Dueño ya del estilo que lo haría famoso pocos años después, el Don Fermín que Quinterno empezó a publicar en 1926 en Mundo Argentino es una auténtica rareza, “la respuesta más contundente a la lucha de poder en el hogar burgués del modelo Trifón-Talero”, según escriben Gociol y Gutiérrez. La violencia contundente ejercida por el despótico Don Fermín ante las mujeres de su hogar devendría años más tarde en parodia de las guerras de oficina cuando Don Fermín se convierta en Don Fierro, que se publicaría durante años en la revista Patoruzú. Pero la franca crueldad que se puede apreciar en las tiras rescatadas por La historieta salvaje hacen honor al bautismo del volumen, y no dejan de sorprender leídas desde esta orilla del tiempo. El lugar preponderante que terminaría ocupando Quinterno en la historieta local está subrayado por el hecho de que la antología de esos años de prehistoria culmina presentando las tiras y planchas dominicales de Las aventuras de Don Gil Contento, publicadas en el diario Crítica en 1927, donde el dibujo –y los prejuicios– de Quinterno ya preanuncia sus personajes más famosos. Según explican los autores en el epílogo del libro, la tira se mudó al año siguiente a La Razón, donde aparecería por primera vez Don Julián de Monte Pío, un antecedente de Isidoro.