Domingo, 17 de enero de 2010 | Hoy
Por Esther Dyson
Amo a Internet. Es una herramienta que cualquiera puede usar para sus propios propósitos, malos o buenos, grandes o pequeños, triviales o importantes. Y tiene una característica increíble: la inmediatez. Podés encontrar respuestas instantáneamente. Si estás solo podés conectarte y encontrar a alguien con quien chatear. Pero a veces pienso que lo único que nos da son calorías vacías, azúcar: videos cortos, posteos en blogs, tweets, pop-ups. El azúcar es tan fácil de digerir pero nos termina dejando más hambrientos que antes. Peor que eso: después de un tiempo, muchos de nosotros estamos predestinados a perder nuestra capacidad para digerir azúcar si consumimos muchas cantidades. A largo plazo, nos enferma, nos provoca indigestiones. ¿Ocurre esto con el azúcar de la información? ¿Nos volveremos alérgicos a ella?
Esther Dyson es autora de Release 2.1 y una reconocida pensadora del mundo digital.
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