Domingo, 14 de enero de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › DEBUT SOLISTA DEL VIRTUOSO BAJO NAHUEL ANTUÑA
La Ley de la Entropía es el trabajo que eligió el bajista de
Vudú para presentar una propuesta solista en la que demuestra
su versatilidad como compositor. Un disco de "laboratorio".
Por Edgardo Pérez Castillo
Al común consenso que lo apunta como bajista virtuoso, y a las aun mayores coincidentes opiniones que lo posicionan como a uno de los músicos más queridos de la ciudad, con La ley de entropía, su debut solista, Nahuel Antuña dejó asentado un nuevo atributo: su condición de compositor tan amplio como versátil. Porque así como su faceta rockera (esa misma que explota como integrante de Vudú) queda representada en algunas de las canciones de su flamante obra, a lo largo de las 16 composiciones que la integran (y entre las cuales sólo dos llevan firmas ajenas) Antuña se ofrece como un creador sensible a la canción, afecto al country y el blues y con el suficiente swing como para ofrecerle un dinámico homenaje a Santiago Grande Castelli. Contando con la complicidad del guitarrista Palmo Adario en calidad de director musical, Antuña le dio un giro más a todo el asunto, y generó un proyecto que, con el tiempo, cobrará carácter histórico, a partir de la reunión de medio centenar de talentosos músicos locales.
Claro que no era ésa la intención primaria de Antuña, quien sólo apuntaba a dejar un registro de aquellas obras que no encajaban en la estética de Vudú y que se iban acumulando con el correr del tiempo. "No las quería dejar morir, quería plasmarlas en un disco y así me surgió la idea de grabar. Después se fue complejizando todo, porque yo pensaba hacer un disco no tan sofisticado como terminó siendo. Quería hacer un disco sin baterista, con bases grabadas, pero después Palmo me convenció para que tocara alguien, y así fuimos llamando a los músicos, en lo que fue una odisea, porque son cincuenta músicos los que tocan en el disco", relata el bajista a Rosario/12.
Ya embarcado en ese viaje multitudinario, Antuña no se conformó y decidió complicar aún más todo el asunto: "Mi idea no era grabar los temas y nada más sino que había que darles una vuelta de rosca. Desde ahí lo empecé a pensar más desde el punto de vista experimental, y me surgió la idea de que los músicos llegaran a grabar al estudio y que se encontraran con el tema en ese momento. Lograr una improvisación plasmada en la grabación, sin mostrarles los temas hasta que llegaran a grabar al estudio, donde tenían que desenvolverse como pudieran. Así quedaron zapadas editadas, aunque Palmo me quería cortar la cabeza, porque se pierde bastante tiempo en el estudio, entonces al final les pasaba los temas con una semana de anticipación. Pero básicamente es lo mismo para el músico, porque le presentás un tema sin que lo hubiera tocado más que un par de días. Además imaginate que hay músicos que no tocaron nunca entre sí, porque son todos músicos de Rosario mezclados en diferentes bandas que se armaron para cada tema, siempre con esta idea de que el trabajo sea elocuente e improvisador. Pero estoy muy contento con eso, porque se logró un sonido con el que estoy muy conforme".
Así, después de un año y medio de trabajo en el que fue necesario combinar los compromisos no sólo de Antuña y Adario (guitarrista de la banda de Diego Torres), sino además de cada uno de los que alimentaron el disco (ver recuadro), el resultado es un disco en donde la espontaneidad no va en desmedro de un sonido compacto que resalta en cada uno de los tracks. "Tienen sí el tinte experimental", distingue el compositor, que además se permitió jugar con su propio instrumento. "Me largué a hacer algunos solos de bajo, y también me gusta experimentar. Entonces empecé a buscar en el instrumento un sonido que no le fuera convencional, a tratar de darle una vuelta de rosca al sonido, y como de pendejo yo era fanático de Bruce Lee mi abuelo me hizo un nunchaku de madera que es el que usé en `Nunchaku`, donde se da el sonido de la madera contra el acero, y también es medio experimental desde el punto de vista que tomé un sampleo de voces de indios de todo el mundo que están sobre el solo. Después en `La Ley de Entropía` toco el solo con un slide de bronce y hago taping, que también es medio una locura mía, porque en el bajo no se usa mucho el slide".
Bautizada a partir de la segunda ley de la termodinámica --"Que plantea que todo tiende al caos, a la degradación. A mí todo se me rompe, y es una de las leyes por la cual más me cuesta hacer todo, es una ley de mierda que me hace sufrir", justifica, risueño, Antuña--, la placa se permite un clima de diversidad en el que aquellas experimentaciones (sumadas a "Kaos", un peculiar producto de laboratorio) se mezclan en un amplio abanico genérico que sirve de plataforma para que Antuña reúna líricas que transitan entre lo explícito y lo metafórico, combinación que el compositor asumió de manera consciente.
"En cierto aspecto muchas veces la poesía te permite mostrar sin mostrar, escapar utilizando la metáfora --analiza--. Pero es distinto cuando estás hablando desde un punto de vista directo, claro, narrativo. Un facho puede hacer un tema desde la metáfora, escondiendo su fachismo en ese tema. Pero cuando estás hablando de forma directa estás diciendo lo que pensás. Yo traté de incluir un poco de las dos cosas, porque me encanta la metáfora, pero hay muchas cosas que quería cantarlas de forma más directa, como el corte de difusión, `Las Flores`, donde digo claramente que me da asco y náuseas ver cómo un tipo le paga miles de millones de dólares al FMI cuando al otro día veo a un viejo comiendo de la basura. Eso no se puede cantar de forma metafórica, porque no tiene el mismo golpe o la crudeza que tiene narrándolo".
Acompañando a ese tipo de fotografías también se hallan poéticas creaciones como "Edipo", "Al olvido" o "Amatista". En esencia, a partir de sus historias y de la presencia de La Cofradía, La ley de entropía (editado por el flamante sello local La Cruz del Sur) es una buena postal de la Rosario actual. "Si no tenés plata es muy complicada la cuestión de que el disco se conozca a nivel nacional entonces sí sirve como para dejar una firma, que tiene que ver un poco con la cuestión de que, si lo pensás, un disco o un libro son como un manotazo de ahogado, porque todo termina en el olvido", minimiza Antuña, gestor de una obra difícil de dejar escapar.
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