SANTA FE › GRACIELA ACOSTA, FUE ASESINADA POR LA POLICíA EN VILLA GOBERNADOR GáLVEZ
Con 35 años era jefa de familia y sola sostenía a sus cuatro hijos como podía. A siete años de aquella tragedia, el dolor se repite en la suerte de esos chicos que no pudieron volver a encontrar el rumbo de un grupo familiar que los contenga.
› Por Alicia Simeoni
La bala mortal le dio a Graciela Acosta a pocos metros del departamento que ocupaba con sus siete hijos en un FONAVI de Villa Gobernador Gálvez. Cayó muerta al lado de su amiga, Mónica Cabrera con quien militaba en el Movimiento Territorial Liberación, un espacio con pertenencia al Partido Comunista y abordaje hacia la entrecruzada problemática y el sin fin de carencias que asolaban a tantos desocupados. No hacía mucho tiempo que Acosta se había acercado a ese espacio que le brindaba un lugar como sucede con otros movimientos similares, donde además de reconocerse en la pobreza de siempre le proponía el hacer algo, con mirada colectiva, para que algún día dejara de ser tal, y mientras tanto sobrevivir con pequeñísimos logros. Tal vez el de poder comer.
El 19 de diciembre de 2001 se había acercado con Cabrera para ver qué pasaba en las inmediaciones de una de las casas del supermercado La Gallega, en la misma ciudad donde la policía fue denunciada durante años y años por hacer casi siempre lo contrario a lo que debía y a su razón de existir. Graciela Acosta, 35 años, sola, cabeza de familia, mantenía aglutinados a los hijos. Aunque precario y con muchas dificultades había un orden familiar. Rosario/12 recuerda el diálogo con Cabrera, que además de ser quien entregó al juzgado interviniente la bala que recogió debajo del cuerpo ensangrentado de Acosta, se ocupó de sus hijos hasta que el desmembramiento se hizo insostenible. El mayor de los chicos, Rubén, tenía 16 y de allí hacia abajo seguía la escalera. Todos los esfuerzos que se hicieron para que el Estado que había matado a la madre protegiera a los huérfanos, resultaron infructuosos. Los dos más pequeños, Carla y Katriel que ahora tienen 11 y 13 años, llevan el apellido Buccardo y tienen a su padre. En aquellos días en que este diario trabajó sobre el tema entrevistó a uno de los chicos, César, el que aparecía también lo mencionaban los vecinos, como el más expuesto. Casi no hablaba, estaba shokeado.
En el acto de anteayer frente a los Tribunales provinciales, la hermana de Graciela Acosta, Alejandra Echeverría, contó que la mayoría de los chicos está ahora con ella, su esposo y su hija de 23 años y que viven en Empalme Granero. El Estado ausente, totalmente indiferente, más allá de la voluntad personal de algún legislador que se acercó a tender una mano, dejó que sus hijos padecieran, además de la pérdida de la madre, todas las necesidades que desde lo material hacen a la conformación de la personalidad y a la inscripción de posibilidades para afrontar la vida.
Fue Alejandra Echeverría quien dijo que Rubén (23) vive en Empalme y tiene un carrito con el que sale a cirujear, José y Marcelo que formaron familias, se quedaron en Villa Gobernador Gálvez y también recorren las calles recogiendo lo que les dan, revolviendo en la basura para encontrar algo que sirva, para vender, tal vez para comer. César va y viene de la casa de Alejandra, es quien está con sus 18 años en la situación más complicada. Dice su tía que puede encontrárselo en la zona del bajo en el Monumento a la Bandera y que todos lo conocen por Josecito. "El no se deja ayudar y corre serios riesgos" comentó Echeverría mientras esperaba en Sarmiento y Mendoza, frente al Ministerio de Desarrollar Social, porque dio el detalle de los nombres de los chicos para que le entreguen alguna ayuda y, según dice, alguien de la CCC se lo estaba gestionando.
Katriel tiene ahora 13 años y terminó el ciclo primario, mientras que Carla, con 11, hizo 5to. año. "Me dijeron que me iban a tramitar una beca para que los chicos puedan estudiar", por eso estoy a la espera"
Los 7 años de aquel trágico diciembre de 2001 fue el motivo por el que se pintaron murales en homenaje a las víctimas. El que corresponde a Graciela Acosta está en Granadero Baigorria, en esa ciudad nació y creció la militante del MTL. En el barrio El Espinillo, detrás de la fábrica de jabón Kops, en las calles Los Naranjos y Alem está el pedido de justicia para Graciela Acosta. "Hay una flor y un puño cerrado llamando a esa justicia que no llega....
¿Qué me pasa hoy?. Hasta se me cortan las palabras, no puedo decir más nada. Pero sí por los chicos, porque golpeo y golpeo puertas y siempre se me cierran, sólo nos ayudó la gente, los vecinos que nos dan ropa y podemos vestirlos...Ya van muchos años, no me puedo explicar cómo puede ser que nadie se haga responsable por su muerte y porque dejaron a siete chicos solos".
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