Viernes, 18 de diciembre de 2009 | Hoy
Matrimonio
m. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.
2. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
3. m. coloq. Marido y mujer. En este cuarto vive un matrimonio.
4. m. P. Rico p. us. Plato que se hace de arroz blanco y habichuelas guisadas.
Fue la Real Academia Gallega la que primero se hizo eco de esa revolución de la realidad cotidiana que significan la visibilidad de los colectivos de la disidencia sexual y sus demandas. Dispuestos a hacer más flexibles los puentes del lenguaje, los académicos que velan por ese idioma local se avinieron a modificar en su diccionario la definición de cinco términos para quitarles el poder discriminatorio que su sola enunciación todavía contiene, al menos en su más arraigado sentido “común”. Homosexualidad y homosexual, pederasta y pederastia y, por supuesto, matrimonio, son las palabras que a partir de la próxima edición del diccionario gallego tendrán nuevos significados. Así, pederasta, ya no será un “hombre que mantiene relaciones sexuales con niños” –solamente– ni su uso será asimilable, como sí sucede en el diccionario de la Real Academia Española a “sodomita” –palabra que la RAE explica etimológicamente con adjetivos: “De Sodoma, donde se practicaban todo género de actos deshonestos”–. En el caso de “matrimonio”, los gallegos asumieron la realidad que impuso la ley española en 2004 y dejarán de definir ese sustantivo como la “unión de hombre y mujer” para pasar a ser la unión de dos contrayentes, independientemente de su género.
El primer paso de RAG puso en jaque a su hermana mayor, la RAE, que ahora se ve interpelada –vaya capacidad del lenguaje– para que tome el mismo camino con éstos y otros términos como transexual (“Quien mediante cirugía o tratamiento hormonal adquiere los caracteres sexuales del sexo opuesto”), bisexual (la primera definición de la RAE es “hermafrodita”) y sodomía. El debate recién empieza y la academia no parece dispuesta a relajar el férreo corset con el que intenta sujetar a la realidad, la cultura y el sentido común. Sin embargo, ya que se avino a incorporar el sentido que tiene la palabra en Puerto Rico, bien puede considerar todo tipo de uniones, incluso nuestra tan criolla de chorizo y morcilla. Y las tan universales, despreocupadas completamente del género de sus contrayentes.
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