> COSQUíN (1997)
› Por Fernando D´addario
Charly García apenas estuvo diez minutos arriba del escenario Atahualpa Yupanqui, pero su participación en Cosquín en 1997 ganó más centimetraje que las nueve lunas del festival. Mercedes Sosa, que estaba cansada de Cosquín y de buena parte de la camarilla folklórica de la época, se entregó a uno de sus arrebatos de punk criollo: invitó a García para que la acompañara en la noche de cierre. Charly dijo que sí. Para qué... Las radios cordobesas más conservadoras, en complicidad con las “fuerzas vivas”, activaron su hipersensibilidad telúrica para que la presencia de Charly no manchara el buen nombre coscoíno. “Todos sabemos que está enfermo y la juventud del folklore podrá tomar vino o cerveza, pero nada más”, arengó Víctor Godoy de Los 4 de Córdoba. Otros, que querían mostrarse más tolerantes, contemporizaban: “Es preferible que vengan artistas locales a que lleguen músicos extranjeros” (Alberto Oviedo, cantante folklórico). Los “rockeros” que por entonces empezaban a inundar las peñas “marginales” de Cosquín pedían por Charly, a quien, seguramente por no haber reservado con anticipación, ningún hotel aceptó hospedarlo.
Nadie sabía si estaba o no en la ciudad. Algunos decían que no se iba a animar a cantar en “El Festival Mayor del Folklore”. Julio Márbiz había recomendado, por lo bajo, que no se presentara. Contrataron un cuerpo policial de elite para prevenir desmanes. Se ponía énfasis en su historia maldita con Córdoba. “En esta provincia se bajó los pantalones”, decían. No sólo eso: García había dicho que no pensaba morirse en Córdoba sino en Hollywood. Para completarla, una de sus canciones emblemáticas, “Peperina”, tenía como protagonista a una cordobesa que no quedaba muy bien parada que digamos.
Cuando Mercedes comenzó a cantar “Rezo por vos”, se escuchó desde el público un “aguante Charly”, y una suerte de murmullo creciente, que llegó al clímax cuando el músico subió al escenario en medio de la canción y se sentó tras el teclado. La Negra se acercó y lo abrazó. Después llegaron “Inconsciente colectivo” y “De mí”. Para el final, unas 12 mil personas cantaron con Mercedes y con Charly su respetuosa versión del “Himno Nacional”. Si Charly estaba drogado, lo llevaba bastante bien. Saludó y se fue, ovacionado. Una de las radios más populares de Córdoba dictaminó: “La plaza está llena de porteños. Este no es el pueblo de Cosquín”. Por las dudas, ATC, que tenía los derechos televisivos, no transmitió el recital.
La noticia, al día siguiente, fue que no había pasado nada. No hubo muertos, ni heridos. Mercedes Sosa les dijo a los periodistas: “A Cosquín no vengo más”. Charly no hablaba. Los filmaba a todos, con su camarita. Estaba feliz.
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