Viernes, 19 de febrero de 2016 | Hoy
Fue una de las performers que agitaron la cúpula del CCK en su apertura oficial al beat de Lady Gaga, instando a la ex presidenta a responder en el lenguaje del voguing en un punto cumbre de la historia de la mariconería argentina. “Como artista quiero seguir manteniendo el drag en sectores que no estén asociados a la noche únicamente. Tengo planes de que La Osiris siga apareciendo en obras y trabajos artísticos. Además del teatro, la danza y la performance, también quiero que La Osiris sea modelo.”
Sostiene una postura que sabe bien política, porque para ella salir a la calle o bailar delante del país montada habla de todo lo que una persona está dispuesta a alcanzar en el disfrute y la concepción de nuevas y fluctuantes identidades. La Osiris entiende que confunde, incluso inquieta, en su performance de géneros imbricados. “En cuanto a mi política de drag, más allá de la provocación, la inquietud y la incomodidad, la defino con dos palabras clave: decepción y desilusión. Es un clímax para mí si llego a lograr eso. Una vez me encontraba en un ciclo en el Museo Nacional de Bellas Artes, sentada en un banco de una de las salas mientras me pintaba las uñas, cuando de pronto se me acercó un hombre de unos 50 años y me dijo: ‘Vos sos la obra de arte más bella de toda la sala.’, a lo que le respondí, con una sonrisa: ‘Gracias’. Pero fue en ese preciso instante que emití sonido con mi voz que noté cómo el rostro y los ojos del hombre se transfiguraron y perdieron la luz con la que se me había acercado. Decepción, desilusión. Se acercó de una manera... y se fue de otra. Sentí que hackeé su sistema operativo. Fue en ese momento que me di cuenta de las fibras que más me interesa tocar en la consciencia del otro”.
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