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Domingo, 16 de agosto de 2015

> UNA ENTREVISTA A TERRY CLAYBON, ENTRENADOR DE BOXEADORES DE HOLLYWOOD

ENTRENANDO CON IRA

 Por Mariano Kairuz

“Este chico no sirve, no puede tirar un golpe, me trajiste a la persona equivocada”, le dijo el entrenador Terry Claybon al cineasta Antoine Fuqua, y eso debió encender una alarma cuando faltaba solo medio año para el comienzo del rodaje de Revancha. La historia del cine de boxeadores está repleta de las leyendas de actores que hicieron tremendos experimentos sobre sus propios cuerpos para convertirse literalmente en púgiles profesionales para la pantalla, por un vital compromiso con su trabajo o, cuando más no sea, porque el riesgo de fingir mal algo tan específico y caer en el ridículo es muy grande. La más conocida de estas leyendas es la de Robert De Niro, que interpretó a Jake LaMotta a lo largo de décadas y debió volverse atlético y luego un auténtico lechón. Ahora, año y pico atrás, Jake Gyllenhaal empezó a trabajar junto a Fuqua y Claybon para convertirse en un gladiador moderno en un momento crítico, muy preciso de su carrera: cuando está en la cima y a punto de empezar a descender. Ya no es un chico, le quedan unos cuantos rounds más en el cinturón y eso es todo.

Para expresar con el cuerpo ese momento, Gyllenhaal, que venía de perder peso para su película anterior –la más que interesante e injustamente ignorada en su estreno, Primicia mortal– debía recuperar fibra, sumar músculo y empezar a entrenar, que es la razón por la que recurrieron a uno de los mejores para la tarea en Hollywood, el entrenador de estrellas –actores, cineastas y modelos– Claybon. Fue ahí, cuando empezaron, que Claybon llamó a Fuqua –el director de Día de entrenamiento– a quien entrenó durante quince años, y le dijo, en confianza, aquello: “Este chico no sirve”.

“Tenele paciencia, dale una oportunidad”, le contestó Fuqua.

Lo que siguió fueron seis meses en los que Claybon trabajó junto a Gyllenhaal prácticamente todos los días, seis horas al día divididas en dos sesiones de tres, una por la mañana y otra por la tarde, que eran acompañadas por una dieta acorde al estado físico que debía exhibir el personaje. Lo que para un simple mortal puede parecer una suerte de acto de magia, para Claybon es el trabajo cotidiano. No solo entrenó a Fuqua, también lleva casi dos décadas entrenando a Denzel Washington para casi todos los papeles físicos que hizo en sus películas en este tiempo, y eso incluye Huracán, la película de 1999 sobre el boxeador falsamente condenado por asesinato Robin “Hurricane” Carter.

Por trabajos como este, hoy Claybon es una celebridad entre las celebridades: con treinta años de experiencia como entrenador, manager, instructor y coreógrafo técnico de peleas, propietario y presidente del gimnasio de boxeo LB4LB, él mismo es un ex boxeador con treinta y nueve peleas amateur y tres campeonatos Golden Glove, de los que se retiró invicto. Alguna vez trabajó junto a Ali cuando –ya retirado– este necesitó ponerse en forma en poco tiempo para una presentación en el popular programa de la televisión americana 60 Minutes. En su labor con actores, además de Washington, entrenó a Matt Damon para hacer sus muy físicas escenas en las películas del espía amnésico Jason Bourne (y también para hacer de rugbier sudafricano en Invictus, de Eastwood), así como a Kevin Spacey, Nicolas Cage, y Ben Affleck; Pamela Anderson y los hermanos Wayans, las supermodelos Tyra Banks y Gisele Bundchen. Y a varios atletas profesionales, entre ellos luchadores de peso pesado como Damian “Bolo” Wills, varios futbolistas estrella de las ligas nacionales estadounidenses, y al menos una estrella de la NBA, Al Harrington. A sus tareas como entrenador para la película y diseñador de la coreografía de las peleas puestas en escena, en este caso Claybon también suma una pequeña participación como actor junto a Forest Whitaker, que es quien interpreta al entrenador Tick Wills, el hombre en un principio renuente que acepta ayudar a Billy Hope (Gyllenhaal) a levantarse cuando toca fondo, y cobrarse su “revancha”.

“Sí, es verdad que en un principio le dije que Jake Gyllenhaal que no parecía que ibamos a poder hacerlo”, le cuenta Claybon a Radar en una entrevista telefónica. “O que no íbamos a poder hacerlo a tiempo, porque ya había una fecha fijada con Fuqua para el comienzo del rodaje. Pero el compromiso de Jake fue total, y duplicamos el entrenamiento normal que haríamos para un trabajo así: Jake hizo esas tres horas por la mañana, en las que nos acompañaba el director para ir siguiendo la construcción del personaje de Billy Hope, y otras tres al anochecer, de fortalecimiento, acondicionamiento y cardio. Para cuando terminamos su preparación, no solo estaba en condiciones de moverse como lo haría un boxeador profesional, sino que salía a correr unos ocho kilómetros y hacía dos mil abdominales diarios. Es algo que requiere mucho esfuerzo, y yo lo llevé al límite. Y es que nos propusimos que todo lo que viéramos en pantalla se viera real, en los cuerpos y en las peleas”.

La mayoría de las películas de boxeo suelen hablar de muchas otras cosas, como los ambientes pobres de los que provienen los luchadores, su ascenso y su caída. ¿Le parece que reflejan el universo real del box tanto como parecían hacerlo en los años de Rocky y Toro salvaje?

–Hay algo de eso pero yo creo que Revancha es otra cosa, que su tema central se corre de ahí, no es solo la película del tipo que lo tiene todo y lo pierde todo. Creo que en el fondo tiene que ver con la ira de su protagonista, con un enojo que no es capaz de controlar y que de alguna manera juega un papel en la tragedia que parte su vida al medio, costándole su familia, su relación con sus amigos y su carrera. Es una película esencialmente sobre eso: sobre un hombre tratando de superar esa ira. Que es algo que he visto en muchos muchachos que vienen a entrenarse; y que a muchos chicos les ha impedido avanzar.

El entrenador Tick Wills esgrime la filosofía de que el box es una disciplina tanto del cuerpo como de la mente...

–En ese sentido Jake abordó el boxeo con la mente abierta, mientras que la mayoría de los tipos vienen muy en plan “macho”. Ingresar a la cabeza de un boxeador y tratar de entenderla fue tan importante para él como hacerle justicia al guión y a su personaje. Casi todo el mundo piensa que preparar este papel es un asunto puramente corporal, pero uno debe prepararse mentalmente, tanto como en una pelea verdadera, y salir al ring y ser capaz de establecer un estilo distinto para cada enfrentamiento.

Un detalle interesante de Revancha es que cuando Billy Hope empieza a reentrenarse para volver, su entrenador le enseña principalmente una técnica de defensa, una tipo de bloqueo que termina resultándole clave. La película muestra con mucha precisión el proceso de aprendizaje de esta defensa y su aplicación en el ring, pero parece increíble que un tipo como Hope haya llegado a campeón sin conocerla.

–Es algo que les pasa a muchos boxeadores: que llegan a lo más alto sin saber bloquear. Y muchos triunfan de todas maneras cuando son jóvenes porque son duros y valientes, porque pueden aguantar los golpes y tienen corazón. Pero la verdad es que hay muchos entrenadores que sencillamente no saben cómo enseñar esto. Fue uno de nuestros objetivos con Antoine, que estas maniobras se vieran con mucha claridad en la película. Yo coreografié los enfrentamientos; buscamos que el espectador los entendiera y pudiera disfrutarlos, como los disfrutan los que suelen ver box.

En la larga tradición de cine sobre boxeo que hay en Hollywood, ¿qué diría que es lo que más comúnmente se ha representado de manera incorrecta?

–Las películas casi siempre muestran a sus protagonistas practicando un solo estilo de pelea. Y el box en la vida real se compone de muchas tácticas y estrategias, y un boxeador se entrena aprendiendo una combinación de estos estilos, no uno solo; de esa manera tiene más oportunidades a la hora de enfrentar a su adversario. Esto definitivamente es algo que no se ve en los films, y que nosotros tratamos de incorporar para darle más realismo. Jake entrenó para tener el cuerpo de un boxeador y moverse como un boxeador de verdad, y yo lo entrené y le enseñé a moverse como lo haría un boxeador real en su situación.

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