En medio de su incesante peregrinar, a Coti Sorokin le ocurrió lo que a tantos otros. Porque aquello de que nadie es profeta en su tierra todavía resguarda algo de verdad. Aunque, en realidad, habría que reformular el viejo refrán: para alcanzar la masividad en el propio terruño siempre es bueno lograr créditos a varios kilómetros de distancia. Miles, si es necesario. Para Roberto Fidel Ernesto Sorokin, "Coti", la popularidad le llegó luego de que consolidara en España su carrera solista, un rumbo que emprendió hace poco menos de una década luego de producir una gran cantidad de discos ajenos y de componer éxitos para el triunfo de artistas amigos. Esta noche, a las 21, el músico nacido en Rosario llegará al Teatro Broadway para recorrer parte de ese repertorio solista, centrándose fundamentalmente en su último lanzamiento, Malditas canciones.

Acompañado por una banda "más rosarina que Fito" --Matías Sorokin (guitarra), su antiguo compañero en Luz Mala Javier Allende (percusión); Palmo Addario (guitarra) y Matías Damato ("uno de los bajistas que ya no es promesa, porque es uno de los grandes músicos de la nueva generación de Rosario")-- el autor de "Color esperanza" llegará hasta el teatro de San Lorenzo 1223 con el amplio repertorio de canciones que comenzara a publicar bajo su nombre allá por 2001, cuando dejó de lado su faceta de productor.

"Cuando empezás algo es muy difícil preveer lo que puede pasar --apuntó--. En general las cosas empiezan por una energía que te estimula a hacerlo, y en ese momento éso era lo que me movía. No me imaginaba qué iba a pasar, aunque por supuesto siempre supe que quería hacer música toda mi vida, pero los vaivenes y las cosas que van pasando no las podés preveer. Y no me imaginaba que iba a pasar esto, como tampoco que iba a sacar un disco en España, que después iba a seguir sacando un montón más, que iba a hacer giras. No me lo esperaba y es sano no esperarlo. Siempre hay que trabajar para que te vaya bien, pero no estar esperando los resultados.

-¿Pensó en interpretar algunas de las canciones que se terminaron haciendo conocidas por otros artistas, en devolverles la mirada originaria que tuvo al momento de componerlas?

-Sí, puede ser. Es un proyecto que siempre está ahí, con el que siempre coqueteo. No descarto hacerlo, no sé cuándo será. Me doy cuenta que necesito una distancia en el tiempo con las versiones que grabaron otros amigos. Necesitás cierta distancia, por lo menos me pasa eso. Y en ningún momento intenté subirme al éxito de esas canciones. Siempre busqué el desafío más difícil: que mis discos valieran por sí mismos. Entonces por un tiempo siempre rechacé esa posibilidad. Ya en mi segundo o tercer disco me propusieron grabar algunas canciones que eran muy conocidas, pero siempre le escapé a éso. Quería que realmente mi música se conozca como la siento. Ahora quizás sí es un momento más sano para hacerlo, hay una base de cinco discos, muchos conciertos, premios (NdR: entre ellos un Gardel), mucho recorrido. Creo que ni yo, ni nadie, podría pensar que es por oportunismo. Porque hay algo que ya está instaurado, algunas canciones ya se están transformando en canciones clásicas de la música popular.

-¿Cómo congenian sus facetas de compositor y productor, un trabajo que sostuvo durante mucho tiempo y que hoy sostiene con sus discos?

-Lo vivo con mucha naturalidad. Me veo como un músico que tiene más o menos claro lo que tiene que hacer y tengo las herramientas para hacer mis discos. Tiene que ver con expresar las cosas que siento y tengo los elementos para hacerlo. Entonces me gusta involucrarme en todo lo que implicar hacer un disco. Mi sonido, mi búsqueda, no pasa solamente por ser un buen cantante. Algo que intento ser, por supuesto, pero no me quedo sólo con éso.