Lunes, 10 de marzo de 2008 | Hoy
A fines de marzo de 2007, casi un metro de agua ingresó a la mayoría de las casas de la zona. Recibieron un resarcimiento pero no avanzaron las tareas de canalización del Ibarlucea.
Por Paula Kearney
Sobre finales de marzo de 2007 los vecinos de Nuevo Alberdi se encontraron una vez más con que el agua era huésped de honor en sus casas. En los últimos 20 años ya los había visitado unas 15 veces y aseguran que en cualquier momento puede volver, porque si bien se comenzaron a realizar los puentes sobre el canal Ibarlucea, las obras de canalización que podrían sacar a Nuevo Alberdi de la categoría de zona inundable no están siquiera licitadas y lo único que está decidido es que para no perjudicar a los vecinos de Empalme Graneros -adonde iría a parar el agua- sólo se va a realizar el 40 por ciento de lo que estaba planeado en 2001. En tanto, en tres meses estaría terminado un estudio que realiza un equipo conformado por la provincia, el municipio y vecinos, para decidir qué obras provisorias se pueden ir haciendo para evitar nuevas inundaciones hasta que las definitivas estén concluidas, mientras que el agua del canal Ibarlucea sigue siendo el receptor de varios afluentes contaminantes (ver aparte).
Los vecinos se empeñan en destacar que a pesar de todo las últimas inundaciones sirvieron para organizarse en una asamblea popular y pelear por hacer del barrio un lugar en donde los servicios funcionen, los chicos puedan ir a la escuela, frenar los desalojos que especuladores inmobiliarios llevan adelante para quedarse con las tierras y hacer un barrio privado una vez que deje de ser zona inundable, y hasta todavía les queda humor para organizar un carnaval con comparsas de la zona el próximo sábado 22 en el Club Eden.
Sin embargo, aclaran que no todos pueden sumarse a esta lucha porque "hay gente que anímicamente no puede soportar siquiera pensar en la posibilidad de otra inundación", explicó el párroco del barrio, Daniel Siñeriz, mientras que Nora Leguizamón, una de las vecinas afectadas, señaló que "antes de esta última inundación el agua generalmente a los dos días ya se iba de nuestras casas, pero esta vez demoró más de diez días en irse", y Hugo Faleti, que tiene 62 años y vivió toda su vida en el barrio, apuntó que desde que tiene memoria "esto se inunda", por lo que pasó por "30 o 40 inundaciones por lo menos", y aseveró que "cuando llueva 50 milímetros va a haber otra inundación".
Por este motivo solicitaron a ambos gobiernos que se conforme un comité de crisis pero hasta ahora no han tenido respuesta, así como tampoco les han enviado las botas, palas y materiales que a fines del año pasado prometieron para que la gente tenga herramientas para actuar frente a una eventual visita del agua.
Mientras, la Asamblea Popular Nuevo Alberdi se dividió en tres comisiones: la de Obras que forma parte de la asamblea regional de la cuenca; la de Servicios Públicos, que busca soluciones fundamentalmente con respecto al agua, porque hay vecinos de la zona rural que tienen que caminar 30 cuadras para conseguir agua potable y adonde llega el agua de red hay muy baja presión; y la de Tierra y Vivienda que trabaja para que los vecinos puedan tener una vivienda propia en el lugar adonde viven y no que los trasladen dentro de un plan Rosario Hábitat lejos de sus trabajos o de su hábitat en el caso de los que viven en zona rural, o los saquen los especuladores inmobiliarios; y la de Educación que está trabajando en buscar hacer una escuela en el barrio porque hay muchos chicos que tienen que cruzar la Ruta 34 para poder llegar a la escuela. En la mayoría de las inundaciones el agua llegaba a meterse hasta unos 20 centímetros de altura dentro de las casas, pero en marzo de 2007 alcanzó el metro, por lo que Faleti no duda en afirmar que "las obras que hicieron se hicieron mal, porque las inundaciones empeoraron", a lo que Siñeriz agregó que lo que pasó en marzo de 2007 fue que coincidió que cayeron 450 milímetros del agua en una semana -que es lo que regularmente llueve en seis meses-, que el Paraná estaba en su alto máximo, por lo que el Ludueña tenía que entrar con fuerza para descargar, que al haber cada vez más casas y cultivo de soja -que hace que el agua se desplace sobre la tierra- y que "hay muchos campos con canales clandestinos que han sacado rápido el agua de sus tierras y la han llevado al cauce. Por eso acá se hizo como un embalse".
Antonio Salinas del grupo Giros subrayó que más allá de las irregularidades climatológicas "el Estado es responsable por no haber hecho las obras correspondientes" que estaban previstas desde 2001, lo que "vehiculizó la lucha post inundación para que el Estado se haga cargo mediante un resarcimiento económico de esas obras que no había hecho y que provocaron la inundación", aunque aseguran que el resarcimiento económico sirvió sólo para recuperar parte de lo perdido o mejorar la calidad de vida en algunos aspectos -como los que compraron motos para poder ir a trabajar o llevar los chicos a la escuela, a pesar de que fueron muy criticados por eso y ellos ya habían utilizado su dinero para arreglar sus casas inmediatamente- pero aclararon que a muchos de los que les entregaron materiales para que arreglen sus casas les daban cal y tenían casa de chapa, entonces no les servía para nada.
Más allá de las promesas incumplidas, de las potenciales inundaciones, "a partir de esta inundación se han movilizado muchas cosas en el barrio, desde grupos de mujeres que buscan la forma de generar un ingreso extra, pasando por la Asamblea, hasta los talleres que surgieron para chicos", resaltó Mónica Borrás.
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