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Viernes, 24 de abril de 2015

CONTRATAPA

Soy armenio

 Por Kemal Yalcin*

Siempre busqué Zara

En Alemania ví el valor que se le da a las personas... seas turco, seas armenio, no hay diferencias. Aquí puedo decir "soy armenio" sin humillarme.

¿Cuánto más viviré? no lo sé Yo he vivido gracias a la gente buena, leal y amigable de Zara. Ahora escribo sobre ellos.

Mi padre era un hombre optimista. Le habían ocurrido muchas cosas en la vida. "Qué nos puede pasar, todavía estamos vivos" decía. A veces nos contaba historias. Mi padre nunca tuvo rencor, amaba a toda la gente.

Y mi madre cantaba las canciones del destierro, del exilio:

"El destierro resultó difícil los desterrados formaron fila, los ojos castaños se cansaron, se durmieron".

Con esas palabras cantaba y lloraba. O sea, lloraba de una manera que a nosotros nos parecía de pena.

Sin embargo no fueron las penas las que la mataron. Vivió 98 años. Por este motivo, repetía todo el tiempo: "Si alguien debe morir de pena, yo debo morir. ¿Qué será de ustedes? Podrían sobrevivir catástrofes sobre sus cabezas. Todos pueden morir. El último volverá a quedar de pie. No hay razón para confundirse. No pierdan su esencia".

Mi madre no sabía leer ni escribir. Sin embargo era una persona tan sólida, tan llena de esperanza, tan optimista. Mi padre y mi madre nos criaron con amor, con anhelo, con optimismo. Yo tampoco les he inyectado rencor a mis hijos. Los crié y los alimenté con amor.

No hay rencor en mi interior hacia los turcos o los kurdos. La historia no puede retroceder. Las aguas sólo corren una vez. Hoy mismo pueden ocurrir cosas malas. Los pueblos son juzgados por eventos que han tenido lugar en su interior. Pelean. Se matan unos a otros, luego se aman.

¿Qué le hace hoy un turco a su hermano, que no me haga a mí? El que me asesina a mí. ¿Crees que no sería capaz de asesinar a su sobrino? En la vida, quien no se ama a sí mismo, no puede amar a los demás.

Yo reconozco a quienes incitan el desastre en nuestras cabezas. Lo veo. Porque hay quien ensucia las aguas de Turquía, ahora puedo entenderlo.

Una gota de agua no es el mar, pero lleva en su interior todas las propiedades del mar. Un turco no quiere decir toda Turquía. Pero lleva en sí todas las características de Turquía, del pueblo turco. De igual manera, un armenio lleva en sí las características del pueblo armenio. Cada armenio es la continuación de alguno que se salvó de la muerte. Es la forma en que se materializan los dolores del pasado. A pesar de ello, no soy racista. Crié a mis hijos como armenios, no para ser racistas.

Si logramos llegar hasta estos días...

Si pude, si hemos podido llegar hasta estos días, fue porque mi vecino, mi coprovinciano, se convirtió en mi sostén. Si no hubiera sido así, no hubiéramos podido vivir. En otras palabras, pudimos llegar hasta estos días gracias a una amistad de siglos, a una lealtad que resistió entre tanto dolor.

A nosotros no pudieron defendernos ni las leyes de la época otomana ni las de la época republicana. Nos aplastaban de inmediato, sin embargo, en Zara había buenos turcos.

Cuando me querían pegar en las calles de Zara, en la escuela, buenos turcos salían a pararse frente a mis agresores. Nos defendían arrancándonos de las manos de esa gente. En Zara había esta clase de gente, audaz. Es por ello que no puedo apartar a Zara de mi mente.

*Fragmento de Regocijas mi corazón, Viaje entre los armenios escondidos en Turquía (Buenos Aires, 2007)

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