radar

Domingo, 28 de abril de 2013

> LOS ACTORES DE SI EL DESTINO VIENE A Mí HABLAN DE LA OBRA

Capricho y libertad

Luciano Suardi

Mariana nos sumergió en un delicado mundo para “auditarnos” a nosotros mismos y a nuestra actuación. Desde el comienzo del proceso nos destinó a un sistema donde parecía que todo valía; sin embargo, las reglas iban tomando forma, se develaban en un terreno difuso, pero poéticamente certero. Para actuar en esta obra uno se tiene que preguntar demasiado a menudo: ¿qué quiero?, ¿tomé buenas decisiones?, ¿elegí o fue un accidente? Y cada pregunta cuestiona la escena anterior y también el propio pasado. Parece ser incómodo y angustiante, pero desafiar al destino se convirtió en un placer supremo, en cada ensayo, en cada función.

Agustina Muñoz

En la obra lloramos por amor, insultamos con impunidad, cantamos en francés. Mariana pide, tiene caprichos y si uno accede, aparece libertad y novedad. A lo largo de la obra hay que pasar de estado como quien cruza una calle, buscando unos hilos internos extraños y profundos capaces de acompañar al cuerpo que hace, con sentimiento. Creo que los actores, tardamos en entender cómo era esta obra; pero lo que al principio era desconcertante, ahora es algo espectacular de hacer. Un mundo misterioso. Esto lo digo de verdad; se hace muy evidente en esta obra, más que en otras, que si uno no está presente y desconcertado, la obra no sucede. Pocos directores entienden el teatro como Mariana, como una obra total en la que todos los elementos deben ser pensados y trazados con la misma laboriosidad y sentido que el texto. Eso es lo que la hace, creo yo, una de las artistas más interesantes del teatro contemporáneo, porque permanentemente corre los límites de lo teatral, se presta verdaderamente a la experimentación, con asuntos propios y complejos que son tanto formales como emocionales, creo que ahí está el quid de su singularidad: preciosismo y corazón.

Federico Gelber

Cada ensayo era una sesión placentera. Comenzando por la llegada de los “seres” al espacio (así nos nombramos a nosotros actores-personas que conformamos la obra), dispuestos a descubrir la obra a la vez que nos des–cubríamos a nosotros mismos como actores. Probando cosas nuevas con relación a la espacialidad, a la geometría de los cuerpos en correspondencia con la geometría del espacio; una confluencia de geometrías en las que entraban en juego marcaciones referidas a la “tonicidad” de los cuerpos, todas cosas hasta ese momento no/poco transitadas, más abstractas, que definen un modo particular de trabajo y también un modo particular de construcción de una obra (particular) como es ésta.

Laura Paredes

Trabajar con Mariana no se parece a nada. Es tan particular su manera de pensar el teatro que se vuelve una experiencia extraña y muy placentera. Si como actor uno intentara ir por el camino que ya conoce, se perdería gran parte del juego que ella propone. Porque, justamente, Si el destino viene a mí se ubica al costado del virtuosismo actoral, en un terreno fértil que se revela al salir unos metros del propio perímetro. Pareciera una directora más obsesionada por el proceso creativo que por los resultados, generando en los ensayos un clima de prueba constante y de profunda alegría.

Denise Groesman

Escuchar a Mariana hablar de los elásticos y las tensiones del espacio fue para mí un nuevo modo de pensar el acto escénico. Los personajes se componen en reflejos unos con los otros, están aislados, no tienen una historia que los una, somos como colores. En los ensayos y las funciones la obra cada vez se fue volviendo más profunda y seguimos descifrándola.

Laura López Moyano

La propuesta de ser muy consciente y a la vez asociar libremente como actriz en forma muy detallada me reconectó con lo más genuino de la actuación. Siempre me intrigó el modo de trabajo de Mariana. Una de las cosas que más me sorprendió en el proceso es su seguridad y su humor. Tiene muy claro lo que quiere y es muy específica al explicarlo, pero dejando un gran rango de investigación y sin ponerse solemne en ningún momento. En los ensayos tenemos muchos rituales y entre ellos es charlar y reírnos; lo tomamos como algo necesario para después entrar en la “neuralgia”, término que comenzó usando Mariana y ahora hacemos todos, para nombrar ese espacio-tiempo que se arma entre el momento, sandwichitos y el escenario. La mayoría de los personajes no son nombrados en ningún momento de la obra, pero en el guión sí y ya desde ese punto de partida te habla de cada uno de ellos. Yo revelo el mío: Osla.

Si el destino viene a mí se puede ver los viernes a las 23.15 hasta el 7 de junio en El Extranjero, Valentín Gómez 3378. Entradas: $ 60 y $ 40.

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
  • Capricho y libertad
 
RADAR
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.