Jueves, 17 de julio de 2008 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › VIDEO EL PERIODISTA Y REALIZADOR JUAN MASCARDI PRESENTA QUERIDO DOCTOR
Basado en la figura de su padre, un profesional peronista que trabajaba los barrios más humildes de Colón, el documental retoma voces del pueblo y se convierte en un retrato histórico y político de una Argentina que no fue.
Por Edgardo Pérez Castillo
Luego de la repercusión lograda con su primer documental, Gud mornin Colón, el periodista Juan Mascardi regresó a su ciudad natal para darle forma a un nuevo proyecto. Esta vez, el retorno estuvo vinculado con la figura de su padre, Roberto Mascardi, que después de nacer en la pequeña localidad de Espora y estudiar en la enorme Buenos Aires, regresó a Colón para formar su familia y desarrollar su carrera médica con una vocación social que iba más allá de intereses económicos. Pero Querido Doctor es mucho más que un documental sobre su padre, es también un retrato lúcido de la Argentina política (de Perón a Menem, pasando por Cámpora y la última dictadura), una pintura atractiva de la inmigración y del valor de la militancia social desinteresada.
Porque, ante todo, Roberto Mascardi era un actor social clave en Colón, la localidad bonaerense que decidió transitar por sus orillas más marginales, allí donde prestaba sus conocimientos médicos sin pedir nada a cambio. Recorrer los poco más de 60 minutos de Querido Doctor hacen posible conocer a la figura del médico, ésa que su hijo Juan decidió retratar luego de que lo convocaran para escribir un artículo recordatorio en un aniversario de la muerte.
"El documental en lo más íntimo mío es una especie de duelo --reconoce el realizador, que presentará oficialmente su obra en el marco del 15º Festival Latinoamericano de Video--. El hecho de pensar en contar la historia tal vez fue una necesidad que tuve mucho tiempo antes. Los cuentos infantiles que escuché durante toda mi infancia tenían que ver con el fusilamiento de José León Suárez, con la asunción de Cámpora, la historia política estaba atravesada por el momento en que mi viejo leía el diario a la noche y me contaba ésas historias. Mientras fui creciendo, y encontrándolas en libros, me daba esa sensación de que mi viejo terminaba siendo un testigo ocular de una época histórica muy interesante de la Argentina. Y desde una necesidad íntima busqué plasmar una mirada más universal, que es la mirada que puede tener un hijo hacia un padre con una figura paradigmática, la de un militante, un médico".
En ese sentido, Querido Doctor es claramente un documental muy personal --que tiene a Juan Mascardi como narrador y entrevistador--, pero a la vez se ofrece como un material cargado de contenido político y social. Sin embargo, el director aclara: "Hay una gran contradicción en lo político. En un punto creo que hasta la figura política queda en un segundo plano y tiene que ver más con la historia de un tipo que se vinculó humanamente con la gente otra manera, que sentía la medicina de una forma distinta a la que uno ve cuando va a un consultorio. Esa cosa del poder de la palabra. Yo voy a Colón y hay gente que se acerca y me cuenta alguna historia y en ese sentido para mí también fue un encuentro con gente que realmente no conocía. Me llevó a conocer un montón de personas que sabía que potencialmente existían y también a reflejar parte de sus vidas, porque también me interesó contar sus historias".
De esa manera, la realización es atravesada por el relato de una festiva familia de inmigrantes yugoslavos, por el de Juan Domingo y su devoción casi mística por el General, por el recuerdo de los pacientes y amigos de ese profesional que también hizo de la medicina una herramienta de contención. De un personaje difícil de descubrir en la estructura social de la Argentina modelo 2008, lo que hace de la película un documento que, inevitablemente, dispara la nostalgia por tiempos (y seres) mejores. A pesar de ello, hay una mirada esperanzadora en el trabajo de Juan Mascardi.
En ese sentido, el periodista concluye: "El documental significó resemantizar un sentimiento. Es nostalgioso, habla de lugares como Espora, que es una estación de trenes donde nació mi viejo y que se privatizó, lugares que ya no son más como eran o como se imaginaban en el proyecto peronista del 50. Y en relación al mensaje esperanzador, el final de los días de mi viejo fue muy triste, prácticamente en el final de lo que yo llamo la segunda década infame del neoliberalismo. Si bien mi viejo tuvo cáncer, se murió de una manera muy triste, con determinadas enfermedades más relacionadas a la psiquiatría. El solía repetir la frase con la que arranca el documental, que es `Perdimos la guerra`. Nunca pude entender a qué hacía alusión, o si lo decía de forma consciente o inconsciente, pero para mí el documental fue tratar de darle otro sentido a esa frase. Y de entender que, en última instancia, por ahí estamos nosotros, los que tenemos entre 30 y 40 años, que nos criamos sin la generación que falta, la de los desaparecidos, los exiliados, la gente que se tuvo que guardar. Tal vez tenemos esa misión, al no haber tenido un maestro, o un jefe que sea un referente en una profesión. Tal vez pase por ahí esa mirada más esperanzadora".
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