Lunes, 2 de febrero de 2015 | Hoy
La señora no quiso aventurarse bajo el sol de la tarde del sábado a esperar que pasara un taxi en las calles de barrio Belgrano. Prefirió tomar el teléfono y pedir un servicio. La respuesta no demoró. Minutos después, arribó el coche de alquiler a la casa de Prusia y Ecuador, y cuando la mujer iba a tomar el picaporte trasero para ascender, se sorprendió al ver al chofer: estaba con el torso desnudo, con una mano en el volante y la otra con una cerveza destapada. Cuando dio crédito a lo que veía, retrocedió, canceló el servicio y llamó al 911. Un patrullero localizó el vehículo y detuvo al taxista. Los policías constataron que estaba ebrio y, además, llevaba una pistola rudimentaria, de calibre 22 con una bala en la recámara.
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