Martes, 26 de junio de 2007 | Hoy
El horroroso baño de sangre que asuela a la ciudad de Santa Fe no tiene punto de comparación en sus 434 años de historia. Como ya tenemos conocimiento opinólogos, cuenteros y charlatanes seguirán gastando horas y kilómetros de palabras para analizar lo que nos pasa pero, como buenos amarillos que son van a obviar por supuesto, las causas fundamentales de esta desgracia. Entonces vale decir que desde los 4 gobiernos alternativos de Reutemann y Obeid con sus modelos de administración menemista y sus aplicaciones de políticas liberales se han producido casi 2000 homicidios en la ciudad capital la mayoría de ciudadanos inocentes que en muchos casos se asemejan a ejecuciones al boleo a plena luz del día. Por lo tanto hemos presenciado impotentes como ambas administraciones acudieron a apagar el incendio con un balde de nafta optando por la vía más fácil es decir, relevar y cambiar a los cuadros superiores de las fuerzas que deben resguardar la seguridad y el orden en defensa de la ciudadanía sin atacar el meollo de la cuestión. Porque mientras siga imperando la corrupción e impunidad de la dirigencia política de Santa Fe mas la apropiación y domesticación de un gran sector de poder judicial que sigue estando a su servicio en vez de estar al servicio de la justicia esta tragedia colectiva se va seguir incrementando con un agravante más, el del ministerio de gobierno, que por inacción y omisión forma parte del corrupto modelo de gestión replanteado. La historia ha demostrado que para tomar decisiones a favor del pueblo hace falta coraje, integridad y compromiso; cualidades que los gobernantes de Santa Fe todavía no han demostrado.
Ricardo Carreño
Después de 2001 y la gesta popular, nada es igual en la Argentina, la toma de conciencia de que "se vayan todos y no quede uno solo" referida a quienes se turnaron en el poder desde entonces sigue vigente, se expresa en cada lucha por salarios, vivienda, tierra, educación, salud, justicia ya ni que losdobles discursos sirven paranegárseles esosderechos inalienables. Inundaciones evitables, escuelas destruidas, hospitales deteriorados, justicia colapsada, tierras extranjerizadas y muchas falencias no podrán ser moneda de cambio por un superávit financiero mentiroso que tarde o temprano pagaremos con profunda crisis inflacionaria. De nada valdrá entonces el uso de gendarmes o fuerzas de seguridad para intimidad a la población que lucha por encontrar soluciones a los grandes problemas nacionales y ser artífices de la construcción de una sociedad más justa.
Amilcar Monti
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