> ANICETO CASCARRABIAS, DE PEDRO DE ROJAS
“Aniceto Cascarrabias era un gran poeta, pero necesitaba el silencio más absoluto para inspirarse.” Así comenzaban el 3 de abril de 1915 las aventuras de uno de los tantos efímeros personajes que el español Pedro de Rojas publicó en el semanario PBT, un poeta desesperado por la falta de silencio, que arremete contra todo y todos, rematando cada página de rigurosas ocho viñetas con texto al pie con un resignado “No me dejan escribir versos”, el único globito de la historieta. Apenas dos meses más tarde, las desventuras de Cascarrabias culminan en una última página –-incluida también en el volumen– que remata con la confesión de que lo que le impide escribir no son los ruidos, sino su condición de analfabeto. Figura superlativa en el primer desarrollo de las historietas en Argentina según el historiador Jorge B. Rivera, Rojas se encargó de todas las planchas humorísticas y “cuentos vivos” (nombre que se les daba entonces a las secuencias de dibujos con textos al pie) de la primera época de PBT, el “semanario infantil ilustrado” que Eustaquio Pellicer, fundador de Caras y Caretas, creó en 1904 con la intención de retomar su proyecto original, que consideraba desvirtuado. Junto con colegas como Redondo, la labor de Rojas incidió –según señalan Gociol y Gutiérrez– en el pasaje desde lo cáustico político hacia las observaciones costumbristas y sociales. La historieta salvaje recupera, además de Aniceto Cascarrabias, el curioso y literal Pues señor... (1907), y Don Salamito y Doña Gaviota (1915).
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