Una multitud volvió a marchar anoche entre Tribunales y la sede local de Gobernación en reclamo de justicia y seguridad, como lo hiciera el 25 de agosto de manera superlativa. Otra vez la calle se pobló de decenas de nombres y rostros impresos en pancartas, los de las víctimas de la violencia urbana, y de mensajes en direcciones dispersas, como alguien que dijo preferir "3000 maestros antes que 3000 gendarmes" y quien reclamó la legalización de la pena de muerte. Y de nuevo los tres poderes del Estado, en la mira del enojo popular indiscriminado.

El gentío se congregó en la escalinata de Tribunales como quince días atrás, pero esta vez no hubo discursos previos por megáfono y la columna emprendió la marcha sólo bajo el rumor de miles de palmas y clamores en coro como "¡Justicia!", "El pueblo está enojado", "Rosario sangra", "Rosario, despertate".

La movilización se hizo más concurrida a medida que avanzó por calle Moreno. En el arranque, una señora masticó su desencanto por lo que sería una respuesta menor a la de la primera movilización. "Las madres están mirando las novelas en lugar de venir. Las escuelas tendrían que convocar, pero claro, las privadas jamás. Esa gente es intocable, sólo cuando le matan el hijo a un empresario saltan", despreció Norma, de Fisherton. Otros atribuyeron la convocatoria menor a una falta de vocación participativa ciudadana, o cierto conformismo con los anuncios oficiales recientes sobre un plan de seguridad en ciernes, el arribo de gendarmes y demás.

"Eso es combatir el efecto, pero lo que hace falta es trabajar con las causas -dijo Roberto Ricardo Baigorri, de Red Antimafia-, hace falta educación de jerarquía, hay barrios sin escuelas, comedores desabastecidos, hay desempleo, no hay acceso a la salud. Eso es el origen de la inseguridad. Y que el narcotráfico se combata en los niveles de decisión, no en el narcomenudeo. Preferimos 3.000 maestros más antes que 3.000 gendarmes", reflexionó.

"Rosario vuelve a marchar clamando seguridad, justicia, la aplicación de condenas duras, jueces justos, el esclarecimiento de delitos, le decimos no a las salidas transitorias, no a la libertad condicional", decía la convocatoria previa.

Cuando la marcha llegó frente a Gobernación, un joven intentó romper el vidrio de una de las puertas al grito de "¡Y la revolución dónde está. Hay que levantarse, despierten!". Los mismos responsables de la convocatoria lo echaron de la escena.

En la cabeza de la marcha, donde también participó Alberto Perassi -padre de Paula-, Cristina revoleaba un trapo ensangrentado y exhortaba con el megáfono a los vecinos de los edificios. "Esta marcha es por sus familias, por sus hijos. Basta de impunidad, que haya pena de muerte, y que la condena a prisión perpetua sea eso: para siempre", gritaba una y otra vez. Su hija, Laura López, y su nieta, Mia, fueron asesinadas a martillazos en 2013 por un vecino que entró a robar en barrio La Lagunita.

El pastor Eduardo Trasante, con dos hijos asesinados, comprendió: "La muerte de un familiar es una experiencia traumática y no es fácil. Estos rostros ya son un paisaje de nuestra ciudad. Lamentablemente, la violencia tuvo que alcanzar a tantas familias para llegar a esta movilización". Por otra parte, consideró que el gobierno "está trabajando aunque creo que esto no se cambia de un día para otro".

El empresario Enrique Bertini -asaltado hace dos años junto a su hijo, que terminó asesinado- fue tajante: "La clase dirigente no ha sabido resolver el problema. La demora en el tiempo son vidas que se pierden. Que venga Gendarmería o lo que sea, queremos salir a trabajar y volver. La Justicia todavía no apareció, el Poder Ejecutivo se está moviendo, Senadores algo hizo y Diputados están durmiendo", evaluó.