénico. También hubo música y plástica. Alejandra Fenoccio, Ana López, Alicia Herrera y Pablo Soria colgaron sus cuadros. En algún momento en Venezuela expuso Pérez Celis. Y todos los conchetos que fueron a verlo dejaron los autos en la calle y cuando salieron no encontraron ni un estéreo.
Mañanita Parakultural sede Chacabuco. 4.30 de la mañana, gente que desmayó en el bar del entrepiso. Sueño o alcohol en demasía. Un galpón de madera, techo a dos aguas, patio y entrepiso.
Quince años que ganaron en onda Chica del público que luego fue novia de uno de los estables. El autor cree recordar que se llamaba Natasha. Atención a las medias: dice que todavía no se notaba la influencia menemista en la cultura de la noche.
Alta trasnoche O la encaro o me voy a dormir. Pocas interesadas en agarrar viaje.
Vista aérea de Chacabuco, entrada del sótano. Sillones, cosas que aparecían de la nada, donaciones. Llegabas un día y había tres pianos, dice el fotógrafo. / Fotografiaba artistas y público con la idea, favoreciendo la opinión que cada uno tenía sobre su propia imagen. Este es Horacio Gabín. Quería aparecer así. El autor prefiere no revelar el truco del humo.
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