Sábado, 7 de enero de 2006 | Hoy
La oferta musical del 2005 se caracterizó por la variedad de
la oferta, aunque algunos rubros -como la clásica- no dejaron
grandes hitos. El jazz, una actividad de notable crecimiento.
Una ciudad musical
Por Horacio Vargas *
Eso es Rosario. Puede parecer presuntuosa la afirmación, pero echando una mirada hacia el pasado, fundamentalmente a los últimos 25 años, aparecen imágenes fundacionales de la música que suena a la vera del río Paraná.
Primero fue Irreal, en los finales de la dictadura, el primer grupo de rock progresivo -como se decía- en serio que tuvo la ciudad; letras cargadas de simbolismos, atravesadas por disonancias sociales y políticas, pero sutiles, y un sonido que intentaba ser original.
Después llegó Juan Carlos Baglietto, quien hábilmente reunió a los mejores músicos que había en la ciudad y despegó. Esa pequeña gran sociedad músicos, dio sus frutos. Sonó la Trova Rosarina y la ciudad tomaba otro color. Lo que vino después es bastante conocido. Es más, ya es historia.
Hoy, Rosario sigue siendo una ciudad rockera. Señora, ¿usted sabe qué está haciendo su hijo ahora? No, está equivocada. Está ensayando en algunas de las decenas de salas de ensayos que se desparraman en la ciudad. Es curioso: Rosario no cuenta con un festival multitudinario que tenga un lugarcito en un calendario nacional.
El rock domina la escena; mueve gente, tiene circuitos de bares consolidados; pero sinceramente no sé qué está diciendo hoy en el rock local; encuentro tantas similitudes con otras bandas "nacionales" que me cuesta encontrar la originalidad. Pero prefiero a Degrade antes que a Vilma Palma; me saco el sombrero por Coki Debernardi y Aloras, pero no se olviden de Abonizio y Goldín.
Hay otras músicas, claro. El jazz en Rosario, por ejemplo, ha encontrado en el festival que se organiza anualmente una manera de trascender y salir de la capilla. Su actividad ha crecido enormemente, y es digno de destacar el ímpetu que hay en los más jóvenes para abordar un género que requiere de una formación musical importante para largarse a improvisar.
El blues, por otra parte, tiene una continuidad a fuerza de pulmón de los defensores del género. Ojalá este año puedan hacer el Gran Festival de Blues que aún no se hizo. Allí estaré, sentadito, moviendo los pies, al ritmo de ese viejo blues que me hizo recordar.
* Jefe de Redacción de Rosario/12, director de BlueArt Records y ex crítico musical
Sin políticas culturales para la música clásica
Por Santos Cantoni *
El extinto 2005 no ha dejado grandes hitos en el camino de la música clásica en Rosario. Las dos temporadas de conciertos locales que organiza El Círculo y el Mozarteum local han ofrecido un abanico de opciones que oscilaron entre orquestas, solistas, agrupaciones de cámara y algo de lírica. En general actuaciones medianamente interesantes con una que otra presentación descollante.
Tal vez el suceso más importante del año no fue estrictamente musical, aunque esperamos que tenga repercusión en ese ámbito: nos referimos a la medida de fuerza de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario. Lo amplio de la medida dio por tierra con la segunda ópera de la temporada programada por El Círculo que era nada más y nada menos que Madama Butterfly. Una medida que todos aplaudimos al unísono. ¿Quién no está cerca de los músicos de nuestra orquesta local en lo que tiene que ver con una remuneración digna? Una vez que el aspecto económico se solucionó medianamente, la Orquesta puede dedicarse de lleno a lo suyo y brindar con cada actuación una muestra de la excelencia de los músicos locales y del crecimiento artístico de la misma.
En lo que tiene que ver con la ópera, recordamos una pareja Caballería Rusticana en El Círculo, la exitosa presentación de la ópera El Emperador de la Atlántida uno de los momentos de más alta calidad de la presente temporada (presentación del Mozarteum Rosario) y una versión de la misma institución de Cosi fan tutte de Mozart.
También el 2005 va a pasar al recuerdo de los melómanos rosarinos como el año de las dos pasiones según San Juan de Bach. Una, la del Mozarteum, que se llevó las palmas con la dirección de Cristián Hernández Larguía, y la otra por el maestro Andrés Gerszenzon y organizada por el Festival Permanente Johann Sebastian Bach. La Orquesta de Cámara Municipal con su director Roberto Fabbroni también dio prueba de solvencia y de búsqueda constante de repertorios no transitados.
¿Qué faltó este año? Políticas culturales enfocadas al ámbito de la música clásica. No hay en este sentido ningún apoyo real a la música clásica local, por parte de la Provincia ni de la Municipalidad, no se ve el fomento ni siquiera a la organización de ciclos inteligentes que entusiasmen al público. Parece que la visión de las autoridades culturales en lo que tiene que ver con la música sólo se limita al ámbito popular.
* Crítico musical
Los pro y los contra de un año impar
Por Marisol Gentile*
Si hay algo que verdaderamente me enorgullece resaltar de Rosario, refiriéndome al terreno "artístico", es la variedad y diversidad de actividades culturales para todos los gustos, sexos, pesos y edades. Creo firmemente que esta diversidad en espectáculos (teatrales y musicales, muestras, audiovisuales y conferencias, cursos y concursos, viajes y visitas guiadas, exposiciones de artes plásticas y espectáculos multimedia) es un hecho destacable año tras año y representativo de esta ciudad, que causa admiración, estupor y perplejidad en los visitantes.
Concretamente refiriéndome al aspecto musical, me pareció (y me parece siempre) asombrosa la cantidad y calidad de espectáculos musicales de toda y variada índole que no sólo se han ofrecido durante los tradicionales fines de semana, sino también durante los días regulares de una semana en curso. Bastaba hojear el diario para dudar adónde ir: si escuchar orquesta, cámara, música coral, ópera o algún que otro solo vocal; si optar por música pop, o rock, o funk, o jazz; si mejor deleitarse con tango o folklore, tradicional o en proyección... El público rosarino tuvo (y tiene) ante sí una paleta riquísima de posibilidades ante el deseo de escuchar buena música; y así lo hace, puesto que el apoyo de la audiencia a cada evento es más que significativo: la gente apoya el arte musical, lo premia y estimula con su presencia, y eso para el artista es el mejor pago.
Más que destacable es también a mi criterio la permanencia en la ciudad de instituciones gloriosas y tan necesarias (Amigos del Arte de Rosario, Pro Cultura Musical, Casa del Maestro y tantas otras más), gracias a las cuales es posible sostener y mantener este enorme movimiento musical; entidades que bregan por la cultura -aún sin contar con los medios económicos adecuados- y que siguen en pie, trabajando incansablemente.
Claro que no todo es color de rosa: la falta de un presupuesto adecuado afectó (y afecta) a los protagonistas intérpretes, directores y compositores. La ausencia de mecenas hizo -¡y hace!- dificultosa la actividad de las agrupaciones que no son estatales, esto es, la mayor parte de los grupos que existen en la ciudad, y por tal, cada presentación se convierte para todos en una cuesta empinada, en un hueso duro de roer. Para nada destacable fue y aún es la postura de las entidades culturales de la ciudad que cuentan con un presupuesto respetable para contrataciones: entidades "extranjerizantes" y "cholulas", que a la hora de optar, prefieren contratar agrupaciones que no son las locales, y que muchas veces ni siquiera necesitan difusión.
Pero bueno, "el show debe continuar", y a pesar de los apesares, seguramente ustedes podrán disfrutar durante todo este 2006 de una nueva temporada de buena y variada música, cien por ciento rosarigasina, y bien nuestra.
* Compositora, directora del Ensamble Rosario de música contemporánea
El rock y su músculo de la paciencia
Por Daniel Pérez*
Bien. Hay que hacer un balance de fin de año. Y es tarea complicada, principalmente porque las balanzas suelen estar descalibradas para el lado de lo personal y así se lastiman aquellos espíritus sensible, rockeros que por no aparecer nombrados en una columnita componen odas terribles despotricando contra el que aquí suscribe. Y bue. Cosas que pasan.
Buen año para el rock en Rosario. Comparado con la difícil situación del under porteño, el efecto Cromañón no incidió demasiado en la movida local. Más allá de algunas modificaciones edilicias en los escasos lugares para tocar -que persisten en su escasez-, el rock de la ciudad ejercitó una vez más el músculo de la paciencia y el ingenio para despegarse del amateurismo convirtiendo sus modestias en recursos y ofreciendo en cada género, propuestas profesionales, originales y/o auténticas (que ya nadie inventa nada a esta altura, ¿estamos?).
El cambio de actitud, por supuesto, fue acompañado por un público inteligente que comprendió que un show con buen sonido, mejores luces y gran cantidad de gente trabajando es irrealizable cobrando 3 pesos la entrada, que mantener una banda de rock sale mucho más caro que un hijo bobo y el deseo de los músicos locales es editar (más de 70 discos este año) y mostrar su música de la mejor manera posible. Digamos que maduramos de ambas partes.
¿Y qué fue lo mejor del año, me pregunta mi amigo y colega Pérez Castillo? (Yo no uso doble apellido porque sería Pérez López y no queda bien) Justamente eso. El deseo de profesionalizarse y no quedarse sentado a esperar que caigan las cosas del cielo. Es patente que toda la comunidad rockera local ha decidido ponerse los pantalones y entender que el rock es juego y contracultura pero también es un negocio como cualquier otro; sólo que a este lo manejan personas muy turbias que comercian con nuestras ilusiones así que a tener cuidado adónde ponemos el gancho.
Y la última, los internacionales: tengo que decir que gustó mucho lo de Vernon Reid y los Yohimbre Brothers, música increíble. No tanto lo de Manu Chao, que dicho sin eufemismos por los que estuvimos la primera vez, vino a robar. Aparte, muchachos organizadores: si pretenden cobrar 35 o 40 pesos la entrada, aprendan a laburar en serio, a colgar un par de tachos, un dispositivo de seguridad como la gente y denle a la policía caballos menos voraces. Por favor.
* Cantante Los Sucesores de la Bestia, productor y organizador de El Día de la Independencia
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