Domingo, 6 de enero de 2013 | Hoy
MúSICA > JEFF LYNNE REVISITA E.L.O. Y LAS CANCIONES DE SU INFANCIA EN DOS DISCOS
Ahora que la crítica musical se rindió definitivamente a los pies de Electric Light Orchestra –banda bendecida por John Lennon que, en su momento, fue bastante ninguneada– y la hizo ingresar a la gran historia del rock, su líder Jeff Lynne, superproductor y solista brillante, decidió regrabar las once mejores canciones de su banda con los estándares sonoros de 2012. El resultado, Mr. Blue Sky: The Very Best of Electric Light Orchestra, es un compilado anómalo, con nuevos arreglos y sonidos diferentes: el trabajo de un obsesivo. Y el de un romántico, como demuestra el otro reciente lanzamiento de Lynne, la colección de versiones Long Wave, con canciones de los años ’50, la era pre-rock, la de su formación sentimental. Y todo esto mientras los fans aguardan, para mediados de este 2013, su próximo y muy esperado disco solista con material nuevo.
Por Sergio Marchi
“Lo que quería cuando era chico, lo conseguí. Todo. Por ejemplo, cuando era un pibe que tocaba en una bandita de Birmingham quería desesperadamente trabajar con The Beatles. ¿Cuáles eran las chances de que eso sucediera? Ninguna. Y sin embargo, sucedió.” Jeff Lynne es un hombre afortunado y no solamente por ese milagro de haber podido trabajar con The Beatles en su acto de resurrección de 1995, cuando los produjo restaurando una cinta que había grabado John Lennon antes de morir como demo. Quizá su destino haya sido señalado cuando el propio Lennon dijo en una entrevista de 1974 que él llamaba a la Electric Light Orchestra “hijos de Beatles”. “Para mí, ‘Showdown’ es un gran tema –se explayó–, y debió haber llegado al número uno. Recuerdo una declaración que hicieron un tiempo atrás cuando se formaron y dijeron que querían arrancar desde donde The Beatles dejaron en ‘I am The Walrus’. Ciertamente lo hicieron y además están haciendo cosas que nosotros no hicimos.”
Jeff Lynne se debió haber sentido enormemente halagado por el elogio de Lennon. Para cuando lo hizo, Roy Wood, su co-comandante en Electric Light Orchestra, se había bajado de la nave para armar otra diferente llamada Wizzard. Es que E.L.O. se construye a partir de una promesa entre ambos a fines de los ‘60. Roy Wood tenía que cumplir con algunos compromisos pendientes con su grupo The Move, ya en vías de extinción; necesitaba un cantante y guitarrista y su candidato era Jeff Lynne, que tocaba con The Idle Race. Lynne dijo que sí sólo con la promesa de que ambos armarían juntos una banda completamente diferente. Esa fue Electric Light Orchestra, pero Roy Wood no quiso seguir adelante después del primer disco titulado No Answer, por una equivocación de una secretaria que llamó a Lynne para preguntarle el nombre del álbum. “No responde”, le dijo al ejecutivo, que entendió que así se llamaba ese primer trabajo de diciembre de 1971.
Pero más allá de los más de 50 millones de discos vendidos de la E.L.O., la producción de The Beatles, y varios de sus miembros como solistas, George Harrison, Paul McCartney, Ringo Starr, a los que se podría sumar a Tom Petty, Traveling Wilburys y Regina Spektor, Jeff Lynne tiene una vida propia aunque no lo parezca. Es como un recluso que se enreda feliz entre los cables, las consolas y los instrumentos del estudio que posee en su hogar y no tiene mucho interés en lo que pasa afuera. “A mí –dice Lynne–, lo que me gusta es grabar y regrabar. No reniego de la música en vivo, pero el estudio es mi hogar.” Su primer disco solista, Armchair Theatre, fue publicado en 1990 y pasó casi desapercibido. Zoom, de 2001, fue un gran intento de resucitar a E.L.O. con nuevas canciones, y pese a su calidad, también fue un fiasco en ventas. Hubo un plan de remasterizar toda la obra de E.L.O. que quedó por la mitad; también se publicaron algunas compilaciones muy taquilleras porque la música de la banda estaba más presente que nunca en películas, avisos comerciales y sobre todo en las radios del mundo entero, cualquiera fuese su estilo. Este fue el punto que le hizo ruido a Jeff Lynne.
“Cada vez que escuchaba alguna de las canciones de E.L.O. por la radio, sonaba bien, pero no tan bien como yo pensaba que debería sonar teniendo en cuenta que transcurrieron unos treinta años y que en ese tiempo yo aprendí muchísimo como productor. Ni hablar de la tecnología que antes no alcanzaba y ahora hace todo muchísimo más fácil. Dejé de grabar en cinta hace cinco años, porque digitalmente ahora se puede hacer todo más rápido y mejor. Lo único que no se ha podido replicar es ese sonido, ese pequeño siseo de la cinta que ha sido usada varias veces por las regrabaciones. Es lo único que extraño de la época analógica. Para probar mi punto, me puse a regrabar ‘Mr. Blue Sky’, simplemente como entretenimiento, para ver cómo sonaba. Se lo hice escuchar a mi manager y le encantó. Me preguntó si tenía más. Entonces grabé otras dos canciones. Y después seguí.”
La elección de “Mr. Blue Sky” no parece casual, ya que fue uno de los temas que se eligieron en la compilación sonora que dio inicio y cierre a los Juegos Olímpicos 2012, realizados en Inglaterra, los que dieron cuenta del aporte sonoro del rock al inconsciente colectivo. Con el propósito de satisfacer su actual estándar sonoro, Jeff Lynne siguió grabando y regrabando hasta que tuvo listas once canciones (para él es el número exacto de temas que debe tener un disco), y le agregó un bonus track con una canción inédita de 2005: “Point of No Return”. Esa es la historia del recientemente aparecido Mr. Blue Sky: The Very Best of Electric Light Orchestra, que atenta contra la naturaleza comercial del compilado, que es extraer ganancia de un producto que ya la otorgó en su momento y que no hay que volver a construir. A ese producto viejo, Jeff Lynne lo hizo de nuevo. Pero en contra de lo que se esperaría, utilizando nuevos arreglos y sonidos diferentes, Lynne prácticamente se copió a sí mismo. “Simplemente le quería dar la sustancia y la actualización que no escucho en las viejas versiones. Es una cuestión de sonido, no de que no me gusten las antiguas interpretaciones. Si tuve suerte, lo diré cuando escuche estas nuevas versiones en la radio.”
Al mismo tiempo que trabajaba en sus viejas canciones, Jeff Lynne se desdoblaba en otro proyecto... en el que recreaba canciones más viejas todavía, sólo que habían sido compuestas por otros. Es raro que alguien decida volver a las lides de la música con dos álbumes, para comenzar; pero más extraño aún es que lo haga con dos trabajos que no contienen nuevas composiciones. ¿Se le secó el pozo a Jeff Lynne? ¿Acaso necesita más dinero para comprar más y más equipos para su estudio interminable? Una sola escuchada a Long Wave (una antigua denominación que para no-sotros sería “onda corta”) deja en claro que no. Se trata de un disco de versiones, sí, pero sumamente especial que atrapa desde la tapa, la imagen de una esquina de Birmingham en los años ’50, que fue el período formativo de Jeff Lynne. “Cuando mi padre estaba en casa, los fines de semana, ponía la radio a todo volumen y escuchaba música todo el día. Estas canciones son las que transmitían en ese entonces, y casi todas ellas son de antes de que llegaran The Beatles. Algunas ni siquiera tienen que ver con el rock, pero todas son extraordinarias. Mi método fue simple: como no leo partituras las sacaba con la guitarra y, cuando me las sabía bien, ponía un metrónomo y grababa la base de guitarra. Sobre eso grabé todo lo demás por mi cuenta, salvo las cuerdas. Encontré que en esas canciones, algunas de ellas complicadas más que nada por los arreglos pomposos de la época, aparecían acordes que yo utilizaba en E.L.O. Aumentados y disminuidos, acordes que George Harrison solía llamar ‘el acorde pícaro’.”
Long Wave es un disco que pese a contener material muy antiguo suena moderno y maravilloso. Quizás eso tenga que ver con la aproximación con la que trabajó Jeff Lynne en todas las canciones. “Lo que quise hacer es desnudarlas al máximo, por eso sólo grababa la guitarra y después el acompañamiento mínimo. Pero también quise respetar los arreglos preexistentes en las canciones. Traté de dejarlas frescas, despojadas, para que el sonido pudiera tener espacio. Hice una lista de más de veinte canciones, que habré escuchado cien veces cada una para poder empaparme bien de ellas. Y cada vez que las escuchaba me volaban la cabeza.” El repertorio de Long Wave abarca desde temas como “Smile”, un instrumental utilizado originalmente en la película Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin, y popularizado por Nat King Cole en 1954, hasta “Love Is A Many Splendored Thing”, un número uno de The Four Aces, un tema ultrameloso con aparatosos arreglos que representaba la música tradicional al tiempo que el rock and roll comenzaba a asomar la cabeza. Cuando se suponía que “She”, de Charles Aznavour, no podría resistir una nueva versión después de la que hiciera Elvis Costello para la película Notting Hill en 1999, Jeff Lynne consigue quitarle el melodrama y, en cambio, envolverla en un vestido de ensoñación. Y también se da el gusto de rockear en temas como “Have Mercy”, un oscuro número de rhythm & blues que interpretaran, entre otros, The Rolling Stones y Charly García, que se constituyó en el tema de difusión a través de un video muy divertido donde cuatro Jeff Lynne tocan y dialogan entre sí.
El músico prometió un nuevo disco con material propio e inédito para 2013, lo que seguramente será aguardado ansiosamente por sus fans. Sin embargo, toda esta operación ayuda a restaurar un nombre que nunca fue muy bien tratado por los supuestos entendidos del rock. Electric Light Orchestra siempre fue un grupo despreciado por lo popular de sus canciones (más de veinte hits en su haber), y por cierta falta de glamour y algo de grasitud en su “nave espacial”, que fue su elemento identificatorio durante los años en que el grupo se presentó en vivo, es decir, la década del 70, donde supuestamente esas desmesuras estaban permitidas. En Argentina se los veía como un grupo pop y comercial, que lindaba con la música disco, por temas como “Evil Woman”, “Livin’ Thing” y sobre todo “Last Train to London”. Cuando un grupo llamado ELO II (esto es, todos los integrantes menos Jeff Lynne) vino a tocar por primera vez a Buenos Aires, lo que hicieron con innegable calidad, se sorprendieron ante el pedido del bis: el público quería escuchar “Last Train to London”, que para ellos fue el lado B de “Confusion”. Tuvieron que hacer memoria y recordar la canción en el camarín o enfrentarse al repudio. Les salió bien, por suerte.
La cuestión es que el público más rockero y los críticos musicales, con el correr de las décadas, fueron haciendo un mea culpa y de a poco reconociendo que Electric Light Orchestra hizo discos magistrales, muy interesantes, o sencillamente buenos, y canciones que resisten el paso del tiempo, que se ha llevado no pocas vanguardias de otras eras. “No me veo a mí mismo como a una estrella de rock –dice Lynne con humildad–; más bien me siento un cantante, un guitarrista, un compositor, un productor; lo mío tiene que ver más con lo que hago que con un personaje. Disfruto el reconocimiento del trabajo y el haber compuesto todas esas canciones. Mentiría si no admitiera que encuentro cierto placer en haberlo hecho, especialmente ahora cuando esas canciones suenan más que nunca. Cuando trabajé en un boxset que se editó en el 2000, recordé cuánto me gustaba esa música. Y desde entonces parece que las canciones de E.L.O. tienen más y más demanda. Especialmente en mi casa.”
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