Jueves, 29 de noviembre de 2012 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. EL CCPE ALOJARá A LA SORPRENDENTE OBRA DOS HOMBRES ORQUESTA
Wilhelm Bruck y Matthias Würsch son los constructores e instrumentistas de la tercera versión de la maquinaria ideada por el compositor Mauricio Kagel. En el marco de una gira latinoamericana brindarán tres funciones en Rosario.
Por Edgardo Pérez Castillo
Como pocas veces, el Teatro Príncipe de Asturias encuentra afectada su habitual prolijidad. Nadie, sin embargo, podría detener la mirada en las cajas, herramientas y envoltorios por allí dispersos: el centro de atención es la inmensa maquinaria que los músicos Wilhelm Bruck y Matthias Würsch ponen a punto junto a su asistente Florian Hohnhorst. En medio del operativo de montaje, y ya en diálogo con Rosario/12, Bruck advertirá: "Ahora tenemos computadoras, teléfonos, que no sabemos cómo funcionan. Aquí se ve todo". Lejos de romper el artificio, la observación del instrumentista alemán apunta a uno de los principales atractivos de Dos hombres orquesta, la propuesta ideada entre 1971 y 1973 por el compositor Mauricio Kagel, y que tuvo a Bruck como uno de sus primeros cómplices.
En concreto, fueron apenas tres las ocasiones en que la maquinaria llegó a construirse. Luego de aquella propuesta inaugural en el Festival de Donaueschingen, en 1992 se montó en la muestra de arte contemporáneo Documenta IX, donde quedó exhibida durante dos años. Ya en 2011, la Fundación Paul Sacher, el Museo Tinguely y el Conservatorio de la Academia de Música de Basilea impulsaron la creación de esta tercera versión. Una vez más, fue Bruck quien asumió la construcción, esta vez junto al multiinstrumentista suizo Matthias Würsch. Por iniciativa del GoetheInstitut Buenos Aires, y con el aporte de diversas instituciones, la monumental propuesta llegó a Rosario, donde brindará tres funciones gratuitas: hoy, mañana y el sábado, a las 21, en la sala central del Centro Cultural Parque de España, en cuyas galerías deben retirarse las entradas.
Aunque su nombre ha quedado asociado al proyecto desde que el propio Kagel lo convocó a principios de los 70, Bruck reconoce que esta nueva incursión tiene a Würsch como principal impulsor. En un alto del proceso de montaje, es el suizo el que explica: "Cada vez que se montan las máquinas es un nuevo concepto. Esta no tiene nada que ver con la primera o la segunda que se armaron. Y si alguien quiere armar una cuarta máquina, será completamente diferente. Lo único que se mantendrá igual son las partes y algunos instrumentos que tienen que estar presentes. Todo el resto tiene que ser recolectado. Lo que pueda recolectarse, terminará dándole la forma".
La mención a la etapa de la recolección no es menor: los músicos-montajistas deben salir a la búsqueda de aquellos instrumentos (en uso o desuso), juguetes y artefactos varios que nutrirán a la maquinaria, a la que accionarán sentados en medio del dispositivo. "Esta propuesta no implica que uno toque como un virtuoso --distingue Bruck--. Además acá no tenemos una partitura a la manera tradicional. En primer lugar, es necesario recolectar los materiales. Están establecidas las melodías, las armonías, y los movimientos del cuerpo. Pero los músicos tienen que recolectar los instrumentos, y nunca es posible encontrar los mismos elementos. Entonces después hay una cierta libertad para combinar estas plantillas que propone Kagel. Pero, por otra parte, estamos obligados a hacer todas las formas sugeridas por el propio compositor. La concepción es de Mauricio Kagel, y es un desafío adaptarse a esa idea".
Sin dudas, hay un alto grado de responsabilidad en esa libertad que brinda Kagel, algo que Bruck admite con la misma seguridad con la que entiende que aquí el juego es también un factor a considerar. A lo que Würsch agrega: "En cualquier lugar donde armamos las máquinas, la gente se sorprende al ver lo que ocurre, cómo es que ocurre. Después, incorpora lo que suena. Eso es lo más importante, es parte del juego: ver lo que está pasando, uniéndose a nosotros mientras lo hacemos. Funciona con niños, algo poco habitual para esta música. Pero lo que ocurre con ésto, es mágico".
Guiados por la estructura establecida por el compositor argentino, responsables de poner orden en ese aparente caos, los instrumentistas cautivan en escena a un público que, ante la magnitud del dispositivo kageliano, terminan aproximándose a nuevas músicas. En ese sentido, es Bruck quien, finalmente, distingue: "No son composiciones para conocedores, no es necesario ser un experto en música moderna. La gente puede venir y ver cómo funcionan las máquinas, pero al mismo tiempo está escuchando, incorporando, disfrutando la música. Mauricio Kagel fue el 'inventor' del teatro instrumental, una combinación que no es ni ópera, ni teatro, ni ballet, es algo especial. Como podrán ver aquí".
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