Lunes, 11 de junio de 2007 | Hoy
Por Sonia Catela
Perteneciente a una familia tradicional, que reconoce entre sus miembros a fundadores de la Sociedad Rural, conocidos parlamentarios y hombres de armas, acaba de contraer enlace la señorita Julia Mac Kena con el doctor Luis Gorosito. Los novios saludaron en el atrio de la catedral. Mientras la pareja se retiraba del templo, se suscitó un pequeño incidente cuando una de las invitadas, cuyo nombre no se ha dado a conocer, se les interpuso en el pasillo central de la nave, haciendo ostentación del mismo modelo que llevaba la desposada, traje exclusivo de la firma Chanel. Superado el nerviosismo del momento, los novios se dirigieron al local del Jockey Club, donde presidieron la cena fría, para luego partir al Caribe en un crucero.
(Ficha del doctor X)
"Se le proporcionó a la paciente, Julia Mac Kenna, 10 mg de valium, vía inyectable, ingresada con un cuadro de crisis nerviosa. a los gritos de "esa arpía de Lucrecia"... A su consorte, Luis Gorosito, se le practicó una curación por heridas leves, ocasionadas por arañazos de la paciente".
Ni pienso consignar que yo también la ligué, porque esto se convertiría en cuestión policial. Pero al infeliz lo dejó a la miseria. Una cebra rayada de rojo. "Tienen que maquillarlo", exigía luego la diva. "No puedo aparecerme en el Jockey con un marido impresentable como éste", y hubo obediencia del pobre desgraciado, de este profesional, y de la enfermera García, la única que conservó el humor mientras retocaba con un engrudo beige la mejilla de la víctima.
(Conversación que escucha el chofer que los lleva al Jockey)
"¿Por qué semejante berrinche, Julita? No vale la pena".
"Porque me caso una sola vez. Lucrecia me envidia porque le gané de mano. Lucrecia arruinó todo".
"No dramatices; no pasa de un episodio secundario".
"Mi única boda en la vida. Y ahora decime ¿cómo va a salir la filmación?"
"Terminá con esta pavada".
"Tiene toda la importancia. Vos no entendés. Y mis amigas me avisaron".
"¿Qué te avisaron?"
"Que no me casara con un pelagatos".
"Sí que podés herir. Vos no sos ésta, Julita".
"Como que no soy ésta. Soy la única ésta".
(Charla con la modista mientras la desviste)
"Voy a demandar a esa puta copiona, Modesta.
"¿Demandarla?"
"Mi vestido costó lo que costó por su exclusividad".
"Y ella se consiguió una falsificación. ¿Querés que tu padre le entable un juicio por plagio?"
"Vos tenés la culpa, vos, Modesta. Alguien la dejó espiar a esa desgraciada. Vos caés también. Mi padre se va a encargar de ambas".
"Me ocupo de vestirte desde que naciste... ¿cómo te atrevés a acusarme de algo así?"
"Me la vas a pagar, Modesta. Y la arpía también".
(Factura del Free Shop del Costa Crucero)
Una muñeca dormilona "Slept baby", de Disneyworld, treinta dólares. Un paquete de pañales hughie, small. Sra: Julia Mac Kenna. Cash.
(Conversación oída por la encargada de la limpieza del camarote)
"¿Qué hacés con esa muñeca, Julia?"
"La cambio. Practico para cuando sea mamá de verdad".
(En la cocina del Costa Crucero)
"Del camarote 341 ordenan una mamadera cada seis horas. Tratá de ser puntual; la piden tibiecita. ¿Viste que no hay lactantes? ¿para qué mierda la querrán? Tienen cada idea estos cretinos".
"Para eso nos pagan".
Luis Gorosito observa a su esposa; repasa la charla para la que fue citado un par de meses atrás. Presentes el padre y la madre de su novia, inquiriendo si él había reflexionado bien el tema del matrimonio, que Julita no era de las que se divorcian, por tradición y por convicción; de todas maneras los abogados arreglarían todo en cuanto a los bienes, para que nada del patrimonio familiar pudiera confundirse con los gananciales, aunque al mismo tiempo, se garantizaría un nivel adecuado de vida para su hija; sí, sabía todo eso y no le interesaba. ¿Sabe que Julita sólo cursó la escuela secundaria? Le había llamado la atención, pero Luis contesta que no comprendía dónde apuntaban. Que entre ellos había amor. ¿Seguro? Seguro. Luego habló la madre: le narró las dificultades habidas en el parto de Julita, la demora en nacer, la falta de oxígeno que padeció la beba en el trance del alumbramiento; Luis era doctor, él entendía; Julita había tenido que ir unos años a la escuela especial o diferencial, menos de los que hubiera necesitado de llevar otro apellido, y por el apellido terminó la enseñanza media, en una escuela cara. Basta, los cortó el médico. Entendía. Los Mac Kenna se mostraron lacónicos, un "todo claro entonces", y de ahí en más, empezaron a llamarlo "hijo" como podrían haberlo llamado "doctor". Ambas partes llevaban conciencia de que Luis difícilmente hubiera traspuesto las barreras de esa familia de no ser por la peculiaridad de Julita, y a su vez, a él lo embarcaba entrar en ese círculo, al precio que fuese. Le había parecido un trato justo, en el que cada cual recibía una parte equitativa. Julita, linda, graciosa, sería una buena compañera.
Se examina la cara maquillada, los arañazos mal tapados por la máscara facial que deberá llevar al menos un día más.
Toma una toallita y limpia los rastros de leche de la mamadera que han quedado en la cama. "¿Lo estoy haciendo bien?" lo interroga su mujer. "Perfectamente, querida".
Las gaviotas se agolpan, afuera; con trazos verdes y marrones se dibuja, cercana, la costa panameña.
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