Sábado, 5 de noviembre de 2005 | Hoy
Por Gary Vila Ortiz
Me gustan bastante los comics. He sido y soy un buen lector de las páginas de historietas de los diarios. Es probable que para las nuevas generaciones las historietas no significan lo mismo que los comics. Las historietas que aparecían en los diarios, si bien con el tiempo sufrieron modificaciones, no representan lo mismo, creo, para quienes son sus lectores de hoy. Me parece que las historietas, incluso la de las revistas dedicados a ellas, son más "inocentes", si el término cabe, que los comics.
Tengo al menos tres historias de este género y he leído, aunque ahora no está conmigo, el célebre libro que nos indicaba como se debía leer al Pato Donald. El Tony, Aventuras, Titbits, Salgari, PifPaf, Rayo Rojo, Misterix son cosas del pasado. Ni hablar de Patoruzú o de Rico Tipo. Hasta parecen haber quedado lejos Satiricón, Humor, Fierro. Me gustaría saber como "leerían" los consumidores de comics a Snoopy, a Perkins, a Don Fulgencio, a Trifón, a Ramona, a Rip Kirby, a Vito Nervio, incluso a Superman, a Batman, a El Fantasma, a Dick Tracy, al Gato Felix, a Bugs Bunny. Lo ignoro. Tal vez me imagine, solamente tal vez, como se aplican a la lectura de "El Eternauta". Y sin duda a los comics que el otro día me produjeron sorpresa. Eso aunque un par de amigos me dicen que no debo darme por sorprendido. Me bajé de un taxi porque observé un letrero que me pareció decir lo que no decía, Revistas Literarias.
El pequeño negocio, que me dicen está hace cerca de veinte años atrás, tiene una gran cantidad de comics. Algunos los he visto por otros sitios. La mayoría españoles. ¿La sorpresa? El precio. Van de los diez o doce pesos a los cuarenta y cinco y también a los sesenta y setenta pesos. Vengo en estos momentos de ver un libro, Historia intelectual del siglo XX, que cuesta noventa y cuatro pesos. Me pareció un libro caro. Comparado con los comics ya no me pareció tan caro. Pero no únicamente los comics tienen precios comparables con los libros actuales, sino que los discos LP (de vinilo se los denomina ahora) pueden llegar a costar unos doscientos pesos siempre y cuando sean ediciones de rock nacional.
Tenemos que tener en cuenta que un CD importado ronda los treinta pesos; un LP original de Heavy Metal anda por mas de doscientos. ¿Quiénes son los consumidores de una u otra cosa? Evidentemente se trata de quienes tienen un alto nivel económico el cual les permite esa erogación. De los libros, puedo imaginarme a los potenciales lectores de libros de precio absurdo (nunca se da a saber por qué ese precio es absurdo): hay quienes lo comprarán y lo entenderá no hablo de best sellers pero ignoro si comprarán a Rimbaud, a Kafka, al mismo Kafka.
Supongo, como ocurría en un tiempo, que algunos compradores elegían los libros por la tapa de sus colores siempre y cuando quedaran bien en la amplias bibliotecas del living. Hay excepciones. No las conozco. En cuanto a quienes compran comics de setenta pesos y discos de rock nacional de doscientos supongo que no jóvenes. Hay quienes me dicen que no: son ancianos coleccionistas, alimentados en los comics, el rock nacional, posiblemente el deporte, supongo que la TV siempre y cuando en ella se encuentren Maradona, Susana Jiménez, Tinelli y cosas por el estilo. De ninguna manera los menosprecio, al contrario, simplemente me preocupan. Los comics han adquirido una sofisticación y una calidad en los dibujos poco común; el deporte sigue siendo lo de siempre, algo que atrapa, algo que, en el único deporte que me gusta, el fútbol se encuentra en decadencia.
En cuanto al rock nacional, me pregunto que tiene que ver con nosotros, algo que puede justificarse como la globalización de la música, incluso en aquellos que deploran la globalización. Algunos casos aislados, que pueden pertenecer al rock, si han recreado lo que tenían que recrear. (1)
Noto, en bastante casos, que a las obras de Tarantino que tienen tanto de comics -como el film Constantine- hay quienes prefieren las versiones de los comics. Una aclaración: me molestan estas cosas, me inquietan, pero de la misma manera que se ofrece al consumidor los "cuartetazos" y las adulteradas cumbias que pueden escucharse de manera continua. No se trata de que sean cosas populares. El tango si lo era, pero ahora parece reducido a pocos. Las cumbias las hay muy buenas, auténticas. Pero lo auténtico ha sido reemplazado por lo bastardo, conveniencia sin duda de los que ganan bastante quienes hacen el papel de proveedores.
Lo que nació en el pueblo se encuentra marginado en nombre de lo popular. La cuestión no es nueva. Ya en 1929, Pedro Henríquez Ureña, escribió un formidable artículo sobre la música popular en América. No puedo copiar el artículo entero, pero si lo que nos parece esencial. "Abunda dice el humanista dominicano la confusión entre arte popular y vulgar. Para los más, existe sólo dos especies de arte: la especie popular y la especie culta. Pero de una a otra va una escala, y la mitad de la ascensión, encontramos la especie vulgar".
Luego agrega: "Está en crisis el arte popular genuino; en muchos países va camino a desaparecer. (...) Como actividad espiritual genuina, es creación". La música vulgar es ante todo pretenciosa. Pienso acaso por que soy un venerable anciano de setenta años que los comics y el rock nacional se encuentra en ese sitio de lo vulgar, aún tenido en cuenta que tiene sus aciertos. En cambio, el tango y el jazz, son populares y expresan lo que Henríquez Ureña llama "el sentido de la tierra".
(1) Es posible que no sea objetivo, aún cuando no crea en la objetividad. Mientras escribo estas líneas leo en "Radar" (Suplemento de Página 12) un artículo sobre el rock. ¿De quiénes hablan? De los Rollings Stone, de Paul Mc Cartney, de Eric Clapton. Por nuestra parte agregaríamos a Bob Dylan, a Pink Floy, a John Mayall, a Jetro Tull, entre otros conjuntos que me entusiasmaron en el momento aquel de los sesenta y los setenta. Ellos tenían una raíz de la cual nosotros carecemos. Y uno da en suponer que el rock nacional se apoya en aquellos que ya se apoyaron en sus genuinas raíces. No ocurre lo mismo con el blues, pero esa será otra historia.
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