Viernes, 18 de diciembre de 2009 | Hoy
SALIO
Apareció el primer número de La Paquito, una publicación de la agrupación Putos Peronistas que llega con la propuesta de que aquellas voces que no pueden hacerse oír, se oigan.
Ningún inversor exótico o loco por lo fashion banca esta empresa: la publicación flamante es un fanzine tamaño (casi) de bolsillo. Sus 16 páginas están impresas a todo blanco y negro y suma copias gracias a “FotocopiadoradelLaburo SRL”. La Paquito, cuyo nombre rinde homenaje al modisto peronista Jaumandreu, tiene un concepto estético fundado en la revalorización de la palabra y de quien la emite. No hablamos de una performer de aire europeo, sino de una revista nacida y creada en el conurbano, responsabilidad toda de “Putos Peronistas” (PP), la agrupación emergente de La Matanza. Juan José Gálvez, uno de los creadores, lo resume así: “Buscamos dar voz a las maricas más excluidas”. En cuanto deja por un momento el teléfono del call center donde trabaja, Gálvez se refiere al debate que se dio en el seno de PP por el rostro en apariencia despolitizado que asumiría la revista: “No hace falta hablar de Perón y Evita todo el tiempo: mostrar estas otras realidades también es político” y Mariano Rapetti, corresponsable de la publicación, coincide: “Darles visibilidad a quienes no la tienen es una postura política”.
Así es que en el primer número, una diversidad de plumas aborda un tema único de composición: la escuela. Se trata de testimonios en primera persona, que recuerdan aquella época de guardapolvos blancos y hormonas hambrientas.
Miguelo, del pueblo patagónico de Plottier, recuerda cuando reveló su homosexualidad en el aula escolar. Fue frente a toda la clase y en medio de un examen de literatura.
En el momento crucial –recuerda– una compañera le dijo que no entendió su declaración. “¡Que soy puto!”, mandó entonces Miguelo, para que no quedaron dudas. En tanto, Hernán H. se retrotrae a inicios de los ’90 para narrar su historia en un colegio privado del conurbano, cuando un compañerito lo cargaba con que le gustaba “hacerse la paja con Axl Rose”. Ayer lo negaba, pero hoy revela que sí, que se pajeaba con el –fantaseamos– bien equipado líder de los Guns. Por su parte, Eliana, la más pícara de los escribas del debut, arrima las historias escolares de sus “primeros amores” (¡aplausos para el plural!). Lucho grita en su crónica “que a nadie más le pase lo que a él”, que fue apedreado en Bahía Blanca por sentir amor hacia otro varón. La imagen de tapa y todas las ilustraciones estuvieron a cargo de la artista Cecilia Leone, elocuente respecto de lo que la institución escolar le depara a quien considere diferente.
Las páginas del primer número están ilustradas con varios dibujos escolares que aluden a ese amor que se siente pero –muchas veces– aún no se puede decir. Un sentimiento que se respira en aulas, pasillos y corredores, pero que un sistema escolar todavía atravesado por concepciones arcaicas fuerza a vivir a escondidas. “¿Qué pasa con la escuela que no nos deja amar libremente?, ¿para quiénes ese espacio es público y para quiénes privado?”, cuestiona, por eso, La Paquito, en el primer editorial.
En los próximos números de la revista –anticipan sus creadores–, se abordará la versátil relación “del puto con el fútbol y la cumbia”. Más adelante, prometen ocuparse de “la preocupante situación de la educación de las travas”, hasta hoy, el sector más vituperado de nuestra sociedad. La Paquito ya taconea por las calles y para quien la quiera leer, es de distribución gratuita.
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