Domingo, 8 de febrero de 2015 | Hoy
> THE NEW BASEMENT TAPES
Una de las más agradables sorpresas asociadas al súbito furor por The Basement Tapes que generó su demoradísima edición oficial y completa a fines del año pasado fue la aparición de The New Basement Tapes. Es el nombre del proyecto que agrupa a un puñado de músicos convocados por T. Bone Burnett para musicalizar dos docenas de letras perdidas de Bob Dylan, que datan de la misma época que las legendarias cintas. Integrante de la banda de Dylan desde la época de The Rolling Thunder Revue y amigo personal desde entonces, T. Bone cuenta que todo comenzó hace un año y medio, cuando recibió un llamado desde las oficinas de los abogados de su amigo, anunciándole que habían encontrado una caja con letras manuscritas e inéditas de su cliente que databan de aquella época. “La pregunta que me hicieron fue: ‘¿Te gustaría hacer algo con ellas?’”, escribe T. Bone en el website dedicado a The New Basement Tapes, un proyecto que empezó a maquinar antes de colgar el teléfono. Lo que se propuso el productor del momento –habitual responsable de las extraordinarias bandas de sonido de las películas de los hermanos Coen, pero también productor de Robert Plant y Elton John, entre tantas estrellas a los que ha ayudado a revitalizar sus carreras– fue pensar algo que hiciera justicia al espíritu en el que las letras fueron escritas originalmente. “Bob estuvo colaborando entonces con un extraordinariamente talentoso grupo de músicos, que podrían haber liderado cada uno su propia banda”, explicó Burnett. “Así que el primer paso fue encontrar un grupo de cantautores y líderes de bandas capaces de trabajar juntos para escribir, cantar e interpretar melodías para esos versos juguetones y apasionados.” El supergrupo de cantautores que armó T. Bone –todos a los que llamó le dijeron que sí, confesó– tiene una figura paterna en Elvis Costello, y se continúa con Jim James de My Morning Jacket, que ya había demostrado sus credenciales dylanianas destacándose claramente con su aporte en la banda de sonido de I’m not there. La estrella del momento es Marcus Mumford, de Mumford & Sons, y completan el equipo Taylor Goldsmith, de los ascendentes Dawes, y la cantante Rhiannon Giddens, de los Carolina Chocolate Drops. “No sólo todos tienen el talento y el mismo espíritu abierto y colaborativo necesario para que esto funcione, sino que son todos arqueólogos musicales. Todos saben cómo cavar sin destruir lo que están queriendo descubrir”, explicó Burnett, que reservó el legendario estudio de Capitol en Los Angeles para marzo del año pasado, y convocó a un equipo para realizar un documental sobre todo el asunto. A pesar de que lo más interesante del desafío, según lo expresó T. Bone, era la posibilidad única de poder colaborar con aquel Dylan que tenía 27 años cuando escribió aquellas letras, el resultado tiene un admirable vuelo propio. Las críticas, obviamente, recaen sobre el hecho de que estas nuevas Basement Tapes no tienen demasiado que ver con aquéllas. Y en eso dan en el clavo. Si Dylan y sus muchachos se encerraron en un sótano a tocar pensando que nadie nunca los iba a escuchar, los Basement Wilburys de T. Bone supieron siempre que los ojos del mundo musical iban a estar puestos en ellos, aunque más no sea por el hecho de que cada vez que intentaban tocar algún tema, había una cámara filmándolos. Pero aun así, Lost in the River –el flamante primer disco del proyecto– es deslumbrante. Abre de manera gloriosa con “Down in the Bottom”, con James al frente; sigue “Married to my Hack”, estelarizada por Costello y la guitarra de T. Bone; y para la contagiosa tercera canción –“Kansas City”, con Marcus Mumford en la voz y Johnny Depp en guitarra, algo así como el hit del disco– el oyente casual sabe que llegó para quedarse, y no abandonará la magia hasta el final de los 20 temas de lo que aparentemente es apenas un primer disco. Si bien se pueden rastrear aquí y allá innumerables pistas dylanianas en las letras, el sonido final tiene más de T. Bone y de los músicos intervinientes que otra cosa. A pesar de la pesada mochila histórica con la que cargaron desde el comienzo, The New Basement Tapes logra hacer música que convoca nuevos misterios. No hay sótano ni río que pueda con eso.
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