Enamorado perdido de las artes y sus derivados (léase: las letras, la música, el cine) Gary Vila Ortiz arremete con una nueva iniciativa: La Buhardilla. No tan emparentada con su asepción arquitectónica como con su imagen bucólica, esto es con "la idea del artista en soledad buscando su creación lo más alejado posible del contacto con los otros", o con la del lugar que "da cabida a grupos de jóvenes, soñadores ellos, de revoluciones que cambiarían el curso de la historia", La Buhardilla se presenta más que como una revista, como un espacio de reflexión, de opinión "y tolerancia".

En este su primer número (que según las indicaciones del retiro de tapa, por ahora, se puede conseguir en el kiosko de Mendoza y Laprida, y en el de Laprida entre 9 de Julio y 3 de Febrero, gratis --"el primero te lo regalan, el segundo te lo venden"--), recorre una miscelánea de temas escogidos con el delicioso antojo de los que saben, por Vila Ortiz y quienes los secundan en la quijotada: Enrique Gallego y Gustavo Devimeaux.

Referente en papel del etéreo (por aquéllo del éter) proyecto homónimo, programa que se puede escuchar los domingos al filo de la medianoche por LT 8 (AM 830), como éste, La Buhardilla se encarga de deshilvanar una agenda variopinta que va desde el papel del vino en la literatura hasta las películas que uno no puede dejar de ver --entre las que se citan aquí a El Ciudadano de Welles, El maquinista de la General de Buster Keaton o El acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein--; desde retratos de escritores rosarinos sino olvidados, relegados a un segundísimo plano, hasta detalles de "El bibliocausto nazi", con pasajes de un trabajo de Fernando Báez que relatan parte de una efeméride nefasta como fue la quema indiscriminada de libros durante el azote nazi en Europa.

Con la asistencia de Florencia de la Colina y Graciela De Gaetano en la ilustración y diagramación, respectivamente, La Buhardilla llega para tratar de echar un poco de luz sobre ese territorio que como la pampa es ancho y ajeno, y últimamente muy despoblado de crónicas y relatos; ese oscuro objeto del deseo que algunos conoce como "La Cultura".