El descubrimiento del deseo, el descubrimiento del amor, los lugares de levante, el gimnasio, la obsesión por el cuerpo, la pareja, la soledad y fundamentalmente el sida son los temas sobre los que transita La noche que Larry Kramer me besó, el unipersonal del norteamericano David Drake que durante años fue un éxito en el Off Broadway (hay una versión cinematográfica del 2000, que no se vio en la Argentina), y que acaba de estrenarse en Buenos Aires con dirección de Martín Alomar y la notable actuación de Javier van de Couter. La obra, que originalmente fue escrita y protagonizada por su autor, parte de la inspiración que a Drake le produjo ver a sus 22 años –poco después de haber hecho su viaje iniciático desde su Baltimore natal hasta la ciudad de Nueva York–, El corazón normal, un unipersonal en el que Larry Kramer quiso exponer teatralmente aquello sobre lo que en la primera mitad de la década del ’80 ya había conseguido alertar desde su agrupación Act Up y el activismo político: la gravedad de la por entonces incipiente epidemia del sida en un país que insistía en darle la espalda. Pero ése es apenas el chispazo que da origen a una serie de escenas en que la experiencia autobiográfica de Drake se va entrelazando con un análisis lúcido y a la vez sardónico de la cultura gay y sus estereotipos. Así, en el cuadro titulado “24 cm. – Soltero”, el protagonista se vale de una desenfrenada excursión bolichera para poner al desnudo los usos y costumbres relacionados con la búsqueda de sexo. O en “Y del modo en el que fuimos”, el cuadro final de la obra, en donde el autor se imagina de manera optimista un futuro en el que la normalización de la homosexualidad y de las familias lésbico-gays plantea, no obstante, renovados desafíos. Una obra para no perderse.
La noche que Larry Kramer me besó.
Viernes y sábados a las 21. Teatro Antesala,
Gorriti 3956.