Viernes, 7 de marzo de 2014 | Hoy
DOCENTE DE LENGUAS EXTRANJERAS
Soy de Texas, llevo nueve años acá, vine para salir de ahí. Pensé que iba a recorrer, aprender, divertirme y volver, y me terminé quedando. Me quedé y me sigo quedando. Hago activismo también desde mi extranjería. Por no ser de acá, te ponen o te ponés en el lugar de dar explicaciones de por qué no sos normal, por qué hablás raro, por qué te ves diferente. Siempre te preguntan lo mismo y no te dejan contestar: “¿Tenés un novio argentino? ¿Viniste a estudiar acá y lo conociste y por eso te quedás? Porque acá los hombres son los mejores, ¿no?”. Está bien salir, pero a veces hay razones para postergarlo, no me gusta esa cosa de obligación de salir. Para un extranjero salir en otro país puede ser más difícil, podés tener la fantasía, por ejemplo, de que te van a echar de tu trabajo. Las lesbianas salimos cuando podemos, cuando te invitan, cuando podés sumarte. La gente sabe que soy lesbiana en los lugares donde me muevo. Cuando doy clases en primario no lo hago tan explícito. No hablo de mí, sino que trato de meter de forma educativa temas de diversidad. Vivir acá da mucha más tranquilidad. Donde crecí tenés que estar preparado para salir a la calle y que te insulten y te tiren una botella. Mis parejas argentinas han trasmitido otra cosa. Si íbamos de la mano y pasábamos al lado de un grupo de chicos, yo al principio iba con miedo, pero ellas ni registraban que ésa podía ser una situación de peligro.
Ahora estoy en una relación no monogámica. Una re linda situación familiar. Pao tiene una hija que quiero mucho. Soy la mejor padrastra de Constitución.
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