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Viernes, 9 de noviembre de 2012

QUé PASó ANTES DE LA LEY. LA CONFIGURACIóN DE LA IDENTIDAD TRANS EN LA ARGENTINA: ENTRE EL ACTIVISMO Y EL MERCADO *

LAS ADELANTADAS

Extraña paradoja: las últimas, consideradas durante años “las de última”, pasaron a ser las primeras. Este año, después de la sanción de la Ley de Identidad de Género, los medios no paran de enfocar la proeza de “la primera maestra trans”, “la primera funcionaria” y un largo etcétera de primerizas. Las protagonistas de esta gesta del nombre cuentan su propia versión y hacen memoria. Con los tacos bien puestos para la Marcha del Orgullo, señalan qué hace falta para que las pioneras no se conviertan en excepción y para que las últimas no apaguen la luz.

 Por Claudia Vásquez Haro

En un principio fueron los setenta

El movimiento de diversidad sexual tiene una larga historia. Ya en 1967, activistas comunistas del Sindicato de Correos conforman en Gerli el núcleo de una agrupación: Nuestro Mundo. Un año después aparecen otras organizaciones: Bandera Negra (homosexuales anarquistas), Grupo Safo (lesbianas), Grupos de Cristianos Gays y el famoso Grupo Eros, en el cual militaba Néstor Perlongher. En 1972, los grupos deciden confederarse en el Frente de Liberación Homosexual (FLH), que rápidamente será conducido por Néstor Perlongher. La estrategia política del FLH fue acercarse a la izquierda peronista y trotskista para intentar articular consignas. Sin embargo, esta estrategia tendrá sus inconvenientes debido a la fuerte discriminación hacia mujeres y varones homosexuales en la época. Finalmente, el Frente se une a sectores de la izquierda en el FAS (Frente Antiimperialista y Socialista), donde militaba el mítico dirigente sindical Agustín Tosco. Sin embargo, sus integrantes no eran valorados como pares, más bien escondidos en marchas y actos públicos, por lo que en 1974 se decidió comenzar un camino de autonomía junto con activistas feministas con quienes se formó el Grupo Política Sexual que realizó un acto público cuando el gobierno de Isabel Perón prohibió los métodos anticonceptivos en el sistema público de salud. En 1975, el FLH decide pasar a la clandestinidad frente a la situación represiva de la Triple A y se convierte en un grupo cuasi secreto que se dedica a la concientización de homosexuales y a la lectura de material llegado al país desde Estados Unidos y Europa. En 1976, el FLH se autodisuelve, muchxs de sus activistas desaparecen o se van al exilio, mientras otros/as se pliegan a una “retirada” interna hacia ciudades menos cuadriculadas del Gran Buenos Aires, especialmente las islas del Tigre.

Los ochenta: esperanza y contravenciones

Llegado el año 1982 y con la dictadura cívico-militar en picada, muchos homosexuales, sobre todo varones, comienzan a formar grupos de autoconciencia: Grupo de Acción Gay, Grupo San Telmo, entre otros que forman parte del nuevo clima de época democrática que se va gestando. El flamante presidente Raúl Alfonsín contó con la simpatía de la comunidad gay porteña, que festejó en la avenida Santa Fe el día 10 de diciembre con un baile en la calle. Pero la alegría se terminaría pronto con las razzias policiales que se incrementaron en 1984, cuando Antonio Tróccoli asume como ministro del Interior. En ese marco, las agrupaciones deciden federarse y conformar la CHA (Comunidad Homosexual Argentina), que al igual que el FLH fue, en sus inicios, una confederación de grupos. En 1985 emiten un documento denominado “Política en sexualidad en un Estado de Derecho” donde articulan el libre ejercicio de la sexualidad con la agenda de derechos humanos que en la Argentina cobró vigencia a partir del informe Nunca Más de la Conadep y los juicios a las Juntas Militares. Alrededor de 1988 comienzan a surgir grupos independientes de lesbianas, sobre todo “separatistas” (no trabajan con varones), que tienen contactos con la CHA: Convocatoria Lesbiana, Las Lunas y las Otras.

Los noventa: Almorzando con Mirtha Legrand

Recién en el año 1991 aparecen las trans en la escena de la militancia y en la escena pública y de los medios.

Por primera vez aparece una travesti, Keny de Micheli, integrante de la organización Travestis Unidas (TU) en el programa Almorzando con Mirtha Legrand, donde se presenta como activista y candidata a diputada por el Frente Democracia Avanzada. Esta aparición fue un hito si tenemos en cuenta que cinco años antes el periodista José de Zer y el Canal 9 afrontaban juicios por mostrar y denunciar, con recursos testimoniales, las muertes de travestis que trabajaban en Panamericana. El recibimiento de Keny de Micheli implica una primera ruptura en el ocultamiento e invisibilidad que existía hasta entonces sobre el colectivo trans. Claro que esta aparición fue rápidamente banalizada, presentando a Keny como un personaje pintoresco. En este primer momento se ve al travestismo como una expresión exagerada de la feminidad, pero disponible para el consumo de la masculinidad.

La primera reunión como ATA (Asociación de Travestis Argentinas) se llevó a cabo el 25 de junio de 1993 y estaba integrada por quince compañeras reunidas para denunciar el maltrato policial e institucional. Marcela Romero, una activista fundadora de esta asociación, señala que “por ese tiempo no podíamos salir a tomar un café o ir al cine, tomar un subte o el micro, por ser detenidas constantemente por la policía amparada en edictos. Cosas tan sencillas y cotidianas para otros, para nosotras eran un lujo. Sabíamos que estábamos cansadas de vivir así, pero no sabíamos para dónde arrancar, pero no obstante el grupo se mantenía muy unido, nos mandábamos comida y frazadas para la estadía en los fríos calabozos. Tengo que aclarar que en Capital Federal eran 24 horas, pero en las provincias eran 5, 10 y hasta 30 días”.

Primeros pasos, primeros golpes

La primera reunión fue para presentar a ATA en la reunión organizadora de la segunda marcha gay, como se denominaba en ese tiempo y que para el colectivo trans fue la primera. De acuerdo con los testimonios, la integración fue compleja. Sin embargo, se pudo articular trabajo en conjunto. En el año 1993, el primer contacto fue con Carlos Jáuregui, integrante de Gays por los Derechos Civiles, que invita a las trans a organizarse. Las lesbianas discutían el género de las trans y alentaban a que estos grupos se alinearan con los gays, por considerarlas unas de las tantas versiones de esta orientación sexual. Los gays oscilaban entre el maravillarse por el glamour travesti y el rechazo a éste. Aquí se dio lo que podemos considerar la primera lucha por la visibilización y producción de sentido.

Por esa misma época, la revista gay NX organiza encuentros para debatir la problemática de las “minorías sexuales” y las asociaciones trans son invitadas. Allí se testimonió y se fue generando cierta sensibilización de los/as activistas. Allí se convoca al Primer Encuentro Nacional Gay, Lésbico, Travesti, Transexual y Bisexual, que organiza el Colectivo Arco Iris en Rosario. Las organizaciones trans presentan la obra de teatro Una noche en la comisaría. Fue en ese marco que las organizaciones gays y las lesbianas allí presentes pidieron disculpas por los prejuicios que habían marcado la relación con el colectivo trans. Rosario marca un antes y un después. Conocer a las mujeres feministas nos pone frente a una serie de preguntas vinculadas con nuestra identidad. ¿Qué somos las travestis? ¿Somos varones? ¿Somos mujeres? En la búsqueda de respuestas a estos interrogantes, creamos dos organizaciones más: Asociación Lucha por la Identidad Travesti y Organización de Travestis Argentinas. Transcurre por entonces el año 1995. En la acotada binariedad masculino/femenino, nosotras comenzamos a usar el femenino.

La academia

El primer espacio universitario que se articuló con el movimiento fue el Area de Estudios Queer y Multiculturalismo de la Universidad de Buenos Aires, que desarrollaba sus actividades en el Centro Cultural Ricardo Rojas. Desde su fundación organiza reuniones semanales, cada vez más numerosas, en las cuales cada una de las presentes plantea sus necesidades y se implementa una política conjunta para hacer frente a las agresiones y detenciones policiales específicamente. Ese proceso implica la concientización de las integrantes del grupo, surge la necesidad de denunciar cada una de las violaciones a sus derechos. En este marco de trabajo conjunto, distintos tribunales comienzan a recibir diariamente dichas denuncias. Como resultado se logra que las detenciones sean menos frecuentes. Antes de fundar la organización, las trans eran detenidas de tres a cuatro veces por semana. Este índice se redujo a una o dos detenciones cada diez días. En palabras de Claudia Pía Baudracco, “pusimos a prueba nuestro ingenio para realizar acciones diferentes en cada detención, que despertó la reacción policial, quienes implementan nuevas formas de persecución. Como utilizamos otros domicilios particulares para las reuniones, volvemos a tener allanamientos, en donde se nos acusa de ejercer la prostitución”.

En el año 1994, a raíz de un allanamiento, surgió la necesidad de darle una forma más concreta a la asociación. Distintas organizaciones no gubernamentales dieron su apoyo, especialmente la organización Gays por los Derechos Civiles y la Iglesia Metropolitana, que comenzaron a trabajar en distintos objetivos de manera conjunta con ATA.

En ese momento, y desde hacía casi cincuenta años, en la ciudad de Buenos Aires existían los llamados edictos policiales. Estos edictos eran una especie de “pequeño código penal” por el cual se regía la Policía Federal, que a su vez era, de modo inconstitucional, el organismo de aplicación. Estos edictos permitían detener a una persona hasta 21 días. El artículo que aplicaban a las personas trans era el de “Escándalo”, que rezaba: “Art. 2) Serán reprimidos con multa de 600 a 2100 pesos o con arresto de 6 a 21 días... Los que se exhibieren en la vía publica o lugares públicos vestidos o disfrazados con ropas del sexo contrario”.

Para luchar contra esta represión policial, se organizaron charlas semanales en donde se les aclaraba a las trans qué podían hacer y cuáles eran los derechos que tenían como ciudadanas. En ese momento, las trans pasaban un promedio de cinco días por semana detenidas.

Entre los objetivos que se propuso ATA y que logró, estuvo visibilizar a las trans como sujetos de derechos. Se utilizaron distintas estrategias, como cambiar la vestimenta, adoptando en las diferentes marchas y manifestaciones una remera fucsia con el logo de la organización, un triángulo turquesa, que las identificó ante los medios de prensa lejos de la típica imagen de prostitución. A pesar del crecimiento de la organización, se producían amenazas constantes a la vida de muchas militantes, acoso reiterado por parte de la fuerza policial, acusaciones falsas que implicaban gastos innecesarios de dinero para defenderse.

Más T

En año 2001, el grupo decide nacionalizar el movimiento y aumentar la presencia de “T” en su sigla, para representar al grupo trans. La agrupación pasa a llamarse Attta: Asociación Travestis Transexuales Transgéneros Argentinas. Por un lado, se incluye a las autodenominadas transgéneros y, por el otro, se federaliza la comisión directiva al formar una comisión con activistas trans de las distintas provincias de la Argentina, creando sedes en todo el territorio. Frente al conflicto surgen distintas estrategias, lo que también implicó la segmentación de las organizaciones de trans: de Attta surgirá Alitt (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual) y Ottra (Organización de Travestis y Transexuales de la República Argentina). Esta división no sólo fue estratégica, sino también ideológica, en tanto Attta y Ottra sostendrán el discurso del “trabajo sexual” al cual Alitt se opuso desde una concepción abolicionista de la prostitución. Las tres organizaciones desarrollaron “unidad en la acción” a partir de sus diferencias y compartían articulaciones con los movimientos de gays y lesbianas, mientras Alitt privilegió una alianza con el feminismo. Entre el año 1995 y 2005 las organizaciones trans se fortalecen trabajando con otras organizaciones, la relación con la academia y distintas articulaciones con partidos políticos. De grupo de reflexión y presión, las trans comienzan a producir agendas que van desde la lucha contra el vih y sida, la violencia policial, las prostitución y los derechos sociales. Las trans porteñas operan políticamente desde 1991 a la fecha y constituyen uno de los colectivos más dinámicos entre los movimientos sociales. La noción de “identidad de género” fue incorporada, alrededor de los años ’90, por una segunda generación de activistas. Leemos en el trabajo “Transgeneridad: la construcción/deconstrucción de nuestra identidad” elaborado por Lohana Berkins, activista del grupo Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual: “Elijo la palabra travesti porque es importante resignificar el término con el cual se refieren a nosotras. Acepto que hemos sido criadas con toda una carga patriarcal pero somos, como las mujeres, traidoras del patriarcado, y eso es algo que muchas tenemos que pagar con nuestras vidas... El género que queremos construir no es el femenino, pero no podemos negar que algunas de las características que asumimos se encuentran en las mujeres”. La historia que sigue, ya es presente.


*Este texto forma parte de la tesis de grado “Configuraciones de identidades trans en medios gráficos argentinos: nociones identitarias en disputa. Buenos Aires 1998-2005” con la que Claudia Vásquez Haro se convirtió en la primera trans recibida en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.

Foto: Sebastian Freire

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Las piernas de tapa pertenecen a Daniela Ruiz, que en esta página aparece embanderada en plena marcha.
Imagen: Sebastian Freire
 
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