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Sábado, 2 de enero de 2010

CULTURA / ESPECTáCULOS

Dante G. Grela. Compositor y docente.

1) No encuentro ningún acontecimiento cultural (en el campo de la música) que se haya destacado particularmente durante el año 2009. Creo que en Rosario (como en tantos otros lugares de nuestro país) hay una absoluta carencia de políticas culturales, en el verdadero sentido que tiene esta expresión, y no en el de "ganar público con fines políticos", que es como por lo general se la utiliza actualmente, y por lo tanto lo que mayormente acontece es un ir y venir de espectáculos masivos (algunos buenos y otros no, pero todo se mezcla y fusiona en el mismo crisol) dentro de una concepción de "cultura" notablemente empobrecida.

2) Considero que esta pregunta ya está respondida en el punto anterior, pero de todos modos, pienso que se puede profundizar un poco más, siempre desde mi propio enfoque y posición frente a este tipo de problemas: soy compositor de música, y mi ámbito de actividad es el de la llamada "música académica" (expresión que considero inadecuada y con un dejo "anticuado", pero que de alguna manera -y a falta de un denominación más apropiada- resulta un poco menos desubicada que la de "música clásica", ya que técnicamente este tipo de denominación se utiliza para delimitar la producción musical perteneciente a una parte del siglo XVIII). Cabe también decir que trabajo dentro de las corrientes actuales de dicha "música académica", aunque esto en realidad resulta un tanto redundante, dado que considero que un compositor de música, como es mi caso (o un artista plástico, o un escritor, etc.) solamente puede llevar a cabo una labor creativa en profundidad en función de una conexión vital con el momento y el lugar en que le toca vivir. Por lo tanto, todo creador es necesariamente "contemporáneo" respecto de su época.

3) Considero que las crisis como la que estamos sufriendo no afectan tan específicamente a la "producción cultural" como tal, sino más bien a los aspectos ligados con la "difusión cultural". En tal sentido, pienso en el caso (ejemplificador, en mi opinión) del compositor Igor Stravinsky, quien, durante los años anteriores a la 1ra Guerra Mundial, produjo sus grandes obras orquestales para ballet (tales como "El pájaro de fuego" o "La consagración de la primavera"). Durante los años de la guerra y los subsiguientes, Stravinsky no dejó en absoluto de crear música, pero -adaptándose a las limitaciones de ese difícil período concentró sus esfuerzos en la composición de obras para grupos mucho más reducidos (tal como es el caso con "La historia del soldado") que se adaptasen a las limitaciones económicas del momento.

Por lo tanto, creo que, si bien la crisis que vivimos afecta sin duda a las posibilidades de manifestación no acotada del pensamiento y la práctica creativa, dada la limitación que impone a la difusión de los productos y manifestaciones de la cultura, si existiese la voluntad y la claridad de pensamiento necesaria a nivel de las instituciones responsables de la administración cultural, sería absolutamente posible llevar a cabo una acción sostenida, relevante, y donde todas las corrientes de expresión podrían estar presentes equilibradamente.

4) Este tema del "público exigente" en Rosario es algo que vengo oyendo desde mi infancia. En realidad, creo que es un tipo de mito cuyo origen desconozco- que no tiene el menor sentido ni fundamento. Pienso que en Rosario hay simplemente "público" (como en cualquier otro lado), constituído heterogéneamente (por suerte) por personas a las que les interesan diferentes tipos de manifestaciones culturales.

Siempre recuerdo algo que solía contar mi padre (el artista plástico Juan Grela G.) respecto de un señor que allá por las décadas de 1940 y 1950 tenía fama de ser gran conocedor de las artes plásticas en Rosario. De tal modo, los artistas plásticos se sentían orgullosos y a la vez temerosos cuando este mítico personaje se dignaba visitar sus talleres para ver sus obras. Un día, dicho señor visitó pomposamente el taller de mi padre, quien esperaba algún tipo de comentario crítico sobre su producción, pero que se sintió muy decepcionado cuando el personaje, luego de observar todas las obras que le mostró, se retiró del taller sin pronunciar absolutamente ninguna opinión. Con el correr de los años, mi padre llegó a la conclusión (acertada o no, nunca lo sabremos) de que el tan mentado señor posiblemente debía conocer muy poco sobre artes plásticas en realidad, y que quizás ésa fuese la razón de su silencio.

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