› Por Ana María Shua
El matrimonio civil no es un sacramento sino un contrato entre dos personas adultas (a veces) y más o menos en posesión de sus facultades. (¿Quién puede jactarse de poseerlas todas?) Los avances de la sociedad, y las leyes que los van corriendo de atrás, hacen que hoy el matrimonio entre heterosexuales, sobre todo si tienen hijos, ya tenga muy pocas diferencias con una convivencia en cuanto a sus efectos legales.
Por eso, y porque el lugar de la mujer es tan diferente al de otros tiempos, cada vez menos parejas hétero eligen casarse. El matrimonio es una institución obsoleta, que está caducando.
Hoy, casarse sólo es importante para los gays. Las parejas gay son los paladines que con su lucha incesante pueden llegar a mantener viva la institución matrimonial. En unos pocos años, la simple intención de casarse podrá ser tomada como una confesión de homosexualidad (sólo que para entonces ya no será algo que sea necesario “confesar”).
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