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Lunes, 5 de junio de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › LA "ALTA TENSION" QUE SE VIVE DESDE LA BUTACA

Para sangrar abundantemente

 Por Leandro Arteaga

Alta tensión, Haute tension). Francia, 2003

Dirección: Alexandre Aja.

Guión: Alexandre Aja, Grégory Lavasseur.

Música: Francois Euden.

Fotografía: Maxime Alexandre.

Montaje: Baxter.

Intérpretes: Cécile De France, MaÇwenn Le Besco, Philippe Nahon, Franck Khalfoun, Andrei Finti.

Duración: 91 minutos.

Salas: Monumental, Del Siglo, Village.

Puntos:6 (seis)

Luego de ver "Despertar del diablo", reciente film-remake donde la violencia estructura un relato que tematiza a la sociedad norteamericana y sus horrores, el interés sobre "Alta tensión" crece. Es éste el film previo del mismo realizador, Alexandre Aja, de origen francés y autor, también, de "Furia" (1999), film que tiene como fuente un cuento de Julio Cortázar.

Si bien el género de horror ha vuelto, desde hace un tiempo, a estar presente en las salas de cine, no deja de llamar la atención que la estética denominada "gore" encuentre una cabida cada vez más constante. Films como "Hostel", "Creep" o "El juego del miedo" lo corroboran. Desde esta misma predilección por un lenguaje violento explícito, puede decirse que "Alta tensión" desborda la pantalla para, literalmente, bañar en sangre a los espectadores. Si el público encuentra una fascinación cada vez mayor en las imágenes de tortura, será ese un análisis que nos quede pendiente, aunque las impresiones primeras no nos dejen demasiado tranquilos.

Son dos amigas las que, imprevisiblemente, deberán enfrentar la lujuria asesina de un extraño visitante. El lugar es la granja de la familia de una de ellas. La sin razón de las muertes y el origen del hombre misterioso tendrán una revelación pausada que, cuando ocurra, no dejará ésta de atender al prejuicio que, sobre los "diferentes", los films de horror suelen profesar. En este sentido, "Alta tensión" es condenatoria, y baraja situaciones en donde la locura, o la "anormalidad", encuentran justificación argumental y, además, conocen el ajusticiamiento.

Por otra parte, es evidente el gusto cinematográfico del realizador, el cual se manifiesta tanto en la caracterización del asesino, con rasgos que remiten a "Jeepers Creepers", como en las alusiones evidentes a "El loco de la motosierra" (1974), de Tobe Hooper: en una de las secuencias finales el tono de la película vira al sepia, el arma asesina es una sierra eléctrica, y los encuadres enmarcan detalles aterrados del rostro de la víctima. Lo que nos habilita a pensar que si Alexandre Aja hubiese sido el responsable de la precuela "La masacre en Texas", la suerte de aquella desastrosa nueva versión hubiese sido distinta.

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