El primer personaje humorístico de la larga tradición local nada casualmente es el primer chanta de la (pre)historieta argentina. Publicado durante quince años en la revista Caras y Caretas, en historias a una sola página con textos al pie del cuadro, Don Goyo Sarrasqueta es heredero directo de la tradición local de caricatura política, ya que Manuel Redondo se había formado junto a Eduardo Sojo, el alma mater de la revista Don Quijote, que junto con El Mosquito fueron las mejores representantes de ese estilo. En las historias presentadas en La historieta salvaje, un Sarrasqueta de permanente saco y moñito pretende enseñarles a trabajar a los obreros que pavimentan las calles porteñas, sueña con ser presidente para no hacer nada, e intenta ganar un premio de pintura sin saber nada de arte. “Su caso es prototípico de toda la primera era de la historieta, en que los personajes eran desfachatadamente desagradables, tanto en el aspecto como en sus funciones: marginales, a veces imbéciles, gratuitamente violentos o simplemente crueles, advenedizos o farsantes –-escriben los autores de la antología–. Es claro que los primeros personajes fijos de la historieta no intentaban ser simpáticos y menos aún ejemplos morales, aunque en casos como el de Sarrasqueta eso delata, por oposición, la intención moralizante de su autor.”