Domingo, 28 de octubre de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA ENTREVISTA AL ESCRITOR JUAN CARLOS MARTINI
En su último libro de relatos "Rosario Express" -que presenta pasado mañana en la ciudad-, el rosarino Martini apela al entrecruzamiento de la ficcionalización de la biografía con la realidad histórica, con la realidad personal. "No hay escritor que no trabaje con la experiencia", señaló.
Por Fernanda González Cortiñas
Juan Martini nació en Rosario en 1944 y aunque vivió muchos años en Barcelona y desde 1984 lo hace en Buenos Aires, su vínculo con esta ciudad es casi tan fuerte como el que tiene con los libros. Aquí estudió Letras. Fue librero, periodista y editor. Hoy, con una docena de novelas publicadas, Martini es sin duda una de las voces más brillantes de la narrativa nacional. En lo que sus seguidores consideran un notable retorno al cuento, después de Barrio Chino el autor de novelas como La máquina de escribir y El autor intelectual, vuelve al relato y a su ciudad para presentar, en una suerte de homenaje a ambos su último libro, Rosario Express.
-¿Cómo sabe cuando una idea tiene destino de novela o de cuento?
-En los últimos años, por lo menos desde La vida entera, que terminé en 1981, me he considerado básicamente un novelista. Sé que no soy un buen cuentista, puedo ser, digámoslo así, un cuentista discreto. Y esto lo digo aún cuando mis primeros libros fueron libros de relatos. Pero para mí, una cosa es el relato y otra muy distinta el cuento, más allá de las retóricas y las discusiones, para mí sin ningún interés acerca de los géneros. Creo que puedo ser un buen narrador pero nunca me consideré un buen cuentista. A pesar de todo me han dicho que algún cuento mío no está del todo mal.
-¿Y qué diferencia habría entre un buen cuentista y un buen narrador?
-Ser un buen narrador -y con esto no pretendo decir que soy un buen novelista me parece que los resultados que obtengo con la novela o con los relatos, por ejemplo ahora con Rosario Express, son razonables, digamos, están en correspondencia con las cosas que me propongo. Después, le corresponde a los críticos, y sobre todo a los lectores, determinar si son buenos o no. Pero este dato sobre los géneros no me interesa mucho. Le decía que desde hace muchos años me considero básicamente un novelista y me sucedió que cuando terminé Colonia, en el 2003, como siempre lo que tenía en la cabeza era una próxima novela. Y fracasé tres años seguidos. En el 2004, 2005, 2006 empezaba novelas que, a pesar del entusiasmo inicial, a los dos o tres meses se me caían. Tardé esos tres años en darme cuenta que, quizá lo que no funcionaba era que las ideas no daban para una novela, que eran ideas para formatos más cortos. A partir de 2006 empecé a pensar seriamente en escribir relatos. Esa es un poco la génesis de Rosario Express.
-¿Alguna de esas ideas "para una novela" era la trama del relato "Rosario Express"?
-Sí, fundamentalmente la forma del tiempo, el relato más breve de todos en este libro era, en principio un proyecto de novela breve. Pero sobre todo "Jukebox". Esa era la idea para una novela y fue la que más tardé en darme cuenta de que no era una novela.
-Pregunto esto porque al leer "Rosario Express", el último cuento del libro, uno se queda con ganas de más.
-Yo creo también que ese relato tiene más una estructura de nouvelle que de relato o cuento...
-Probablemente esto tenga que ver con cierta deformación chauvinista, al encontrarse con tantos personajes, lugares y tiempos que resultan tan familiares. Supongo que esto no le ocurrirá a un lector en Buenos Aires...
-No, en Buenos Aires no ocurre, pero se lee con muchísimo interés. El lector porteño se sorprende con la ciudad que ven ahí representada. Y digo que se sorprenden, bien, en positivo, y como yo me siento esencialmente rosarino, esto me enorgullece mucho. Pero esto es así desde mi primera novela; yo situé mi primera novela y mis primeros relatos en Rosario y creo que esto hace una diferencia. Me parece que 25 millones de lectores, y somos 40, leen novelas que transcurren en Buenos Aires. Por qué los porteños no van a poder disfrutar de un relato que transcurra, por ejemplo, en Rosario.
-A partir de esta distancia uno supondría que al recrear determinadas acciones que transcurren aquí podría tomarse la licencia de modificar, de disfrazar, de inventar, incluso de mentir acerca de hechos, personajes, lugares, y por el contrario, es extremadamente puntilloso a la hora de las descripciones...
-La ficción desde luego es un espacio maravilloso para hacer muchas cosas, incluso mentir, para tener teorías sobre todas las cosas y no tener que demostrarlas. Pero en un relato como "Rosario Express" -en alguna otra parte del libro hay, no sé si mentiras, pero sí seguramente desplazamientos de lo cierto no quise permitirme la más mínima alteración de la realidad o de la verdad, en gran parte por lo que ese relato significa para mí, por el tema y los subtemas que trata. Si hay algún error es absolutamente involuntario.
-En este sentido ¿cuánto de biográfico diría que habita en su obra?
-Como dijo (Walter) Benjamín, no hay escritor que no trabaje con la experiencia. Pero más allá de eso es cierto que en mi obra hay un trabajo muy conciente, muy deliberado con la biografía, con la ficcionalización de la biografía. Las novelas de Balbi por ejemplo (Alejandro Balbi, el personaje principal de novelas como La máquina de escribir y Colonia) son un claro ejemplo de esto. Después hay otras de mis novelas, el caso de El autor intelectual, hay una ficcionalización de ciertas zonas de la biografía. Para mí Rosario Express es un modo nuevo de trabajar con la ficcionalización desde la biografía. No quiero decir con esto que pretendo renovar nada, sino que, habiendo trabajado como yo he trabajado, con consecuencia e intensidad, sobre la biografía, me propuse en este libro hacer otra cosa. En realidad quizá no me lo propuse; lo que sí se es que este trabajo tiene otro signo en relación con otros libros. Y es un signo que tiene muy presente el entrecruzamiento de la ficcionalización de la biografía con la realidad histórica, con la realidad personal; o sea, con la realidad.
-Esto suena algo extraño en boca de alguien que ha dicho abiertamente que la experimentación le ha inflingido un daño irreparable a la literatura argentina...
-Quisiera hacer una aclaración en este punto: yo considero que prácticamente toda mi obra tiene carácter de experimental, experimental en los modos de narrar, en los modos de encarar temas, en los modos de trabajar sobre la biografía. Lo que considero que le ha hecho un daño muy intenso a la Literatura Argentina de los años 80 para acá, es el abuso de una experimentación trivial, el abuso de la parodia. Estoy hablando de escritores como César Aira -no tengo ningún empacho en decirlo y quienes siguen su camino. Aira era un gran escritor en sus primeros libros, Las ovejas, El vestido rosa... Las novelas que escribe hoy César Aira son absolutamente ilegibles. Y yo creo que eso, más allá de los aplausos que recoge insistentemente en la academia, expulsa lectores. Hoy hay en la Argentina toda una serie de escritores que están trabajando para la academia. Se escriben cantidad de tesis sobre ellos y su literatura que por otro lado, es una literatura que no le interesa a nadie, una literatura que cuando llega a las librerías es rechazada por el público. Y eso significa un enorme daño que repercute en todo el campo literario, un campo de por sí, está muy, muy achicado.
(Rosario Express se presentará este martes en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia -San Martín 1080- con la presencia del autor. Los comentarios estarán a cargo de Rafael Ielpi y Osvaldo Aguirre).
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