Domingo, 11 de diciembre de 2011 | Hoy
“Coppola no quería a un compositor de Hollywood, escuchó mi Pasión según San Marcos, le interesó mi trabajo y me llamó. Después nos hicimos muy amigos y trabajamos juntos con mucha comodidad”, dice Osvaldo Golijov. Sin embargo, se parece bastante a un músico de cine, por lo menos en su nueva encarnación, más parecida a Gustavo Santaolalla (que ha tocado en la grabación de su ópera Ainadamar, que tiene a García Lorca y Margarita Xirgu como personajes, y con quien trabaja habitualmente, para Café Tacuba o el Kronos) que a los viejos sinfonistas, en la tradición de Bernard Hermann y, más cerca, de Jerry Goldsmith y John Williams. Como Santaolalla, Golijov trabaja con objetos encontrados. Cita hasta el extremo. Si en su ópera hay flamenco no es la orquesta clásica la que remeda el género, sino que se incluyen un cantaor y un guitarrista. En su Pasión, que busca reflejar el cristianismo americano, aparecen músicos caribeños y bailarines de capoeira. Para Tetro y Juventud sin juventud –los films de Coppola para los que trabajó–, Golijov puede componer tanto auténtica falsa música de Piazzolla como chamamés. “Me interesa lo dramático en música”, comenta. Radicado en Boston y una estrella en el discreto mundo de la música clásica actual, asegura que “el cine y la ópera tienen mucho en común; son musculares, están vivos”.
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