Domingo, 9 de agosto de 2015 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › BRUNO GELBER HABLó CON ROSARIO/12 ANTES DE SU PRESENTACIóN EN ROSARIO
El eximio pianista de amplio prestigio internacional ha diagramado una gira que no sólo incluirá funciones en las grandes ciudades sino además en localidades como Dolores, Tandil y Zárate. Según dijo hará "obras apetecibles para todo público".
Por Edgardo Pérez Castillo.
Aun cuando su enorme trayectoria internacional está recargada de reconocimientos, Bruno Gelber esquiva la comodidad que acarrea el prestigio: a sus 74 años, el notable pianista ha diagramado una gira nacional que no sólo incluirá funciones en las grandes ciudades sino además en localidades como Dolores, Tandil, Zárate, Saladillo o Bragado. Es que, para Gelber, una de las claves del emprendimiento está vinculada con la posibilidad de conmover a un público amplio. "Simplemente estimo que la música es un mensaje maravilloso para el ser humano, en Azul, Trelew, La Quiaca o cualquier lado --reflexiona el pianista en diálogo con este medio--. Hay gente que está más acostumbrada y otra que está menos acostumbrada, pero nuestra misión es llevar la vibración musical a los seres humanos, sea en Tokyo, Nueva York o Salzburgo. La misión es la misma. Y es aún más meritorio el hecho de poder despertar a la vibración musical a una persona que no está acostumbrada. Eso es realmente lo más importante".
En ese marco, el próximo viernes (a las 20.30) Gelber llegará al Auditorio Fundación Astengo, donde interpretará obras de Beethoven, Schumann y Chopin. "No he elegido las obras más complicadas --reconoce--Son obras muy lindas, espléndidas, pero no son las obras más fuertes o últimas de cada compositor. Es decir, son obras apetecibles para todo público. Son realmente rescatables en cualquier momento. Y son para todos. Es un repertorio variado y es importante no sólo para el público que no está acostumbrado, sino incluso para un público advertido la variedad es un plato que le gusta a todo el mundo, y no solamente en música. A la gente le encanta cambiar, tener varios sentimientos distintos".
Para el experimentado artista, la variedad emotiva que caracteriza al repertorio no debe incidir sobre su tarea interpretativa. "Uno no pasa por los estados, los interpreta --distingue--. No por tocar algo triste uno se acongoja. Uno interpreta y la interpretación significa estar súper lúcido para ser capaz de transmitir lo que está sintiendo. Una cosa es sentir el dolor de una página que uno está interpretando y poder transmitirla con toda lucidez. Si no uno corre el riesgo de perder la relación entre lo que le inspira la música del compositor y lo que uno siente, y eso queda entre uno y el compositor. Hay que estar muy lúcido para pasar éso. Si no es como una persona que está haciendo el amor y está sintiendo todo lo que siente sin pensar en la otra persona, que se queda mirando al techo".
Para Gelber, el vínculo con la audiencia resulta fundamental: "Con los públicos se establece lo que se establece a veces entre dos personas, esa empatía que uno siente que está comunicado. Hay días que son realmente maravillosos. Nunca es igual, pero hay momentos en los que uno siente que realmente está siendo el espejo que refleja los genios que interpreta, y que les está llegando, a través de uno, a los demás. Eso es la real misión del intérprete. Y es muy emocionante".
Meritorio de los calificativos más encumbrados por parte de la crítica especializada, Gelber afronta una nueva gira argentina con una clara conciencia sobre su rol como intérprete y mediador. Y con la humildad esencial de los grandes maestros, ésa que impregna a su visión sobre la perfección, uno de los tantos adjetivos con los que ha sido elogiado. "Creo que la perfección bien entendida no existe. La perfección para el común denominador de la gente es no haber hecho notas falsas. Pero eso no es la perfección. Las notas falsas que se producen en un momento directo son el resultado normal humano", analiza, y concluye: "Lo que es realmente deseable es el hecho de, en medida de transmitir, estar inspirado y estar, como se dice vulgarmente, con toda la polenta para poder pasarlo. Con toda la frescura y la técnica perfectamente sabida, porque lógicamente nuestra parte intelectual y nuestra parte emocional se transmite por los dedos. Nuestra parte física tiene que estar atléticamente perfectamente entrenada para poder ser el vehículo de todo éso".
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