Viernes, 16 de octubre de 2015 | Hoy
La conocí y a las dos horas ya me estaba hablando de la necesidad de una Ley de Cupo Trans. Todavía ni se había discutido el Matrimonio Igualitario ni la Ley de Identidad de Género, yo ni era legisladora. Ella me decía "es la única forma de que las travas se dejen de prostituir, que consigan empleo genuino, una vida de día". Empezamos a pensar ese proyecto sabiendo que era una bandera enorme. Al poco tiempo asumí como diputada, empezamos a militarlo, una y otra vez se caía y volvíamos a insistir. Diana no faltó ni a una de las reuniones de las comisiones, ni a una. La habrán visto todos con su cartelito "Yo apoyo la ley de cupo trans". Hacía posar a los artistas, cantantes, todo el mundo. Pensarla como militante de la diversidad es un poco injusto, porque era una militante social y popular, que no podía mirar la diversidad y los derechos individuales sin antes pensar en, como decía ella, "los millones de pibes que hay en la calle, los que no tienen laburo, no se puede trabajar por una cosa y hacer la vista gorda con lo marco". Fue un símbolo de la resistencia contra el neoliberalismo de los 90. Fue presa en esa época. Fue abanderada de la lucha por la igualdad educativa, laboral, económica. Promovió con el Ministerio de la Nación programas educativos y de formación para el trabajo para las travestis. La ley de cupo fue la máxima expresión de esta inclusión, no simbólica, sino material y concreta. Impulsó los consultorios amigables e inclusivos en Lanús. Ella decía "las compañeras no van a los hospitales, les da vergüenza, hay que hacer consultorios especiales". Para mí fue una militante incansable y completa. Para muchos una maestra en temas de DDHH y diversidad. Yo vengo del peronismo y del feminismo con ella aprendí muchísimos sobre temas que en verdad son tan cercanos pero que hasta hace poco no los sentíamos propios. Siempre digo que hay tres mujeres que estructuraron mi forma de estar en el mundo: mi mamá, mi abuela y Diana Sacayán, por esta cosa que tenía ella de definirse como mujer cada día, pero desde un lugar de disidencia y rebeldía. Por ella fue posible la ley de cupo trans, tenemos otra ley mas que le falta media sanción en el Senado de la provincia de Buenos Aires para que las travas puedan elegir a qué penal prefieren ir, si de hombres o de mujeres. Yo solo fui una herramienta para la ley de cupo, ella la ideó, la impulsó, yo la acompañé a militarla. Así era Diana, era un tractor. Yo siempre digo "Soy un soldado de Diana Sacayán". Me llamaba por teléfono y me decía "Diputada Karina Nazábal, vos tenés que llamar a Fulano" y yo iba como un soldado. En su colectivo confluían todas las minorías: mujer, migrante, pobre. Arrastraba no solo a las compañeras travestis. Es impresionante ver hoy cómo un tipo de 40 años al que jamás le interesó nada de esto se despide con dolor de Diana Sacayán al enterarse de la noticia. Me acuerdo de una vez, que fue la primera que hacíamos una actividad de diversidad en la cámara de diputados de la provincia de Buenos Aires. La estábamos esperando, venía en colectivo con un montón de compañeras. La llamo y le digo "¡¿Diana dónde estás?!". Ella tenía, como yo, el sello de llegar siempre tarde a todos lados. Venía de lejos. Y me dice, muy con el tono de ella, muy teatral, muy graciosa: "¡Estoy acá en el colectivo con todas las travas, es que no pueden creer que van a ir a la cámara de diputados, se tiraron todo encima, se demoraron poniéndose pestañas postizas!"
Karina Nazábal (Legisladora provincial)
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