Domingo, 17 de enero de 2010 | Hoy
La compulsión de la conexión y la ansiedad de la inmediatez. La información disuelta en un océano de fragmentos. El pensamiento epigramático y veloz. El ocaso de la contemplación. La obsolescencia de la memoria individual. La nueva conciencia colectiva. Las comunidades que florecen. El saber al alcance de la mano. La Verdad astillada en verdades. La difusa frontera entre trabajar y pavear. Como todos los años, el sitio Edge.org –que reúne a los intelectuales, científicos y artistas más brillantes del presente preocupados por el modo en que la ciencia está cambiando nuestras vidas– organizó su pregunta anual entre sus miembros. Esta vez: ¿Cómo está cambiando Internet tu forma de pensar? Y como todos los años, Radar reproduce algunas de las mejores respuestas.
Por Carlos Silber
Vino de lejos e hizo parecer todo muy pero muy cerca. Y eso que, más allá de las visualizaciones tan lisérgicas, tan rizomáticas que deslumbran como si fuera un árbol de Navidad recién encendido, nadie sabe en verdad cómo luce, cómo late, en qué devendrá en los próximos años. O si es que piensa por sí misma y al hacerlo nos piensa a nosotros. Lo cierto es que Internet se infiltró en la vida de la gran mayoría de la humanidad (sí, es cierto, aún hay personas que no saben ni lo que es una computadora) como un trampolín para saltar y hundirse en el mar de la información.
Internet –“la naciente nación, el nombre del nuevo mapa geográfico, el modificador del espacio y el tiempo humanos”, como dice el gran sociólogo argentino Christian Ferrer– se infiltró en nuestra piel. Digerido el impacto de su repentina aparición, ahora a la Red se la siente. Su velocidad, su ubicuidad, su ruido sordo se aprecian en el cuerpo incluso cuando la computadora finalmente se calla.
Nadie lo quería admitir hasta que en julio de 2008 un periodista especializado en temas tecnológicos llamado Nicholas Carr escribió un artículo en la revista The Atlantic titulado “¿Nos está haciendo estúpidos Google?”. Ahí dejaba caer como una bomba: “Mi concentración se pierde tras leer apenas dos o tres páginas –confesaba–. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. Es como si tuviera que forzar mi mente divagadora a volver sobre el texto. En dos palabras, la lectura profunda, que solía ser fácil, se ha vuelto una lucha. Y creo saber qué es lo que está ocurriendo”.
Unos lo criticaron ferozmente, otros lo aplaudieron pero la mayoría que leyó esa carta de honestidad digital dejaron de apuntar hacia afuera para ver qué sucedía por dentro. El texto de Carr se replicó tanto por la web que constituye el corazón de la pregunta de este año del sitio Edge.org, aquel que reúne a lo mejor de aquello llamado “tercera cultura” –científicos, escritores, artistas de ideas explosivas–, que cada 365 días le toman la temperatura al mundo con sólo una pregunta. En este caso: “¿Cómo está cambiando Internet tu forma de pensar?”.
“Un nuevo invento ha surgido, un código para la conciencia colectiva, lo cual requiere un nuevo modo de pensar –anticipa su editor, John Brockman–. La mente colectiva externalizada es la mente que todos nosotros compartimos. Internet es la oscilación infinita de nuestra conciencia colectiva interactuando consigo misma.”
He aquí, como recoge Radar todos los años, las 20 mejores respuestas.
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