Viernes, 6 de febrero de 2015 | Hoy
SALUD
Por Marlene Wayar
Nos enteramos de que Oscar Herrera Ahuad, ministro de Salud de la provincia de Misiones, informa sobre los altos riesgos de la inyección de productos no aptos para el cuerpo humano. Es curioso que sólo se piense en cuerpos travestis al momento de planificar esta política pública. Las travestis compartimos, además de la pobreza, la necesidad de construir el cuerpo y de que éste sea socialmente “bello” con otros cuerpos como el de la mujer villera, prostituta, pobre, y pueden continuar los calificativos. Incluso hay mujeres que, como algunas travas, tienen dinero para acceder a las técnicas estéticas, pero se ven impedidas del acceso al sistema de salud y, con ello, de la seguridad sanitaria. El ministro misionero explica que esta iniciativa surge de la agenda de las organizaciones provinciales. Esto es para destacar, tanto al Estado provincial como a quienes conforman la Asociación LGBT Misiones, que muestran lucidez al momento de señalar demandas colectivas solidarias. Si tenemos en cuenta estas dos cuestiones, podemos reflexionar primero sobre universalizar la política en los casos en los que se recorta el universo travesti en lugar de un universo social diverso. Esto implica hacer política desde la diversidad, no sólo taxonomía, y que cuando hagamos política “para” la diversidad, ésta sea efectivamente “diversa”.
Para universalizar hay que educar, y el Estado debe hacerlo con campañas públicas que lleguen allí donde nuestro accionar no llega. El spot radial, televisivo y las campañas gráficas deben hacerse en los medios que están en contacto con las personas, toda vez que surgen ruidos y silencios entre las instituciones de salud y la comunidad. Aquí surge la responsabilidad de estos medios de plegarse a la iniciativa, pero también la responsabilidad de la industria que produce, distribuye y negocia con estos productos que pueden ser, mal empleados, muy peligrosos. Esta es una responsabilidad que debe estar fiscalizada por el Estado, controlando el empleo que se les da como cualquier otra sustancia nociva o perjudicial para la salud humana (no estoy diciendo que sea sólo potestad del ministro provincial, sí que se debe interpelar al ministro de Salud nacional, Manzur).
Entonces: sí a las campañas reparatorias para quien haya cometido el error de permitir que le construyan el cuerpo desde su desesperación, pobreza e ignorancia. No olvido a quienes ejercen estas prácticas, pero aquí se abriría otra enorme área sobre responsabilidad penal. De ello sólo puntualizo que no es igualmente responsable aquella persona que con conocimiento, y abusando de la pobreza, realiza estas prácticas de manera ilegal, que aquellas otras (travas, puntualmente) que desde la pobreza se adueñan de prácticas que les resultaron legítimas a sí mismas (el primer cuerpo que intervinieron es el propio).
Pensar feminidades en busca de sus necesidades sin pensar las masculinidades y las suyas propias también habla de no pensar “desde” la diversidad: ¿podríamos pensar en las tetas que se quieren desalojar? Lo travesti interpela una concepción universalista, pero piensa y propone un universo.
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