Hay una obra irlandesa cuya historia me gusta mucho: el hijo recorre los pubs de Irlanda contando cómo mató a su padre. Y el padre hace lo mismo, contando cómo mató a su hijo. Se habían peleado realmente, cada uno pensaba que había matado al otro, y eso se convirtió para cada uno de ellos en una manera de ganarse la vida. Pero desgraciadamente, un día se encontraron en el mismo pub... Yo soy un poco igual. He contado tanto mi historia que mi historia es a la vez verdadera y falsa y, mezclada, se volvió una obra. La gran suerte de los artistas es que todo lo que es negativo en ellos, si lo transforman en obra, se vuelve positivo. El hecho de haber realizado una obra con mis características de joven artista, tímido y extraño, me salvó. Mi educación no fue la mejor que se pueda recibir, hubiera podido ser, incluso, peligrosa. Pero fue en parte gracias a ella que me convertí en artista.
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