Dom 13.01.2013
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> REP CHARLA CON LOS AUTORES

Made in Argentina

› Por Miguel Rep

Ustedes son dos jóvenes especialistas en historietas. No tienen 20 años, pero escriben hace por lo menos 15, 20 años, desde muy pendejos. ¿En qué momento se interesaron por la historieta y por qué se interesaron por este género tan extraño?

Judith Gociol: Yo lo primero que hice fue una nota para Todo es historia cuando estudiaba en TEA. Apareció la oportunidad y se me ocurrió que podía contar la historia a través de la historieta. Yo había leído historietas, pero esto fue más por una curiosidad. De chica, sin afán de ningún estudio, había leído básicamente las historietas de García Ferré, las Anteojito que compraban en mi casa. Y después fui leyendo de más grande El Eternauta, pero no era fanática. Un poco a instancias de mirar y pensar esta nota, me picó el bichito y empecé. La idea de la nota era tomar cómo la historieta reflejaba algunos hechos históricos: por ejemplo El Eternauta con el período frondicista, Patoruzú con toda la cuestión nacionalista, las primeras, por ejemplo Sarrasqueta, en relación con Buenos Aires que se estaba definiendo con la inmigración.

¿Pero te interesó desde el lado de la historia?

Gociol: Empezó por ahí, lo que pasa es que después me atrapó y seguí leyendo y avanzó un poco con otros trabajos que hice de Fontanarrosa. De lo que me di cuenta en un momento es que el último material que había era el libro de Historia de la Historieta Argentina, que hicieron Trillo y Saccomanno. Y que después queda un bache que no incluía trabajos de ellos mismos.

José María, a vos la misma pregunta que a Judith. ¿Cómo empezaste?

José María Gutiérrez: Yo me inicié en la lectura a partir de la historieta, era un niño. Iba al parque Rivadavia, cambiaba revistas, trataba de completar colecciones, tenía todas las Skorpio, agotaba Record y pasaba a Columba. Primero la historieta realista, no la historieta de aventuras; después me empezó a interesar la humorística también. Coleccionaba.

¿Quisiste ser dibujante y guionista?

Gutiérrez: Tuve una reunión con un directivo de Editorial Columba siendo niño por una carta que mandé. No sé ni cómo se llamaba, un tipo muy trajeado, muy formal, y me dijo que Robin Wood me iba a ayudar a escribir guiones, una cosa así, yo me fui muy contento, flotando. Después no hice nada. Listo. Pero pasaron muchos años, y me reencuentro con la historieta en la Biblioteca Nacional, laburando en la Hemeroteca.

¿Hace cuánto laburás en la Biblioteca?

Gutiérrez: Hace más de quince años, y trabajando en la Hemeroteca vi que había grandes faltantes de revistas de Humor, SuperHumor y Skorpio no estaban. Tuve una larga discusión para tratar de completar las colecciones e indagar qué había y qué no en la Biblioteca. Luego vino la posibilidad de hacer una muestra de historietas, que terminé curando, en el ’89. La BN tiene una colección de publicaciones antiguas que es increíiiible; todo el tiempo va apareciendo más material. Es curioso, porque hubo períodos en la BN en que las historietas se desechaban, como la literatura infantil y las revistas de erotismo. Consideraban que no tenían que estar albergadas. Eso fue hasta los ’70. Luego se incorporaron varias, algunas por donación, pero todavía hay grandes faltantes: se encuentran muchos tesoros, material de la primera, segunda década del siglo XX, material rarísimo que no está reseñado en ningún lado.

Tremendo...

Gutiérrez:Después de aquella muestra viene lo del librito que edita la Biblioteca con Página/12, sobre los orígenes de la historieta en la Argentina. De casualidad, buscando para eso empiezan a aparecer otras publicaciones, por ejemplo: un ejemplar de La vida moderna, que dirige un dibujante de Caras y Caretas, Aurelio Giménez y su hermano, que era Arturo Giménez. Se editó de 1907 a 1914. Estamos en la primera década del siglo XX: bueno, abro La vida moderna, ¿y qué hay adentro? Historietas. Comics directamente, historietas norteamericanas. Alternaban con notas, historietas modernas, o sea la historieta norteamericana con globito y todo eso y vos decís bueno: quizás éstas fueron las primeras que se publicaron en la Argentina...

Esto es importante, entonces de ahí aprende el argentino a hacer historietas, porque antes de eso no hay historietas publicadas, Caras y Caretas no le daba mucha bola al globo, eran estampas.

Gutiérrez: Ahí hay un tema. Primero tenemos que definir qué es historieta y qué no, y qué la define. Leemos muchos manuales y muchos libros, mucha teoría, aparece el modelo norteamericano, que es un modelo con globo, aparecido a fines del siglo XIX en los periódicos de Estados Unidos... ¿Qué hacemos con el resto? ¿Qué hacemos con esa cantidad de material, de época y actual, que no encaja dentro de ese molde? ¿Qué son? Digamos que la historieta es aquello que tiene un personaje fijo que se publica en forma seriada durante un tiempo, lo cual deja afuera un montón de historietas unitarias. Tenés historietas mudas, tenés historietas sin globo, sin texto y sin nada, sin palabras y son historietas, sin duda.

Definamos qué es historieta.

¿Cuál es tu teoría?

Gutiérrez: Hay que rediscutir esto: ¿qué es historieta en los márgenes? Caras y Caretas no le da bolilla al globo, como no le da bolilla nadie en general aquí en la Argentina hasta prácticamente fines del ’20, aunque con Judith hemos encontrado, vemos algunas cosas con globo en semanarios a comienzos de la década del ’20. A diferencia de EE.UU., que la historieta se desarrolla en periódicos, en la prensa diaria, en la Argentina la historieta se desarrolla inicialmente en los semanarios de actualidad, en las revistas. Tiene otro desarrollo y eso también va a influir en el tipo de historieta que se va a escribir.

¿Cuándo empiezan a salir historietas en los diarios?

Gutiérrez: El primer diario en publicar historietas argentinas es Crítica, porque La Nación publicaba, pero eran extranjeras

La vida moderna, el que vos decís, ¿qué tipo de historieta publicaba?

Gutiérrez: Lo mismo que Caras y Caretas después: historietas norteamericanas traducidas y adaptadas. Tit-Bits, hacia 1909, empieza a sacar otras historietas norteamericanas de George McManus: The newlyweds’ baby) a la que llama El nene de los Pérez; y una anterior, Pequeñas delicias de la vida conyugal, en la que están todas las obsesiones de un matrimonio burgués con su hijo. Caras y Caretas publica más tarde Viruta y Chicharrón, que en realidad es también una historieta norteamericana que no tuvo éxito allá, donde salió durante dos años, y que aquí se publica durante esos dos años y por el éxito que tiene la serie entre los lectores de Caras y Caretas la continúan dibujantes argentinos sin firma. Pero incluso antes de todo esto ya otros semanarios venían sacando historietas de periódicos norteamericanos, a veces redibujadas para hacerlos entrar en la caja de las revistas de acá. Incluso se hacía readaptación del texto.

Gociol: Se argentinizaba.

¿Cuál fue el eje para armar el libro?

Gociol: Rescatar estas historietas previas a 1930, que es cuando nosotros marcamos un cambio: empieza a tomar forma una industria, hay otra forma de relato, cambia mucho el tema, la aventura se impone más... Pero lo empezamos pensando en que son historietas que valía la pena leer. Se sostienen, tienen mérito como para poder ser leídas ahora y que básicamente no se encuentran. Todos saben quién es el Negro Raúl, todos los que andan por la historieta vieron alguna vez una historieta suya, pero ¿quién leyó una plancha entera del Negro Raúl? Si alguien quiere leerlas tiene que ir a la Biblioteca y pedir Caras y Caretas una por una y empezar a mirar qué aparece y después, PBT... Entonces puede ser una manera de acercar esa historieta de la que no hay posibilidades de leer cómodamente, encontrarla en un libro.

El tema es qué se está generando ahora como recuerdo del futuro en la historieta, porque estamos hablando en medio de una crisis enorme de la historieta, crisis no solo de producción sino de mercado... estamos todo el tiempo rememorando historietas antiguas.

Gutiérrez:Y es larguísima la crisis. Yo recuerdo haber escrito algo sobre esta crisis hace como quince años.

Gociol: Pero igual para mí se está haciendo mucho, lo que pasa es que es un relato un poco pequeño.

Porque la masividad ya no existe. No existe la masividad de Patoruzito semanal ni la de Hora Cero y Frontera, ni la de Columba... ni siquiera existe la de Skorpio que era mucho menor, Fierro ya fue una masividad interior.

Gociol: Y además hay como otro relato de época, o sea así como las sagas decimonónicas eran esas historias así a lo Madame Bovary, me parece que ahora lo que se cuenta es muy chiquito, muy de lo personal, mucho tiene que ver me parece con lo que marcan las tecnologías con el mostrarse a uno, el Facebook.

De vez en cuando aparece un milagro tipo Persépolis, donde te cuentan la gesta, o Maus, una gran historia.

Gociol: Pero se quebró esa idea de gran relato.

Lo que es un misterio. Los obreros, por ejemplo: el mismo obrero del ’45, ’55, ’65, el obrero metafísico que va al fútbol y que consume más o menos las mismas cosas, consumía Columba... ¿qué pasó con ése? ¿Por qué hoy no hay un lector masivo de historieta? D’Artagnan editaba 300 mil ejemplares por mes...

Gociol: Está la tele, hay otros consumos que aparecen. También habría que ver si sólo le pasó a la historieta o a la lectura en general...

Volviendo. ¿Qué temas en común encontraron? Por algo le pusieron La historieta salvaje...

Gutiérrez: El tema del tango aparece, por ejemplo. No sólo en la historieta, sino en las mismas notas de las revistas de comienzos de los ’20, en Mundo Argentino, en las notas de Souza Reilly que hablaban de la pornografía en el tango... Y en la historieta. Incluso en las historietas familiares, en las que la nena se fue al boliche y no dicen “Se me va a convertir en una puta...” pero más o menos... En una de Quinterno, a Don Gil Contento, en un boliche que se baila tango, una chica le ofrece coca. Le dice: “¿Querés coca?”. Así, directamente... Son cosas que van apareciendo de un universo que estaba sospechado de delito y que después desaparece de la historieta.

Gociol: Está también más fuertemente lo ideológico, la discriminación, el prejuicio contra el judío... Es lo que pasa en Tintín, que en los primeros números es racista y xenófoba...

Casi todo lo arcaico es salvaje. El tango era salvaje, la historieta era salvaje, el punk era salvaje, el rock era salvaje... siempre empieza salvaje y luego se “clasicisa” y luego decae. Ojalá estemos viviendo en lo arcaico de un nuevo arcaico... Porque la decadencia ya no la bancamos más.


Esta es parte de la charla que Miguel Rep tuvo con los autores en su programa de radio El holograma y la anchoa, que va de lunes a viernes, de 23 a 23.50, por la AM 750 (www.radioam750.com.ar).

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