Lunes, 29 de octubre de 2012 | Hoy
Por José María Budassi*
"Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos./ Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles". Bertold Brecht
Sara Derotier de Cobacho, sin dudas una imprescidible.
En su Santa Fe natal se sumó al primer peronismo, integró el Partido Peronista Femenino inspirado por Eva Perón. Vivió los años de la primera resistencia peronista. Como Héctor Germán Oesterheld se enamoró de los sueños de sus hijos y militó a su par. La secuestraron la misma noche del 24 de marzo de 1976. Detenida y trasladada primero a la Comisaría 4º de Santa Fe, luego al centro clandestino de detención La Casita, de Santo Tomé, de allí la llevan a un tercer centro clandestino para luego ser trasladada al Hogar el Tránsito, la Guardia de Infantería Reforzada y finalmente a la cárcel de Devoto. Padeció la tortura y luego la cárcel hasta febrero de 1977.
Basta recordar el comunicado los Hijos de Santa Fe, en el cual relatan un fragmento de su testimonio en la Causa Brusa: "Yo pagué un precio muy alto por mi libertad, me destrozó mi familia. La importancia la tienen mis desaparecidos y por ellos me pongo el pañuelo". Y allí en la sala, frente a los jueces, ella se puso su pañuelo blanco. Una imagen que lo dice todo de Sara y la razón de su vida.
En San Nicolás la conocimos en el año 1985, vino detrás del rastro de su yerno Eduardo Danielis y su hijo Enrique Cobacho, desaparecidos desde los primeros días de agosto de 1977. Enrique y Eduardo viajaban a San Nicolás con la intención de ver qué había ocurrido en la casa donde vivía Eduardo con su familia ya que un tiempo antes, habían tenido que huir por un zanjón próximo a la vivienda por la represión que acosaba a los militantes populares en aquellos años. Sara buscaba esa casa porque sospechaba que podían haber caído ahí. Nosotros la acompañamos en esa búsqueda. No pudimos encontrarla con certeza, pero desde entonces nuestro camino se cruzó con el suyo, su lucha fue nuestra lucha.
Y pasaron los años, cruzamos el desierto de la impunidad de los 90, y Sara apareció nuevamente en nuestro camino. Fue en los comienzos de los juicios por crímenes de lesa humanidad. Ella, desde la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires alentaba a los compañeros en Santa Fe y a nosotros, en la zona de Villa Constitución hasta Campana, para investigar lo que había pasado con cada compañero desaparecido.
En San Nicolás, en los comienzos, nos reuníamos en la Escuela de Arte 501, hacíamos las conferencias de prensa en el local de ATE. Con el caso Cambiaso-Pereyra Rossi llegamos al Palacio Municipal. Ella comprendió lo importante que era que la Secretaría de Derechos Humanos fuera querellante en la causa por el martirio del Padre Obispo Carlos Ponce de León. Nunca olvidaremos aquel primer 19 de Noviembre de 2005 en el que convocados por el Centro de Estudiantes de la Escuela de Arte 501 y la Agrupación Hijos de Rosario recordamos a la sociedad nicoleña lo que pasó a llamarse "la Masacre de la calle Juan B Justo".
Sara estuvo en Escobar cuando secuestraron a Julio Gerez en el 2006 y en Zárate en el 2008 cuando se llevaron a José Puthod. Su rápida reacción ayudó a que no nos arrebataran a dos testigos de las causas por crímenes de lesa humanidad.
Estaba ya muy enferma cuando se retiró de la Secretaría de Derechos Humanos. Sin embargo, los querellantes de las causas de San Nicolás la teníamos siempre presente, especialmente ahora que se está desarrollando el Primer Juicio Oral de San Nicolás.
Esta semana, en Campana se señalizó el ex CCD Tiro Federal, y fue su sucesor Guido Carlotto quién reconoció a Sara por haber dado los primeros pasos en la investigación de la represión en aquella ciudad del cordón industrial que nace en San Lorenzo al norte de Rosario.
Sara vivió con tanta intensidad que su luz no se apagará jamás. Al menos mientras nuestros brazos no dejen bajar las banderas de los 30 mil. Sara estará en algún lugar con sus hijos Enrique y Oscar, con su yerno Eduardo, con Néstor y los 30 mil. Todos ellos son un fuego que nos ilumina y nos quema el alma de pasión y sueños.
Sara: ¡Hasta la Justicia, Siempre!
*Mesa de la Memoria por la Justicia de San Nicolás.
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